Entrevista:ADRIÁ SERRA | PRESIDENTE DEL CONSEJO INTERTEXTIL ESPAÑOL

"El textil europeo se ha utilizado como moneda de cambio"

El directivo augura la práctica desaparición de la industria de vestuario en los próximos años

Que la amenaza china, tras el fin del Acuerdo Multifibras y de los contingentes que limitaron durante décadas las importaciones de textiles, se abatiría con toda su contundencia sobre Europa a partir del pasado 1 de enero nadie lo dudaba. Lo que nadie, sin embargo, había previsto era que el torrente de prendas made in China bajara con tal ímpetu que tuviera que ser contenido a riesgo de acabar con la debilitada industria europea. "Bastaron dos o tres meses para que los porcentajes de crecimiento de las importaciones superaran el 1.500% y el 2.000% en algunos productos", comenta A...

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Que la amenaza china, tras el fin del Acuerdo Multifibras y de los contingentes que limitaron durante décadas las importaciones de textiles, se abatiría con toda su contundencia sobre Europa a partir del pasado 1 de enero nadie lo dudaba. Lo que nadie, sin embargo, había previsto era que el torrente de prendas made in China bajara con tal ímpetu que tuviera que ser contenido a riesgo de acabar con la debilitada industria europea. "Bastaron dos o tres meses para que los porcentajes de crecimiento de las importaciones superaran el 1.500% y el 2.000% en algunos productos", comenta Adriá Serra, presidente del Consejo Intertextil Español, una de las organizaciones del sector que solicitaron a la Comisión Europea la activación de las cláusulas de salvaguardias destinadas a evitar el hundimiento de una industria, la europea, que aún agrupa a 170.000 productores y emplea a 2,5 millones de trabajadores.

"La industria textil y de confección está agotada. Ha habido un goteo de pérdida de ventas, de mengua de resultados, de recorte de plantillas"
"Sabemos perfectamente que China tiene una estrategia muy clara: hacerse con el liderazgo mundial de toda la industria manufacturera"
"En Europa y en España tenemos bazas que jugar: la calidad, las series bajas, la proximidad y la velocidad de suministro"

Pregunta. La avalancha de prendas chinas que se abatió este año sobre Europa y la ansiedad con que los importadores se han lanzado a por ellas no presagia nada bueno para nuestra industria. ¿No es así?

Respuesta. Bueno, al margen de los excesos sufridos este año, nosotros ya contábamos con que la industria europea de vestuario en los segmentos masivos desaparecerá casi totalmente en siete u ocho años y que la industria española proseguirá en los próximos años su proceso de adelgazamiento. Había 400.000 trabajadores hace unos años, ahora son 240.000 y en 2010 serán posiblemente 110.000 o 120.000.

P. ¿Si se contaba con la desaparición de ese segmento de la industria, para qué se ha impuesto un sistema de cuotas destinado a moderar la entrada de prendas chinas?

R. Para evitar que esto ocurra de golpe. Sabemos qué ocurrirá, pero hay que lograr que, al tiempo que se vaya produciendo ese adelgazamiento de nuestra industria, las empresas puedan reorientar su modelo de negocio hacía otro tipo de productos, algo que, por otra parte, estamos negociando con el ministro de Industria, José Montilla.

P. ¿Qué segmentos?

R. En Europa y en España tenemos bazas que jugar: la calidad, las series bajas, la proximidad y la velocidad de suministro. Y podremos mantener incluso una pequeña parte de la producción en los segmentos bajos. La avalancha china no se da en todos los segmentos. China es muy fuerte en el textil y confección para vestuario. Pero quedan otros segmentos.

P. Decía usted que incluso en el vestuario hay algunas posibilidades de resistir.

R. Sí. El vestuario es el segmento más sensible. Pero, la calidad es un factor importante. Los productos chinos van a una franja de consumo media o baja, en calidad y precio. A medida que se sube en la pirámide de consumo, dominan las grandes marcas de lujo, como Armani, que no producen en China, empresas que venden productos con materiales y fibras muy evolucionados, que no están al alcance de estos países. A parte de que tampoco les interesan. China y estos países están interesados en grandes series a bajo costo.

P. ¿Y cómo puede jugar la proximidad?

R. Pues que China y estos países tampoco pueden producir en condiciones de urgencia pues están a 14.000 kilómetros de distancia. Habrá siempre un porcentaje de la producción que, por razones logísticas, de proximidad y de urgencia de suministro tendrá que permanecer en Europa. Es como la fruta fresca. Tendremos que mantener una industria local.

P. En las últimas décadas, el textil europeo protagonizó una gran reconversión. Sin embargo, la crisis parece otra vez inminente. ¿Han servido de algo los esfuerzos hechos?

