Reportaje:ESCAPADAS

Sesión antiestrés junto al mar

La costa oriental de Asturias invita a tranquilos paseos otoñales

Nada mejor para combinar nudismo y naturaleza, tradición y sabrosa gastronomía como los parajes vecinos de Llanes: acantilados salvajes, playas idílicas y aguas frescas se alternan en un paisaje hermosísimo no tocado aún por la voraz especulación. Son las playas de oriente de Asturias.

Tres días disfrutando de estos parajes relajan tanto como una semana en cualquier spa de moda. Arenas finísimas, aires limpios, sol acariciante, gastronomía deliciosa, olas masajeantes, paseos rurales, aguas vivificantes, ducha de nubes y sobredosis de paz.

Si se busca el sol, el baño y aren...

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Nada mejor para combinar nudismo y naturaleza, tradición y sabrosa gastronomía como los parajes vecinos de Llanes: acantilados salvajes, playas idílicas y aguas frescas se alternan en un paisaje hermosísimo no tocado aún por la voraz especulación. Son las playas de oriente de Asturias.

Tres días disfrutando de estos parajes relajan tanto como una semana en cualquier spa de moda. Arenas finísimas, aires limpios, sol acariciante, gastronomía deliciosa, olas masajeantes, paseos rurales, aguas vivificantes, ducha de nubes y sobredosis de paz.

Si se busca el sol, el baño y arenas blancas de película, dos playas, las reinas de la zona, ubicadas en Niembro, a ocho kilómetros de Llanes. Las dos se escriben con T: Toranda y Torimbia. La primera, más familiar y accesible; la segunda, más lejana, agreste, tolerante y diseñada por la naturaleza para perderse, solo o en buena compañía, hasta que el sol se pone.

Dos playas asturianas, Toranda y Torimbia, son el punto de partida de una ruta entre el azul del Cantábrico y el verde de un paisaje campestre, junto a huertas y aperos de labranza.

Toranda, conocida por los lugareños como playa de Niembru, con unos 350 metros de longitud y 72 de ancho con la pleamar, es la hermana pequeña de Torimbia. Flanqueada por el cabo Prieto y la punta la Boriza, decorada con diseminados islotes y en medio de un entorno agrícola, el aparcamiento y el restaurante próximos la convierten en un lugar ideal para acudir en familia, hacer volar cometas o dejar que los niños alimenten su creatividad en el área de las construcciones con arena.

A la izquierda, mirando al mar, un camino de tierra comunica esta playa con su hermana mayor. El trayecto, según la premura del visitante, puede durar entre 15 y 30 minutos. Mas vale la pena recorrerlo, bordeando el mar, disfrutando de esas rocas que, como barcos abandonados, adornan la costa asturiana. Así, se llega hasta el mirador que nos descubre la rutilante magnitud de Torimbia. Desde aquí mostró doña Leticia al príncipe Felipe, el pasado mes de agosto, tan romántico lugar... pero no bajaron a la arena.

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También se puede acceder en coche, por una vía de grava, hasta la parte superior de la playa, desde donde se ofrece una panorámica global y fabulosa de este enclave, una playa tallada como con machete por una mano sobrenatural, sobre la verde montaña, con esa forma de concha -de medio kilómetro de longitud y 75 metros de anchura-, su arena blanca y sus rompientes aguas, todo ello de una elegancia perturbadora. Tanta, que sedujo a José Luis Garci hasta el punto de utilizarla como plató natural de su película El abuelo. Un paseo por Torimbia, por esos charcos que deja la marea al retirarse, nos devuelve a ese momento infantil de sentir el líquido cosquilleando entre los dedos de los pies. Un paisaje para recargar las pilas, para soñar u olvidar.

Si volvemos la vista tierra adentro, dando la espalda al océano, los bosques y las montañas nos regalan el contraste, la dualidad de una tierra bendecida por la madre naturaleza. Esta nada exagerada afirmación se puede corroborar desde el mirador situado después de Llanes, dirección Cué, entre las playas de la Ballota y la de Andrín. El panorama es ahí sobrecogedor, con acantilados horadados por grietas, el hilo musical de las gaviotas alborotadas y los nobles Picos de Europa a su espalda, presidiendo el horizonte. Otro cineasta, Gonzalo Suárez, rodó aquí una de las secuencias iniciales de El detective y la muerte, protagonizada por Javier Bardem.

