Reportaje:

Cuando el marido es insoportable

El 60% de las mujeres japonesas con esposos jubilados sufre un síndrome de enorme trastorno por estrés

Sakura Terakawa, de 63 años, describe sus cuatro décadas de vida matrimonial en un pequeño piso como una transición gradual de esposa a madre y luego a criada. La comunicación con su esposo, al principio, consistía en cartas de amor y palabras seductoras bajo cerezos en flor. Con el tiempo, dice, derivó en exigencias sobre la cena y críticas a su labor de ama de casa. De forma que, cuando él llegó sonriendo a casa, hace tres años, y anunció que estaba listo para jubilarse, Terakawa se sintió desesperada.

"Recuerdo que pensé: 'Ya está. Ahora voy a tener que divorciarme", cuenta Terakawa....

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Sakura Terakawa, de 63 años, describe sus cuatro décadas de vida matrimonial en un pequeño piso como una transición gradual de esposa a madre y luego a criada. La comunicación con su esposo, al principio, consistía en cartas de amor y palabras seductoras bajo cerezos en flor. Con el tiempo, dice, derivó en exigencias sobre la cena y críticas a su labor de ama de casa. De forma que, cuando él llegó sonriendo a casa, hace tres años, y anunció que estaba listo para jubilarse, Terakawa se sintió desesperada.

"Recuerdo que pensé: 'Ya está. Ahora voy a tener que divorciarme", cuenta Terakawa. "Ya era bastante horrible tener que estar a su servicio después del trabajo. Pero tenerle en casa todo el tiempo era más de lo que podía soportar".

Él llegaba al extremo de irse de vacaciones la mayoría de las veces con colegas y clientes
Psiquiatra Kurokawa: "Venga a terapia. Y pase todo el tiempo posible sin su marido"

Preocupada por su futuro económico, Terakawa siguió casada, y entró a formar parte del extraordinario número de mujeres japonesas mayores afectadas por una enfermedad que los expertos han empezado últimamente a diagnosticar como síndrome del marido jubilado (SMJ).Terakawa cuenta que se sentía encadenada a la tradición de las mujeres mayores entregadas en cuerpo y alma al bienestar de sus maridos.

La jubilación apartó al marido de Terakawa de la red social creada por su trabajo, le dejó sin amigos y a ella le supuso la presión de llenar ese tiempo vacío. Semanas después él ya no salía prácticamente de casa. Muchas veces, le prohibía a ella que saliera con sus amigas. Si la dejaba marcharse, ella tenía que prepararle antes la comida. Terakawa tuvo úlcera de estómago y hablaba con dificultades, además de tener erupciones alrededor de los ojos.

Cuando le descubrieron pólipos en la garganta sin razón médica, la enviaron a un psiquiatra, que le diagnosticó SMJ. Era Nobuo Kurokawa, que acuñó el término en 1991. Kurokawa le dijo: "Venga a terapia. Y pase todo el tiempo posible sin su marido".

Aunque este tipo de tensión es un problema habitual en la mayoría de los países desarrollados, los analistas dicen que Japón se ha convertido en un caso especial por miles de razones.

Una quinta parte de los japoneses tiene más de 65 años, el mayor porcentaje del mundo. Según Kurokawa, el síndrome afecta al 60% de las mujeres con marido jubilado. Si bien el reparto de papeles entre los sexos ha cambiado para los jóvenes y las mujeres se han incorporado al mundo laboral, los japoneses de más edad siguen siendo mucho más rígidos. Como la mayoría de su generación, el marido de Terakawa, cuenta ella, le exigía estricta obediencia, pese a que pasaba su vida casi totalmente alejado de ella y sus tres hijos. Se iba a la oficina nada más amanecer y se quedaba hasta tarde porque confraternizaba tras el trabajo. Llegaba a ir de vacaciones, la mayoría de las veces, con colegas y clientes. "Aprendí a tener mi vida, mi forma de hacer las cosas, en los años en los que nunca estaba en casa", dice Terakawa.

A medida que los matrimonios mayores tienen que pasar más tiempo juntos y a solas, los divorcios de casados más de 20 años (grupo en que entran la mayoría de los ancianos japoneses casados) crecen más del doble de los 20.435 casos en 1985, según las estadísticas oficiales. Se avecina la jubilación de un número sin precedentes de japoneses, casi siete millones entre 2007 y 2009.

Los expertos advierten de que el síndrome puede dispararse. Los japoneses presumen de ser los más longevos de la Tierra, pero los hombres de más edad se aferran a la idea de que sus mujeres son criadas a su servicio, por lo que muchas mujeres consideran esa longevidad más una maldición que una fortuna. El miedo a los maridos que vuelven a casa para quedarse se ha vuelto un tema de moda en Japón. Las librerías están abarrotadas de manuales de autoayuda para las mujeres mayores que intentan salir adelante con unos maridos convertidos en sodaigomi, basura que estorba.

"Para nosotros es un problema grave", dice Sayoko Nishida, un experto de 63 años que ha escrito dos libros sobre el tema y organiza retiros zen para ayudar a parejas ancianas a superar el SMJ. "Uno de los factores más importantes es que no somos una cultura en la que la gente exprese a las claras sus sentimientos, y muchas mujeres mayores no tienen dónde acudir para compartir su angustia".

Tomohisa Kotake, banquero jubilado de 66 años, conoce bien el asunto. "Yo era un típico marido japonés jubilado, no hacía nada y pedía a mi mujer que me atendiera", cuenta. Su mujer seguía teniendo muchas amigas, mientras que los amigos de él eran, sobre todo, conocidos del trabajo. A instancias de ella se apuntó a uno de los más de 3.000 grupos de apoyo que han aparecido, dedicados a reciclar a los hombres jubilados para ser más comunicativos con sus mujeres.

El grupo de Kotake, llamado Hombres en la Cocina, le enseñó a hacer la compra, cocinar y limpiar. Ahora lava los platos y cocina por lo menos una vez a la semana. "Nunca olvidaré su mirada de felicidad la primera vez que limpié la casa mientras ella se bañaba", cuenta. La mujer de Kotake, Nobuko, de 62 años, habla de su marido en términos entusiastas. Añade que muchas veces ha dejado de salir con sus amigas para pasar más tiempo con él.

Tres mujeres japonesas se apoyan al entrar en el Parque de la Paz en Hiroshima el pasado verano.ASSOCIATED PRESS

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