Reportaje:

Vitoria recibe con honores a Carpanta

El Centro Cultural Montehermoso presenta un recorrido por las historietas publicadas por la Editorial Bruguera

Alimentaron la imaginación de varias generaciones infantiles que despertaban en la España del desarrollismo de la miseria de la posguerra. Eran historietas gráficas breves, de una página, en las que los protagonistas podían ser sus padres, sus tíos o sus abuelos, pero hacían las delicias de aquellos niños que leían las aventuras de Mortadelo y Filemón, Carpanta, Zipi y Zape, La abuelita Paz, Agamenón o Anacleto. Los pequeños ya vivían en otro mundo, en el que despuntaban el twist, los utilitarios o el veraneo. Y así todo, las publicaciones de Bruguera fueron un auténtico fenómeno editor...

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Alimentaron la imaginación de varias generaciones infantiles que despertaban en la España del desarrollismo de la miseria de la posguerra. Eran historietas gráficas breves, de una página, en las que los protagonistas podían ser sus padres, sus tíos o sus abuelos, pero hacían las delicias de aquellos niños que leían las aventuras de Mortadelo y Filemón, Carpanta, Zipi y Zape, La abuelita Paz, Agamenón o Anacleto. Los pequeños ya vivían en otro mundo, en el que despuntaban el twist, los utilitarios o el veraneo. Y así todo, las publicaciones de Bruguera fueron un auténtico fenómeno editorial. Hasta el 12 de marzo, la exposición La factoría Bruguera. La época dorada del cómic de humor en España recupera en el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria (Fray Zacarías Martínez, 2) el espíritu de aquella empresa en la que participaron dibujantes como Ibáñez, Escobar o Vázquez.

"Es una oportunidad para que los más jóvenes descubran una etapa del cómic"

¿Quién no se acuerda de 13 Rue del Percebe? Aquella comunidad de vecinos diseñada por Ibáñez, de la que la teleserie Aquí no hay quien viva no es más que un trasunto en tres dimensiones, es el mejor reflejo de las virtudes atemporales de las historietas de Bruguera, aunque sus autores quizá no tuvieran voluntad de trascendencia. Es más, la exposición hace referencia explícita a la concepción de la editorial como "factoría". Se dibujaba casi al peso, como han recordado más de una vez los creadores de Don Pío o Las Hermanas Gilda.

Las humildes aventuras de los antihéroes de Bruguera consiguieron relegar a un segundo plano las hazañas épicas de El guerrero del antifaz o Roberto Alcázar y Pedrín. "El público, y no precisamente el infantil, se sintió identificado con unos personajes que sufrían toda clase de penalidades y eran esclavizados en la oficina por patrones explotadores", apuntan los comisarios de la muestra, Jaume Vidal y Carles Santamaría. Y añaden: "Es un momento para la nostalgia, sí, pero también es una oportunidad para que los aficionados más jóvenes descubran una etapa del cómic en España".

Pese a su éxito en su momento, que algunos autores y personajes mantienen hoy, como Ibáñez con su Mortadelo y Filemón, aquellas revistas y su editorial desaparecieron. La quiebra final de Bruguera llegó en 1986. Eso sí, las mejores aventuras se siguen reeditando y los tebeos originales se cotizan entre los coleccionistas.

Basta recorrer la muestra para descubrir los cuidados trazos con que aquellos dibujantes estajanovistas completaban las páginas exigidas semanalmente. Calidad estética y altura narrativa. Las historias que recoge esta antología atienden vidas frustradas como la de Carpanta, un sin techo de la época, siempre en busca del bocadillo que, por cierto, se zampaban a diario Pepe Gotera y Otilio, caricaturas de los obreros de la construcción de los años 60 y 70. También están los pequeños gamberros Zipi y Zape, hijos de don Pantuflo Zapatilla, todo un catedrático de la época. Y, por supuesto, Mortadelo y Filemón, agentes secretos de la TIA, marcados por la incompetencia, los mejores protagonistas de uno de los recursos de todas aquellas aventuras: la persecución. Los personajes de Bruguera siempre tenían que salir por piernas. Signo de una época.

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