"La 'kale borroka' está a 100 kilómetros de Madrid", afirma un afectado

"Los que nos han atacado deben tenerlo muy claro. A mí, o me sacan con los pies por delante o no voy a parar. Llevo 26 años viviendo en este pueblo y no voy a consentir que lo destruyan para que algunos se enriquezcan a costa de otros y del medio ambiente". Con estas palabras, el portavoz adjunto del PSOE en Rascafría, José Manuel Legazpi, avisa a sus atacantes.

Los afectados aseguran que han recibido muchos apoyos por parte de los vecinos, que les ven como el único freno a los futuros problemas urbanísticos de la localidad. Lo que más les ha dolido ha sido la reacción de la alcaldesa d...

"Los que nos han atacado deben tenerlo muy claro. A mí, o me sacan con los pies por delante o no voy a parar. Llevo 26 años viviendo en este pueblo y no voy a consentir que lo destruyan para que algunos se enriquezcan a costa de otros y del medio ambiente". Con estas palabras, el portavoz adjunto del PSOE en Rascafría, José Manuel Legazpi, avisa a sus atacantes.

Los afectados aseguran que han recibido muchos apoyos por parte de los vecinos, que les ven como el único freno a los futuros problemas urbanísticos de la localidad. Lo que más les ha dolido ha sido la reacción de la alcaldesa de Rascafría, Yolanda Aguirre (PP), que, según explicó Legazpi, les culpó de incitar a los atacantes por haber acudido a la prensa. "Es vergonzoso que en democracia nadie pueda expresarse libremente y tenga que aguantar estas ofensas. Como no se tranquilice el municipio, esto puede ser sólo el principio. Es una situación desagradable, porque estamos en el punto de mira", añadió el secretario del PSOE en la localidad, Francisco Arribas.

"Nada por evitarlo"

"Hay una cosa clara. La kale borroka

[la lucha callejera habitual de los comandos proeta-rras] está a 100 kilómetros de Madrid y aquí nadie hace nada para evitarlo", criticó Legazpi.

Este periódico intentó recabar ayer, sin éxito, la versión de lo ocurrido de la alcaldesa de Rascafría.

Las víctimas aseguran que no tienen miedo, pero que se sienten intranquilas por todo lo ocurrido y no descartan que se produzcan más altercados en el futuro. A eso se une que en el municipio sólo hay un policía local y varios guardias civiles, lo que favorece que los agresores puedan campar a sus anchas y amenazar a los disidentes. La situación recuerda, según uno de los afectados, a la España negra y caciquil de principios del siglo XX.