Los placeres de la vida
"Lo importante es retratar la fuerza y el carácter del retratado", explicó Jordi Socias cuando en cierta ocasión le preguntaron sobre las cualidades de un buen retrato fotográfico. En el libro y en la exposición citados hay numerosos ejemplos de lo que se debe considerar un buen retrato: Moravia, Sciascia, Dalí, Vicent, Graham Greene, Luis Gordillo, Eduardo Arroyo y Bigas Luna, entre otros muchos, han pasado y posado ante la cámara de Jordi Socias, una cámara que también ha dejado constancia de numerosas escenas de la vida cotidiana de las ciudades que ha recorrido en sus viajes vitales y prof...
"Lo importante es retratar la fuerza y el carácter del retratado", explicó Jordi Socias cuando en cierta ocasión le preguntaron sobre las cualidades de un buen retrato fotográfico. En el libro y en la exposición citados hay numerosos ejemplos de lo que se debe considerar un buen retrato: Moravia, Sciascia, Dalí, Vicent, Graham Greene, Luis Gordillo, Eduardo Arroyo y Bigas Luna, entre otros muchos, han pasado y posado ante la cámara de Jordi Socias, una cámara que también ha dejado constancia de numerosas escenas de la vida cotidiana de las ciudades que ha recorrido en sus viajes vitales y profesionales. Personajes anónimos que sin embargo encajan perfectamente en la definición del autor sobre lo que debe ser un buen retrato. Sicilianos desconfiados, cubanos con resaca, pijoapartes barceloneses, obreros combativos, las gentes que, en resumen, forman y conforman la convivencia urbana y de las que ha dejado testimonio gráfico este profesional autodidacta, sencillo y discreto en lo personal, sobrio y sensible en su trabajo, y amante de los placeres de la vida, un dato que valorar porque quien disfruta de lo terrenal y próximo suele transmitirlo en su trabajo. Las fotografías que se recogen en Maremágnum son actas notariales de instantes y personajes de las últimas décadas, pero también son una elegante afirmación de la alegría de vivir, una sutil reivindicación de la existencia, desde la convicción en su propia belleza que irradia Brigitte y su pez, hasta la mirada expectante de Popeye.