Reportaje:

Avatares de una ciudad iluminada

Vitoria recoge la historia de sus farolas en un libro que reivindica la importancia de este elemento del mobiliario urbano

El mobiliario urbano se descubre de vez en cuando como elemento imprescindible en la historia cotidiana de una ciudad. Ese sentimiento recibe el lector de Tu voz ilumina mis noches, un volumen editado por el Ayuntamiento de Vitoria, coordinado por Neka Aranburu, en el que colaboran fotógrafos y literatos de la capital alavesa. La conclusión es básica: hasta ahora nadie se había preocupado de las farolas y eso que, por ejemplo, llevan iluminando las tinieblas de las principales poblaciones vascas desde finales del XVIII.

El libro presentado encierra un homenaje a ese elemento esen...

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El mobiliario urbano se descubre de vez en cuando como elemento imprescindible en la historia cotidiana de una ciudad. Ese sentimiento recibe el lector de Tu voz ilumina mis noches, un volumen editado por el Ayuntamiento de Vitoria, coordinado por Neka Aranburu, en el que colaboran fotógrafos y literatos de la capital alavesa. La conclusión es básica: hasta ahora nadie se había preocupado de las farolas y eso que, por ejemplo, llevan iluminando las tinieblas de las principales poblaciones vascas desde finales del XVIII.

El libro presentado encierra un homenaje a ese elemento esencial del mobiliario urbano y supone también descubrir la red de iluminación pública de Vitoria, compuesta por cerca de 27.000 faroles de múltiples diseños, que suponen al Consistorio una factura anual de 2,1 millones de euros a Iberdrola.

Los primeros faroles se instalaron en 1791 en Vitoria. Ahora la ciudad tiene 27.000

La empresa eléctrica es una de las impulsoras de este volumen sobre la historia de la iluminación de Vitoria, que también pudiera ser la de otra ciudad cualquiera. Sólo hay que recordar las disputas por el horario de las farolas en aquel 1791, establecido hasta las 22.30, sólo en invierno, con las noches de luna llena como excepción. Más tarde vinieron los primeros faroles de gas, sólo en el centro; la llegada de la electricidad en 1885; las posteriores instalaciones de alumbrado público en todos los barrios...

"Había un alumbrado de bombillas en hilera que cruzaba las calles y se ajustaba por medio de un sistema de polea, del que todavía quedan restos en algunas esquinas del Casco Viejo", dice Nekane Aramburu, coordinadora del proyecto, de las primeras instalaciones. Son vestigios precarios, casi imposibles de reconocer para el profano, que aparecen de soslayo en el libro.

La luz que ahora asegura la tranquilidad de las noches de Vitoria se proyecta desde algunos de los miles de modelos de iluminación urbana que surgen año tras año. El ciudadano pronto se acostumbra a la nueva farola a la moda. Por eso, el libro procura situar todos los diseños que hoy alumbran la capital alavesa por igual. Es un recorrido técnico ilustrado con imágenes de los archivos históricos de Álava y Vitoria, y de los fotógrafos Geer Vort In't Holt y César San Millán. Pero también incluye reflexiones literarias de Alberto Schommer, Antonio Altarriba, Toti Martínez de Lezea, Amado López Ugarte, Kirmen Uribe o Juncal Ballestín, gentes que escriben sobre la noche de Vitoria.

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[Junto con este volumen, el Ayuntamiento de la capital alavesa ha colaborado en la edición de Poemas del caminante (Editorial Bassarai), un cuidado libro de artista en el que el escritor y editor Kepa Murua traslada su voz lírica a un recorrido sin destino por Vitoria. Son una serie de poemas protagonizados por un caminante que descubre una ciudad inédita, que luego el pintor Alfredo Fermín Cemillán se ha encargado de ilustrar con sus acuarelas].

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