FESTIVAL DE SITGES

Quentin Tarantino produce 'Hostel', una sangrienta película de "terror realista"

El cineasta presenta el filme, dirigido por Eli Roth, a un público totalmente entregado

El público que asistió el miércoles por la noche en Sitges a la proyección de la película Hostel, producida por Quentin Tarantino, tuvo que aguardar durante casi dos horas, bajo la molesta lluvia, a que abrieran las puertas del cine. Problemas técnicos habían retrasado los pases durante todo el día. Cuando por fin los espectadores entraron en la sala eran casi las dos de la madrugada. Pero lo más sorprendente fue que, pese al plantón, casi nadie rechistó. Ni se marchó. Pudieron más las ganas de los asistentes a la sesión -la inmensa mayoría, fans empedernidos del director de ...

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El público que asistió el miércoles por la noche en Sitges a la proyección de la película Hostel, producida por Quentin Tarantino, tuvo que aguardar durante casi dos horas, bajo la molesta lluvia, a que abrieran las puertas del cine. Problemas técnicos habían retrasado los pases durante todo el día. Cuando por fin los espectadores entraron en la sala eran casi las dos de la madrugada. Pero lo más sorprendente fue que, pese al plantón, casi nadie rechistó. Ni se marchó. Pudieron más las ganas de los asistentes a la sesión -la inmensa mayoría, fans empedernidos del director de Kill Bill- de ver en vivo a su ídolo que la incómoda espera. Tarantino no los defraudó. Subió al escenario, tras la larga sobremesa -el orujo tras el carajillo le encantó- en un restaurante del recóndito puerto de Aiguadolç, totalmente eufórico. Y sus incondicionales, que no dejaron de piropearlo, silbar y hacerle fotografías, se rindieron a él.

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Presentó Hostel, con vaqueros y una camiseta negra. Le acompañaban el director del filme, Eli Roth, la actriz Barbara Nedeljakova y el especialista en efectos especiales Greg Nicotero -que recibió uno de los premios de honor del festival, La Máquina del Tiempo-, estrecho colaborador del director de Pulp fiction, que se mostraron tan alborozados como él. Tarantino, entre taco y taco, recordó, para satisfacción del auditorio, que desde 1992, año en que acudió por primera vez al Festival de Sitges donde fue premiado por Reservoir dogs, se siente unido a este certamen y a un "público que entonces, cuando muchos de los que habían visto mi película la consideraban asquerosa, no abandonó la sala".

Unas horas después de comparecer ante sus seguidores, Tarantino hizo lo propio, ayer por la mañana, ante la prensa. Igual de divertido y con ese toque gamberro que le caracteriza. En ella, este inmenso provocador habló sobre todo de Hostel -un sangriento filme de terror juvenil que firma el autor de Cabin fever- y de su implicación en esta película. "La idea es de Eli Roth, quien también escribió el guión, pero fue necesario ir mirándolo con el microscopio para afinarlo cada vez más", comentó el cineasta, que insistió en que su labor consistió principalmente en depurar la película de elementos de "terror fantástico". "Hostel no es un filme de terror fantástico. Su terror es realista, porque son las situaciones reales las que provocan más miedo", zanjó.

Sobre la posibilidad de que Hostel -rodada en Eslovaquia- tenga problemas de censura en Estados Unidos, por sus escenas extremadamente escabrosas, Tarantino dijo que confiaba en que eso no sucediera, si bien no ocultó que puede haber complicaciones, "porque Eli ha apostado fuerte por la mezcla de sexo y violencia, lo que es posible que nos acarreé algún problema".

Tarantino, que llegó a Sitges el miércoles y tiene intención de quedarse hasta el último día del festival, el próximo martes, informó de que su proyecto más inmediato es dirigir una producción cinematográfica de terror, de dos horas de duración, a cuatro manos con Robert Rodríguez titulada Grind house -la parte de la que se ocupa él lleva por nombre Death proof y la de Rodríguez, Planet terror-. Se trata de un plan de los hermanos Harvey y Bob Wenstein, productores de Tarantino y Rodríguez en sus inicios.

De izquierda a derecha, Quentin Tarantino y Greg Nicotero, en Sitges.SUSANNA SÁEZ
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