La oleada de huelgas deja la isla de Córcega aislada del continente

Los sindicatos rechazan la privatización parcial de una empresa naviera

Córcega y Marsella se preparaban para una noche caliente. Córcega estaba totalmente incomunicada con el continente, bloqueados los puertos y los aeropuertos de Bastia y Ajaccio, mientras que en Marsella se desarrollaba una manifestación frente al Palacio de Justicia. Dos de los cuatro sindicalistas detenidos por el secuestro del buque Pascal Paoli en protesta por la privatización de la naviera SNCM fueron puestos en libertad.

El juez, sin embargo, parecía decidido a meter en la cárcel al líder del Sindicato de Trabajadores Corsos (STC), Alain Mosconi, y al delegado sindical Félix...

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Córcega y Marsella se preparaban para una noche caliente. Córcega estaba totalmente incomunicada con el continente, bloqueados los puertos y los aeropuertos de Bastia y Ajaccio, mientras que en Marsella se desarrollaba una manifestación frente al Palacio de Justicia. Dos de los cuatro sindicalistas detenidos por el secuestro del buque Pascal Paoli en protesta por la privatización de la naviera SNCM fueron puestos en libertad.

El juez, sin embargo, parecía decidido a meter en la cárcel al líder del Sindicato de Trabajadores Corsos (STC), Alain Mosconi, y al delegado sindical Félix Dagregorio.

El jueves por la noche hubo un atentado con lanzagranadas contra la sede de la Prefectura en Bastia, sin que se produjeran víctimas personales -aunque el prefecto Pierre-René Lemas se encontraba a escasos 10 metros del lugar del impacto-, que tiene todas las características del terrorismo independentista corso, cuya incorporación al conflicto supondría una importante escalada en la violencia. De hecho, Mosconi nunca ha escondido sus simpatías por esta causa.

El primer ministro francés, Dominique de Villepin, lanzó una llamada a la calma y advirtió: "No se puede impunemente multiplicar las huelgas, los bloqueos, sin que eso tenga consecuencias sobre nuestros conciudadanos en la isla". El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que se encontraba de visita en la isla de La Reunión, en el océano Índico, emprendió urgentemente su viaje de vuelta a París. El Gobierno teme que el conflicto acabe contaminando también la jornada de movilización social convocada el próximo martes en toda Francia contra la política del Gobierno y en defensa del empleo por las principales centrales sindicales.

La situación en la isla mediterránea era confusa y tensa. Unos 4.000 turistas vagaban por las calles de las dos grandes ciudades y los muelles de los puertos sin que ni las autoridades locales ni los responsables de las navieras y las líneas aéreas les ofrecieran ninguna solución. Los aeropuertos estaban bloqueados por la huelga del personal de tierra y de los servicios de bomberos. Los altercados verbales con los manifestantes corsos eran constantes, aunque no hay noticias sobre enfrentamientos. Por la mañana, los trabajadores de las dos grandes distribuidoras de carburante, que se habían declarado en huelga, dejaron salir algunos camiones para abastecer las gasolineras.

Mientras tanto, el origen de este conflicto, la privatización de la Sociedad Nacional Córcega-Mediterráneo (SNCM), la ruinosa naviera pública que sirve las líneas entre la Francia Continental, Córcega, Argelia y Túnez, seguía su tortuoso camino. La decisión del primer ministro de dar marcha atrás en la anunciada venta del 100% de la naviera al grupo de inversiones Butler Capital Partners (BCP) y ofrecer un nuevo plan de privatización que contempla que el Estado conserve el 25% del capital, los asalariados, un 5%, y el resto se lo repartan BCP y el operador Veolia Connex, chocaba, por una parte, con el rechazo frontal de los sindicatos y por otra con las reticencias de la Comisión Europea.

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El titular de Finanzas, Thierry Breton, viajó ayer a Bruselas para obtener el visto bueno de la Comisión, pero sólo consiguió que el plan fuera aceptado si suponía "una solución temporal" que debía desembocar en la rápida privatización total de la naviera. El propio De Villepin dijo que su Gobierno "no puede ir más lejos". Por su parte, los representantes del sindicato CGT, que junto al STC controlan la naviera, abandonaron ayer la mesa de negociación formada por el Gobierno y las dos empresas que pretenden hacerse con el control de la SNCM.

El juez de Marsella tenía que pronunciarse sobre la suerte de Mosconi y de Dagregorio a lo largo de la noche de ayer. La fiscalía ha pedido su encarcelamiento. El fiscal les acusa de organizar el secuestro del Pascal Paoli, un delito por el que podrían ser condenados a 20 años de prisión, y por el secuestro de la tripulación del buque, a la que obligaron a poner rumbo a Bastia. Un comando antiterrorista a bordo de cinco helicópteros acabó con el secuestro la mañana del miércoles en una espectacular acción militar.

La entrada en prisión de Mosconi, cuyo hermano fue dejado en libertad por el juez ayer por la tarde, podría avivar enormemente la tensión en Bastia y en toda la isla, donde los violentos enfrentamientos entre manifestantes simpatizantes del STC y las fuerzas policiales son una constante desde que hace cuatro días el prefecto de Córcega anunciara la privatización de la SNCM. Otro tanto podría suceder en el puerto de Marsella, el más importante de Francia, que lleva cuatro días bloqueado por los trabajadores del sindicato CGT. Los partidos de fútbol que debían jugar este fin de semana el Ajaccio, de la Primera División francesa, y el Bastia, de la Segunda, han sido pospuestos.

Familiares de los marineros corsos en huelga se manifiestan en Bastia contra la privatización de una naviera.

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