Editorial:

La gran OPA eléctrica

La oferta pública de adquisición (OPA) de Gas Natural sobre Endesa, lanzada el lunes, exhibe un enorme calado. Financieramente, es la de mayor envergadura en la historia de España. Y empresarialmente, la resultante sería una compañía con 30 millones de clientes en 11 países, la cuarta de Europa por tamaño, lo que multiplicaría su competitividad en un medio globalizado. Implicaría una reordenación del mapa energético español, incluyendo el acuerdo inicial de su principal competidora, Iberdrola, para adquirir los activos de los que deba desprenderse la nueva sociedad por razones de competencia. ...

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La oferta pública de adquisición (OPA) de Gas Natural sobre Endesa, lanzada el lunes, exhibe un enorme calado. Financieramente, es la de mayor envergadura en la historia de España. Y empresarialmente, la resultante sería una compañía con 30 millones de clientes en 11 países, la cuarta de Europa por tamaño, lo que multiplicaría su competitividad en un medio globalizado. Implicaría una reordenación del mapa energético español, incluyendo el acuerdo inicial de su principal competidora, Iberdrola, para adquirir los activos de los que deba desprenderse la nueva sociedad por razones de competencia. Y se produce, aparentemente, sin un indebido intervencionismo público, pues el Gobierno (a diferencia del anterior Ejecutivo del PP, que ejerció diversos vetos políticos sobre proyectos similares) ha mostrado ante ella una imparcialidad benevolente, independientemente de la sintonía de fondo que pueda existir entre sus promotores y los ministerios competentes.

Con esta ambiciosa apuesta, el mapa energético español debería mejorar: la adquisición de activos reforzaría a Iberdrola, le permitiría entrar más a fondo en el gas y posibilitaría su proyección internacional; a Endesa le brindaría un horizonte claro, tras varios ejercicios en que le cuesta dibujar un futuro a largo plazo, como empresa radicada en una ciudad en la que carece de mercado; y, por supuesto, consolidaría la añeja ambición de Gas Natural de convertirse en un gran operador en todos los escalones energéticos.

Pero se trata de una operación cuya complejidad corre pareja con su envergadura. Empresas e instituciones deben hilar fino para que el resultado sea de una mayor, y nunca inferior, competencia en el mercado energético, en favor de los consumidores, a través de un mayor acceso al gas de todos los actores. Algunos de los modestos (Hidrocantábrico) deben también poder crecer. Y sería saludable que la "OPA no solicitada" se trocase en "amistosa", no en "hostil".

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Pero un baile pacífico necesita de dos. La respuesta negativa formulada ayer por el consejo de Endesa, que calificó de "hostil" la operación, se basa en argumentos que suenan a una defensa corporativista de su cúpula. Así, la supuesta insuficiencia de la oferta contrasta con una prima alta comparativamente con otras operaciones; el inédito acuerdo previo con Iberdrola cortocircuita las alegaciones sin exhibir contraindicaciones. El pequeño accionista ya es bastante mayor para decidir sobre sus intereses. Más parece un envite de tanteo que una respuesta en toda regla.

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