Y si los placeres de las dos playas que empiezan por T no fueran suficientes, hay otras cercanas que no le van a la zaga: Poo, en la carretera de Celorio a Llanes, ofrece la peculiaridad de un mar que se cuela entre prominencias calizas provocando curiosas pleamares. Allí el ambiente es familiar, con chavales echando un partido sobre la suave arena, propiciado por la cercanía del pueblo y varios bares que desparraman sus terrazas sobre la playa. Otras joyas cercanas son Cué, San Martín y Toró, salpicada por cientos de piedras, como si hubiera habido sólo allí una lluvia de meteoritos.

Sabores sublimes

En el trayecto, concentrado de verdor donde reinan las hortensias y los hórreos, gobernada por las mansiones de los indianos que se trajeron sus palmeras allende los mares. Si a todo lo anterior le añadimos los sabores del cocido montañés, la fabada o el arroz con leche, el placer puede alcanzar niveles casi escandalosos.

Mas el viaje no estaría completo sin una visita al epicentro del concejo: la ilustre ciudad de Llanes. Perderse por sus calles vetustas resulta delicioso, culminando en los coloridos Cubos de la memoria, del escultor Agustín Ibarrola. Pero el deleite de los sentidos no se agota ahí: continuando el litoral se llega a la playa el Sablón, la family beach de Llanes, donde se encuentra el restaurante-bar del mismo nombre, perfecto para hacer escala antes de iniciar la excursión de más de un kilómetro por el paseo de San Pedro.

Desde esta alfombra verde, elevada unos 50 metros sobre el mar, el espectáculo emociona: a un lado, el bravo acantilado; al otro, la ciudad, espléndida; detrás de ésta, la Sierra de Cuera, a continuación se intuye el semidesconocido Valle Oscuro y, al fondo, reinando, los Picos de Europa. Con la cambiante luz otoñal, el decorado parece acercarse o alejarse, suavizarse o endurecerse.

Finalmente, para bucear entre los verdes mutables de los bosques asturianos, se puede tomar el camino de Llanes a Pancar, pocos kilómetros de estrecha carretera que conviene hacer a pie: bosques y prados lo franquean formando un pasadizo natural hermoso y muy relajante. De regreso, un descanso en el céntrico café El Pinín, un final perfecto para esta estimulante incursión en el universo de la Asturias más oriental.

Un excursionista se acerca a la playa de Torimbia, cerca de Llanes, en la costa oriental del Principado de Asturias.HEINZ HEBEISEN

GUÍA PRÁCTICA

Dormir.- Pensión Toranda (985 40 79 64; 619 71 84 96). En la localidad de Niembro, a 1,5 kilómetros de de las playas de Toranda y Torimbia. Dos estrellas. Cinco habitaciones dobles con baño completo y televisión. Precio de la habitación doble, entre 27 y 48 euros, según la temporada.- Pensión Mariaje (985 40 26 32). En el barrio La Cavila, en Celorio. Habitación doble con desayuno, 24 euros.- Hotel La Portilla (985 40 78 42; 616 87 03 00). En Niembro. Habitación doble, 42 euros.Comer- Casa Poli (985 41 12 17). En Puertas de Vidiago. Cocina popular: patatas alioli, picadillo, callos, filetes que se salen del plato, tarta de queso, flan de turrón. En horas punta se llena mucho. Precio medio por persona, unos 30 euros.- El Bodegón (985 40 01 85). En Llanes: sidrería ubicada al lado de la iglesia de la Magdalena. Lo mejor es comer a base de raciones (calamares, chipirones, sardinas...). Por unos 20 euros de media.- La Cueva (985 40 18 64). Calzada, s/n. En Llanes. Raciones y pescado a la brasa. Alrededor de 25 euros.- Migal (985 40 12 01). En Cué. Terraza, raciones baratas. Precio medio, entre 18 y 20 euros.Información- Turismo de Asturias (902 300 202; www.infoasturias.com).- Oficina de turismo de Llanes(985 40 01 64; www.ayuntamientodellanes.com).- www.desdeasturias.com.- www.el-caminoreal.com/playas/playatorimbia.- www.vivirasturias.com- www.llanesnet.com.

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