Editorial:

Ciberseñorías

El nuevo curso político ha traído consigo una nada despreciable reforma en las herramientas de trabajo del Congreso de los Diputados. La informática ha llegado al hemiciclo con la colocación de ordenadores en cada uno de los pupitres de los parlamentarios, que ya tienen acceso a Internet y a mensajería electrónica para facilitar su trabajo. La introducción de la informática no ha estado exenta de avatares, fallos y riesgos, pero sin duda son mucho más las ventajas y en teoría debe facilitar y aumentar la labor legislativa. ¿Si Internet está en nuestros hogares cómo no debe formar parte de los ...

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El nuevo curso político ha traído consigo una nada despreciable reforma en las herramientas de trabajo del Congreso de los Diputados. La informática ha llegado al hemiciclo con la colocación de ordenadores en cada uno de los pupitres de los parlamentarios, que ya tienen acceso a Internet y a mensajería electrónica para facilitar su trabajo. La introducción de la informática no ha estado exenta de avatares, fallos y riesgos, pero sin duda son mucho más las ventajas y en teoría debe facilitar y aumentar la labor legislativa. ¿Si Internet está en nuestros hogares cómo no debe formar parte de los instrumentos al servicio de nuestros representantes políticos?

Alguien ha dicho con acierto que "sus ciberseño-rías" se encontrarán ahora más cerca del ciudadano. Internet es un invento revolucionario y se ha convertido en un sistema tan imprescindible como el teléfono, la radio o la televisión, pese a que su uso en España no ha alcanzado siquiera a la mitad de hogares. La revolución cibernética en el madrileño palacio de la carrera de San Jerónimo ha sido posible gracias a la tenacidad del presidente del Congreso, Manuel Marín, un apasionado de la cosa para quien resulta inconcebible que no pocos diputados no sepan todavía enviar un correo electrónico o confíen más en su memoria que en la informática. El objetivo es ampliar la labor legislativa con nuevos medios, aunque los diputados estén aún lejos del apoyo de personal con que cuentan los legisladores en países de nuestro entorno.

De los dos objetivos primordiales de Marín en esta legislatura al frente de las Cortes -la informatización de los trabajos parlamentarios y la aprobación de la reforma del Congreso, atascada desde hace 15 años-, uno ya se ha cumplido. En cuanto al segundo, debe haber comprendido ya que ni el PSOE ni el PP cuentan con él para alumbrarla. Es más fácil poner ordenadores que intentar hacer política.

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