Reportaje:ESCAPADAS | Museo de las Villas Romanas

Suspiros de Hispania

Leyendo a Horacio ("Dichoso aquel que, lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda..."), uno puede llegar a la idílica conclusión de que los romanos suspiraban por el agro, pero lo cierto es que, en aquellos días de auge imperial y ciudadano, nadie hubiera trocado el foro por el arado, ni siquiera el autor de Beatus ille.

De hecho, viajando a Brindisi, Horacio tuvo que reconocer que el agua de las posadas sabía a rayos e irse más de una noche a la cama sin cenar, echando pestes del...

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Leyendo a Horacio ("Dichoso aquel que, lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda..."), uno puede llegar a la idílica conclusión de que los romanos suspiraban por el agro, pero lo cierto es que, en aquellos días de auge imperial y ciudadano, nadie hubiera trocado el foro por el arado, ni siquiera el autor de Beatus ille.

De hecho, viajando a Brindisi, Horacio tuvo que reconocer que el agua de las posadas sabía a rayos e irse más de una noche a la cama sin cenar, echando pestes del campo. En el siglo IV, todo cambia: el imperio se desmorona y, con él, las ciudades que lo vertebran, iniciándose un proceso de ruralización en el que la tierra aparece como único horizonte de poder y riqueza.

La obra, arropada por edificios vanguardistas, mereció el Premio Europa Nostra en 2004
Una quinta del siglo IV, con termas y ricos mosaicos, evoca la vida rural del bajo imperio en el sur de Valladolid

Tal es el marco en que se encuadra la villa romana de Almenara-Puras, una casa campestre de 2.500 metros distribuidos en 30 estancias, con termas, patios ajardinados y salones tapizados de mosaicos, en la que algún latifundista hispano hizo realidad el viejo ideal horaciano, ayudado, eso sí, por un montón de esclavos. Que semejante choza se construyera en las postrimerías del imperio, con las hordas bárbaras llamando a todas las puertas cual vendedoras de Avon, es algo que sólo puede explicarse por la relativa calma que reinaba en estos confines occidentales del orbe romano.

Una calma como la que, 17 siglos después, se respira aún en el lugar donde afloran sus ruinas: la vasta llanura cerealista del sur del Valladolid, a medio camino entre dos aldehuelas -Almenara de Adaja y Puras- donde no hay una tienda, un taller, un horno de pan, ni siquiera un bar. Más "lejos de los negocios", imposible.

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Descubierto en 1887, el yacimiento atravesó durante más de un siglo los típicos periodos de actividad frenética, parones y expolios hasta que, en 1996, la Diputación y la Universidad de Valladolid se pusieron de acuerdo para acometer la campaña definitiva, exhumando la totalidad de la zona residencial de la villa y levantando a su vera un museo dedicado a la vida rústica en el mundo romano: una obra ejemplar, arropada por edificaciones de corte vanguardista, que ha merecido en 2004 el premio Europa Nostra.

El museo propiamente dicho consta de siete secciones, en las que se abordan, mediante proyecciones, maquetas y pantallas interactivas, todos los aspectos del otium y del negotium en las fincas romanas: tipos de villas, cultivos, aperos, pesas y medidas, juegos domésticos...

Muy curioso, a la par que apetecible, el apartado sobre gastronomía, donde se describen con detalle recetas como los huevos a la miel o la sopa de rosas y sesos, además de múltiples preparaciones de albóndigas, por las que los antiguos romanos sentían una pasión tan enfermiza como los modernos por las pizzas.

Desde la última sección del museo, se accede directamente a las grandes naves abovedadas que albergan las ruinas de la villa, siguiendo una pasarela elevada que permite contemplar, a vista de salamandra, los amplios salones, los patios porticados y las lujosas termas. Éstas contaban incluso con una sala de reposo triabsidiada, donde nada cuesta imaginar al dueño charlando en porretas con otros terratenientes o con algún primo del emperador Teodosio, que era de estos pagos: de la segoviana Coca, para más señas.

La joya de la casa, sin embargo, son los mosaicos que adornan la mitad de sus estancias, señaladamente bello aquel que muestra a las ninfas deparando amorosos cuidados al caballo Pegaso, después de que éste hiciera brotar, de una coz, la fuente Hipocrene en el monte Helicón.

A caballo, envueltos en pieles hediondas y con la melena untada de manteca rancia, entrarían en la villa los vándalos a principios del siglo V y, haciendo una hoguera sobre el inútil mosaico, verían arder con analfabeta impavidez el rollo de papiro donde un poeta de ciudad decía maravillas de la vida en el campo.

Tierra de asados y arte mudéjar

- Cómo ir. El yacimiento se halla entre los términos vallisoletanos de Puras y Almenara de Adaja, a 137 kilómetros de Madrid yendo por la autopista A-6 hasta Adanero y luego por la carretera N-601.

- Visita. Museo de las Villas Romanas (tel. 983 62 60 36; www.museodelasvillasromanas.com): abre todos los días, excepto los lunes no festivos, de 10.30 a 14.00 y de 16.30 a 20.00. Consultar horario de invierno a partir del 16 de octubre. Entrada: 3 euros.

- Alrededores. En Olmedo (a 10 kilómetros): Parque Temático del Mudéjar, con maquetas gigantes de 21 monumentos de ladrillo de los siglos XII al XV. Este parque y el Museo de las Villas Romanas se pueden visitar pagando una entrada conjunta de sólo 4,80 euros.

- Comer. Los Marinos (Olmedo; teléfono 983 60 00 40): cocina casera; 15 euros. Mesón Mariano (Olmedo; tel. 983 60 05 09): lechazo, cochinillo y natillas; 18 euros. Piedras Blancas (Olmedo; tel. 983 60 01 00): arroces y parrilladas de pescado; 20 euros. La Muralla (Coca; tel. 921 58 64 03): carnes a la brasa y mariscadas, en un comedor de decoración inspirada en la antigua Roma; 25 euros.

- Dormir. Puentes Mediana (Hornillos; tel. 686 93 48 75): finca de agroturismo situada a orillas del Eresma, con restaurante ecológico; doble, 45 euros. La Resinería (tel. 921 58 65 34): antigua fábrica de resina y pez, transformada en un acogedor centro de turismo rural junto al Eresma; 57 euros. La Posada del Pinar (Pozal de Gallinas; tel. 983 48 10 04): 19 habitaciones en medio de un pinar de 130 hectáreas, con piscina en la vieja alberca; 75 euros.

- Comprar. En la tienda del museo se venden reproducciones de objetos de la época romana, como ungüentarios y lucernas.

- Más información. Patronato Provincial de Turismo (983 42 71 00; www.dip-valladolid.es). Central de Información de Turismo de Castilla y León (902 20 30 30; www.jcyl.es/turismo

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