Separatistas cachemires reivindican las bombas que causaron 61 muertos en Nueva Delhi

El Grupo Revolucionario Islámico advierte de que habrá más ataques en India

Un grupo separatista poco conocido de la disputada región de Cachemira reivindicó ayer las tres explosiones que el sábado dejaron 61 muertos y 190 heridos en dos mercados y en un autobús en Nueva Delhi. La organización Inquilabi Mahaz (Grupo Revolucionario Islámico) llamó por teléfono a varios periódicos de la zona india de Cachemira atribuyéndose los ataques y advirtió de que habrá más. Las principales ciudades del país se encontraban ayer en estado de alerta, mientras la policía ha detenido a más de 20 sospechosos. Pakistán, a través de su Gobierno, condenó los atentados.

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Un grupo separatista poco conocido de la disputada región de Cachemira reivindicó ayer las tres explosiones que el sábado dejaron 61 muertos y 190 heridos en dos mercados y en un autobús en Nueva Delhi. La organización Inquilabi Mahaz (Grupo Revolucionario Islámico) llamó por teléfono a varios periódicos de la zona india de Cachemira atribuyéndose los ataques y advirtió de que habrá más. Las principales ciudades del país se encontraban ayer en estado de alerta, mientras la policía ha detenido a más de 20 sospechosos. Pakistán, a través de su Gobierno, condenó los atentados.

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Aunque el Gobierno ha guardado silencio sobre la posible autoría, los medios de comunicación indios y diversos expertos aseguran que detrás de Inquilabi se encuentra Lashkar-e-Taiba, un poderoso grupo con base en Pakistán, que se opone a las conversaciones de paz entre Nueva Delhi e Islamabad. "Los ataques continuarán hasta que India saque a todas sus tropas y ponga fin a sus inhumanas actividades en el Estado", señaló un portavoz de la organización a la agencia Kashmir News Service.

El primer ministro, Manmohan Singh, afirmó que "existen varias pistas" sobre los responsables de los atentados, que calificó de "actos cobardes de terrorismo", pero declinó dar más detalles. "Venceremos sus viles designios y no permitiremos que tengan éxito. Estamos resueltos a luchar contra el terrorismo".

Las tres explosiones sacudieron la capital india cuando representantes de los Gobiernos de los dos países negociaban la apertura de la frontera en la región de Cachemira para facilitar la llegada de ayuda a las víctimas del terremoto del 8 octubre, y que acordaron que tendrá lugar el 7 de noviembre.

Karnail Singh, comisionado de policía, aseguró que las tres deflagraciones fueron, probablemente, obra del mismo grupo, y que aún no se ha probado la autoría. Pero explicó que aunque Inquilabi, creado en 1996, no ha sido muy activo, tiene conexiones con Lashkar-e-Taiba.

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El Gobierno ha decretado la alerta en las grandes ciudades, como Nueva Delhi y Bombay, donde ha incrementado la presencia policial en estaciones de tren, aeropuertos, mercados y templos.

India se prepara estos días para dos importantes festividades. Mañana tiene lugar Diwali, una de las principales celebraciones para los hindúes, y el viernes finaliza el Ramadán. Son días en los que la gente abarrota las zonas comerciales, por lo que el Gobierno ha pedido a los ciudadanos que extremen las precauciones. "Salvo que tengan que hacer alguna compra, por favor, no vayan a zonas concurridas. No estoy diciendo que haya peligro, pero podría haberlo", dijo Sheila Dixit, ministra del Estado de Delhi.

La primera de las tres explosiones tuvo lugar pasadas las cinco y media de la tarde, hora local, en el mercado de Paharganj, y produjo 18 muertos. Minutos después, estalló otro artefacto en el popular mercado de Sarojini Nagar, que provocó 43 víctimas mortales. El tercer atentado no registró fallecidos, aunque sí heridos, gracias a que el conductor del autobús en el que tuvo lugar arrojó fuera del vehículo el paquete sospechoso justo antes de que explotara. La policía ha ofrecido 2.200 dólares a cualquiera que proporcione información que conduzca a la captura de los autores. Al menos 20 personas han sido detenidas tras una serie de redadas en pequeños hoteles de la capital.

La prensa india aseguraba ayer que los ataques demuestran que el terremoto no ha disminuido la determinación de los terroristas de actuar desde la Cachemira bajo control paquistaní. Algunos periódicos incluso señalaban que la policía de Delhi había recibido un soplo sobre un posible atentado el sábado en Paharganj, y que sus agentes estaban buscando el explosivo cuando se produjo la deflagración. "Es muy triste. Llevamos tiempo intentando acabar con el terrorismo, pero hay individuos que son así", dice Gupta Ramesh, que regenta un puesto de refrescos cerca de un hotel, en Bombay, junto al que se produjo un atentado hace dos años.

Nueva Delhi registró ayer dos falsas alarmas, después de que fuera encontrada una bolsa abandonada en una feria y en otra se recibiera una llamada sobre una posible bomba. Las escuelas donde se estaban celebrando fueron acordonadas, pero la policía no encontró nada.

"Los terroristas quieren sembrar el miedo y la sospecha entre nuestro pueblo amante de la paz. Las explosiones han sido programadas para crear alienación durante esta época festiva en que la gente de todas las comunidades está celebrando nuestros festivales nacionales. Les venceremos", dijo el primer ministro. Pero mientras en algunos mercados ha disminuido la asistencia de clientes, en otros lugares la vida continúa como de costumbre.

Policías indios inspeccionan uno de los mercados de Nueva Delhi atacados el sábado.REUTERS

Odio en el templo

"Las bombas de Nueva Delhi han sido cosa de terroristas apoyados por Pakistán. ¿No habría que hacer lo que ha hecho EE UU con Irak? Los terroristas tienen campos de entrenamiento en la Cachemira ocupada, ¿cuánto tiempo podemos seguir aguantando esto y que la gente muera?", Girish Seth, de 30 años, habla en el templo hindú de Mahalakshmi, situado en el viejo Bombay. En las manos sostiene una bandeja con flores de loto, cocos y guirnaldas para ofrecer a las diosas Mahalakshmi, Mahakali y Mahasaraswathi. Seth, que trabaja en el mundo de la Bolsa, dice que ha acudido al templo porque se acerca Diwali, una de las principales festividades de los hindúes, y las diosas pueden otorgarle todo lo que quiere en la vida. "Mis deseos, mis ambiciones", afirma. Como él, Varia Kanubhai, de 35 años, obrero en un taller de diamantes en la ciudad de Surat, 260 kilómetros al norte de Bombay, también culpa de los ataques a terroristas de la Cachemira paquistaní. Y asegura que "debido a las bombas, hay más policía en el templo".

La capital económica india ha sido puesta en alerta roja tras las explosiones. Pero, aunque han sido aumentadas, las medidas de vigilancia no son nuevas. Bombay presta especial atención al terrorismo desde la docena de atentados registrados en 1993, que causaron 257 muertos y más de 500 heridos. En algunos puntos de la ciudad, horas antes de que estallaran las bombas en Nueva Delhi, policías inspeccionaban con espejos los bajos de algunos coches aparcados en busca de bombas.

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