Reportaje:ESCAPARATE

Poesía y pintura en convivencia

Si es habitual la publicación integrada de pintura o dibujos y poemas, no lo es tanto apostar por una colección, de pequeño formato, en la que artes plásticas y lírica tengan un lugar de encuentro. Luis Burgos, galerista además de editor, con Arte del Siglo XX, ha dado un valiente paso en esa dirección. La colección El Lotófago (codirigida por Marta Agudo) se inauguró, en 2004, con dos poetas laterales, José Viñals y Sergio Gaspar, y ha venido consolidando un catálogo de títulos de un notable nivel.

El libro que la inicia, Mi retrovai per una selva oscura, de José Viñals (con pin...

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Si es habitual la publicación integrada de pintura o dibujos y poemas, no lo es tanto apostar por una colección, de pequeño formato, en la que artes plásticas y lírica tengan un lugar de encuentro. Luis Burgos, galerista además de editor, con Arte del Siglo XX, ha dado un valiente paso en esa dirección. La colección El Lotófago (codirigida por Marta Agudo) se inauguró, en 2004, con dos poetas laterales, José Viñals y Sergio Gaspar, y ha venido consolidando un catálogo de títulos de un notable nivel.

El libro que la inicia, Mi retrovai per una selva oscura, de José Viñals (con pinturas de Javier Pagola), es un largo poema de amor. El amor integrado en el tiempo, en la naturaleza, en lo oscuro y originario, quizá en lo maldito, en ese lugar donde el placer se confunde con la muerte. Una poesía densa, compleja, de estirpe simbolista pero no ajena al barroco de raíz americana con derivas surreales y basada en largos versículos llenos de música y sorpresa: "Partiré, según todo lo anuncia, en cuanto pueda establecer antiguos equilibrios: poner aquí la luz, aquí la sombra, aquí el dulzor del fruto, aquí el rastro de sangre".

Sergio Gaspar, con El caballo en su muro, reelaboración de una parte de su ya lejano Revisión de mi naturaleza (1988), nos ofrece un libro-poema (con pinturas de Ramón Zuriarrain) sobre la identidad. En el sujeto poético habita el otro. El "yo es otro" rimbaudiano, el que anida en el fondo del ser y forma parte de uno mismo. Incluso cuando se trata de la amada. Poesía con un sesgo experimental que recuerda, en algunos fragmentos, los alardes creacionistas, pero que no descansa en el juego, en el puro artificio. Es una meditación cuyo título es metáfora de la dialéctica de la vida. "El caballo" representa la tendencia al movimiento y "el muro" la fuerza que tiende a paralizarlo. Es la pugna entre el deseo y la realidad.

Juan Carlos Mestre, con El adepto (con el complemento de la obra plástica de Bruno Ceccobelli) , ofrece su inquietante catálogo de iluminaciones, de acercamientos a ese espacio, tan fértil en su poesía, en el que la fantasía juega con la memoria y con la realidad, en el que el lenguaje configura un lugar nuevo, fronterizo con lo onírico e imposible. Textos como 'La casa roja' o 'El hombre de gris' nos trasladan a un espacio híbrido en el que la conciencia crítica es a la vez conciencia de escritura y conciencia del ser. En el tiempo y en la sociedad. Es decir: en la Historia.

La aportación de Ramón Mayrata (con la compañía plástica de Vega de Seoane) a la colección consiste en la presentación a los lectores de un curioso heterónimo. En El canto de Pierre Trouvé encontramos, en breves y muy ajustados poemas, los restos de un diario, las reflexiones en torno a la escultura en sus vínculos con la naturaleza, la meditación existencial frente a una montaña en los Alpes ('La Mujer Muerta'), la interrelación del beatus ille con la oscuridad de la muerte "Un día desapareció. La luz de su casa siguió interrogando a las piedras durante algún tiempo. Luego un extraño rumor...". María José Flores, autora de Del animal y de su culpa, con muestra plástica de Rafa Satrústegui, Vicente Valero, con En otra claridad, una antología que convive con pinturas de Vicente Fernández Cervera, volúmenes a los que habría que añadir el libro colectivo Entornos, en el que se recogen textos de 22 poetas de diversas generaciones (de Jorge Guillén a Eduardo Moga) sobre pinturas y esculturas de Manuel Ángeles Ortiz, completan, por ahora, una colección tan singular como necesaria.

El caballo en su muro. Sergio Gaspar. Pinturas de Ramón Zuriarrain. Mi retrovai en una selva oscura. José Viñals. Dibujos de Javier Pagola. El adepto. Juan Carlos Mestre. Pinturas y esculturas de Bruno Ceccobelli. El canto de Pierre Trouvé. Ramón Mayrata. Pinturas de Eduardo Vega de Seoane. Del animal y de su culpa. María José Flores. Pinturas de Rafa Satrústegui. En otra claridad. Vicente Valero. Pinturas de Vicente Fernández Cervera. Entornos. Antología. Pinturas de Manuel Ángeles Ortiz. Luis Burgos Arte del Siglo XX. Madrid, 2005. 60 páginas. 15 euros.

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