Columna

Exposiciones

El Museo de Bellas Artes ha comenzado la temporada con dos exposiciones muy interesantes y muy visitadas este fin de semana pasado. El retablo de Arnao de Bruselas es maravilloso, está muy bien montada la exposición y es un placer ver las esculturas tan de cerca. Me chocó la restauración de algunas esculturas repintadas con colores agresivos y opacos mientras que otras conservaban la transparencia a la que estamos acostumbrados, pero pienso que se debe a la colocación que tendrán en el retablo y la distancia desde la que se verán cuando todo esté en su lugar.

La exposición de Ribera tie...

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El Museo de Bellas Artes ha comenzado la temporada con dos exposiciones muy interesantes y muy visitadas este fin de semana pasado. El retablo de Arnao de Bruselas es maravilloso, está muy bien montada la exposición y es un placer ver las esculturas tan de cerca. Me chocó la restauración de algunas esculturas repintadas con colores agresivos y opacos mientras que otras conservaban la transparencia a la que estamos acostumbrados, pero pienso que se debe a la colocación que tendrán en el retablo y la distancia desde la que se verán cuando todo esté en su lugar.

La exposición de Ribera tiene también mucho interés. Es difícil saber cómo pintaba con exactitud porque sobre sus gruesos lienzos ponía una espesa pasta de preparación, de manera que al enrollar sus telas se cuarteaba la pintura y están muy restaurados. Restauración, por otra parte, que no es fácil porque los cuadros estaban pintados para verlos con luz de vela. De hecho, en la exposición de Caravaggio en la National Gallery de Londres buscaron una iluminación similar a la de las velas y me pareció magnífico.

Algunas telas están como planchadas y perdieron la riqueza de la pincelada; otras han sido repintadas peor o mejor, y algunos barnices son demasiado brillantes. De todos modos en esta exposición, en la que se pueden ver obras de diferentes lugares, hay muchas cosas interesantes. Como los San Jerónimos, por ejemplo, que es el santo más representado. Entre ellos, el San Jerónimo con el ángel es el más español, me recuerda lo que después pintarían Valdés Leal y Murillo; en otro cuadro es curioso que le han llevado sus libros de estudios al desierto, donde suelen representarlo sólo como penitente; y en el que está estudiando me encantó. El San Juan Bautista de Valladolid es maravilloso, con ese rojo tan bien puesto como en el Santiago que tenemos en nuestro museo. San Pablo es estupendo y está en muy buen estado, como también ocurre con San Gregorio Magno. A principios del XVII, Ribera pinta muchos filósofos clásicos -Velázquez también lo hizo-, y son misteriosos y estupendos; el más cercano es Demócrito por su sonrisa optimista. Me pregunto quiénes fueron los mecenas y por qué los encargaban. Un placer y un buen comienzo de temporada.

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