Lasa muestra sus esculturas nacidas de los despojos de la deforestación

El escultor expone diez obras coloreadas con pintura de carrocería

Cuando el escultor José Ángel Lasa (Legorreta, 1948) explica su obra asegura que no pretende hacer un elogio de la naturaleza. Pero sus piezas, realizadas con ramas recogidas en los bosques de Euskadi y pintura de carrocería, son y están inspiradas por ella. "Lo que hago es una manipulación cultural de la naturaleza", afirma. Lasa muestra diez ejemplos de este trabajo en la casa de cultura Okendo donostiarra.

El escultor descubrió hace años que podía hacer arte de la deforestación y, desde entonces, sigue el rastro de los taladores de bosques de pino o eucalipto por distintos parajes de...

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Cuando el escultor José Ángel Lasa (Legorreta, 1948) explica su obra asegura que no pretende hacer un elogio de la naturaleza. Pero sus piezas, realizadas con ramas recogidas en los bosques de Euskadi y pintura de carrocería, son y están inspiradas por ella. "Lo que hago es una manipulación cultural de la naturaleza", afirma. Lasa muestra diez ejemplos de este trabajo en la casa de cultura Okendo donostiarra.

El escultor descubrió hace años que podía hacer arte de la deforestación y, desde entonces, sigue el rastro de los taladores de bosques de pino o eucalipto por distintos parajes de Euskadi. Su forma de trabajar es la siguiente: primero recoge las ramas que ellos abandonan como despojos, les quita la corteza, las pone a secar y las transforma después con la pintura que emplean los carroceros. Y así se reinventa una naturaleza de colores intensos, a veces metalizados, y además con geometrías propias.

"El año pasado me llamaron para que fuera a un bosque de Zeanuri", relata el artista. "Y cuando llegué me encontré con una situación que me impresionó: diez años antes habían talado la foresta colindante y muchos árboles habían caído y muerto. Otros tuvieron que retorcerse en busca de la luz necesaria para su supervivencia". De ahí el título de la exposición, inspirado también por Jorge Waggensberg, autor de La rebelión de las formas.

Las piezas que presenta Lasa en Okendo, construidas a partir de la suma de formas repetidas, también buscan su propia luz. Algunas podrían identificarse con objetos reales; por ejemplo, una hoguera, o unas sillas que cuelgan de la pared. Otras esculturas se prestan a interpretaciones más abiertas.

En todo caso, Lasa, profesor en la Facultad de Bellas Artes en Bilbao, no busca contar historias con sus creaciones. Lo confesó el viernes, ratificándose en la declaración de intenciones que realiza en el tarjetón anunciador de la muestra por boca de André Gide: "Por lo demás, no he tratado de probar nada, sino de pintar bien e iluminar bien mi pintura". Lasa lo cita y luego añade: "En esta exposición no hay una narración, aunque sí una historia de ordenamiento, de selección y de composición. "Es muy difícil trasladar una forma de contar a otra forma de contar", explicar la escultura a partir de la palabra. "Y yo no creo que ni siquiera merezca la pena", continúa. "Los flashes que dejan las piezas quedan grabados y no se traducen en palabras. Es más, yo trato de que sean intraducibles".

El artista, que tiene obras en el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Artium de Vitoria, presenta por primera vez su trabajo en una exposición individual en San Sebastián. Llegó desde la capital vizcaína en coche, con pena de no haberse parado a recoger material para sus esculturas en las obras de ensanchamiento de la carretera.

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