ELECCIONES EN AFGANISTÁN

Los hombres votan en nombre de las mujeres

Las filas mixtas de hombres y mujeres que ayer se vieron en algunos colegios electorales de las provincias Paktya, Paktika y Jost no fueron un signo de modernidad, sino todo lo contrario. La Fundación para unas Elecciones Libres y Justas en Afganistán (FEFA, en sus siglas inglesas) denunció que algunos hombres, además de depositar su voto, decidieron hacer lo propio con el de sus esposas, hijas o hermanas. Así que, sin ningún complejo, hicieron cola ante las mesas reservadas para las mujeres.

"En el distrito de Zurmat, en la provincia de Paktya, nuestros observadores encontraron a un ho...

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Las filas mixtas de hombres y mujeres que ayer se vieron en algunos colegios electorales de las provincias Paktya, Paktika y Jost no fueron un signo de modernidad, sino todo lo contrario. La Fundación para unas Elecciones Libres y Justas en Afganistán (FEFA, en sus siglas inglesas) denunció que algunos hombres, además de depositar su voto, decidieron hacer lo propio con el de sus esposas, hijas o hermanas. Así que, sin ningún complejo, hicieron cola ante las mesas reservadas para las mujeres.

"En el distrito de Zurmat, en la provincia de Paktya, nuestros observadores encontraron a un hombre que esperaba para votar con una decena de tarjetas electorales de las mujeres de su familia", declaró Nader Nadiri, portavoz de la FEFA. Lo más grave es que tanto en ese caso como en otros detectados en Qala Barakat (Paktika) y algún distrito de Jost, los hombres lograron su propósito de votar en lugar de sus mujeres sin que al parecer encontraran impedimento del personal exclusivamente femenino de esas mesas. No está claro si por cada voto les marcaron con tinta un dedo distinto.

Más información

En las provincias afectadas, de mayoría pastún, los observadores internacionales ya detectaron la inscripción de mujeres por persona interpuesta antes de que comenzara la campaña. Se trata de la zona de Afganistán donde más estrictamente se practica el enclaustramiento de la mujer.

Un afgano se mira el dedo manchado de tinta tras votar en Kandahar.REUTERS
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