R. Sí, hemos obtenido resultados. Se ha perdido mucha industria, pero la que ha quedado es mucho más competitiva. Valga un dato: actualmente exportamos cerca del 50% de nuestra producción. Cierto es que el 60% de lo que consumimos en España también es importado. Pese al adelgazamiento del sector, nuestra industria ha demostrado una gran capacidad de reacción. Las exportaciones están creciendo al 10% anual y exportamos nuestros productos a Europa y al área del Mediterráneo. Ahora bien, pese a lo hecho, ya los 6.000 millones de euros invertidos en la modernización de nuestra industria, seguimos teniendo por delante una tarea ingente de reconversión. Y la industria textil y de confección está agotada. Ha habido un goteo de pérdida de ventas, de mengua de resultados, un esfuerzo de reducción de plantillas. No hay más recursos. Tenemos que seguir el proceso de adaptación, pero no lo podemos hacer solos.

P. ¿Esperaban ustedes, de todos modos, una avalancha tan avasalladora por parte de China como la que estamos viendo?

R. Sí, porque sabemos perfectamente que China tiene una estrategia muy clara, no sólo para el textil, sino para todas las manufacturas; hacerse con el liderazgo mundial de la industria manufacturera. Un objetivo que persigue basándose en unas reglas muy distintas de las nuestras; unos costes bajísimos, unos incentivos a la producción y a la exportación, un auténtico dumping económico contra el que no podemos luchar. Lo que no creo es que puedan sostener esa estrategia a largo plazo.

P. Teniendo en cuenta los acuerdos de apertura del comercio mundial, ¿hubiera sido posible hacer algo distinto de lo que se hizo?

R. No. La industria textil europea ha sido sacrificada a otros intereses, utilizada como moneda de cambio. Hace unos años, cuando el textil no estaba liberalizado, el objetivo de Europa era preservar su agricultura a toda costa, de modo que acabó cediendo, como mal menor, la industria a los países en desarrollo. Estos países necesitaban nuestros mercados para poder avanzar y desarrollarse y se les cedió el textil a cambio de poder venderles nuestra tecnología, bienes de equipo y maquinaria. Y preservar la agricultura.

P. ¿Ese esfuerzo de adaptación a los segmentos altos no tenía que haberse completado ya? Desde 1994, en Marrakesh, que ustedes sabían que esto iba a llegar.

R. Bien, lo que no se sabía en 1994 era que China iba a entrar en la OMC, además con efectos retroactivos al 2 de enero de 2002. Ocurrió que China entró con el tren en marcha. De golpe. Un tema que tenía enormes riesgos. El potencial de China es enorme. Es la fábrica del mundo. Si la situación no está siendo aún más grave se debe a que EE UU impuso una cláusula adicional, la de que si China distorsionaba un mercado con sus exportaciones, éste podría activar unas cláusulas de salvaguardia, que son las que se han activado este verano.

P. De hecho han sido activadas, tanto por Europa como por EE UU.

R. Pero Europa, al contrario de EE UU o Turquía, que cerraron unilateralmente las importaciones, decidió negociar previamente con los chinos un sistema de cuotas. El comisario de Comercio, Meter Mandelson, después de un acuerdo adoptado el 10 de junio de este año, marcado por la división en el seno de la UE entre los que quieren defender su industria (los países del sur) y los que no tienen industria (los del norte), optó por negociar con los chinos unas cuotas límite de importación para 2005, 2006 y 2007, que afectan sólo a 10 de 162 productos, pero que suponen el 50% o 55% de las importaciones textiles de China.

Adriá Serra, en una sala de reuniones del Consejo Intertextil Español.TEJEDERAS

"Decir que hay riesgo de desabastecimiento es un ejercicio de demagogia"

Pregunta. ¿Cuál es, según usted, la razón de que el acuerdo sobre cuotas haya fracasado?

Respuesta. El acuerdo no sirvió de nada, sólo aceleró la crisis. Fíjese que en 2004 se importaron 40 millones de pantalones de China y para este año se había fijado una cuota de 316 millones de prendas. Pues a primeros de agosto ya se agotaba esa cuota. Lo que hizo el acuerdo sobre cuotas fue acelerar el efecto importación. Los importadores trataron, en vista de la cláusula de salvaguardia, de llegar a acuerdos de compra y embarque antes de que les pillara la activación de la cláusula. Fue justo eso lo que provocó esa avalancha de prendas chinas, que ahora están en los puertos.

P. ¿Significa eso que los importadores han tenido su parte de responsabilidad en lo sucedido?

R. Lo que pienso es que el problema reside en el modo como se han fijado las cuotas. Este problema se vio agravado porque China, después del acuerdo de junio, tardó varias semanas en redistribuir las cuotas por su industria, algo que sólo llevó a cabo el 20 de julio. Como la industria china no sabía lo que tenía que hacer, siguió aceptando contratos de suministro de ropa. Y siguió vendiendo sin trabas. Creo que EE UU lo hizo mejor. Una vez que los chinos excedieron sus cuotas, aplicó la cláusula de forma unilateral y a rajatabla. Y sólo después inició una negociación sobre cuotas, tal como nosotros en Europa.

P. ¿Y que va a pasar ahora? Los importadores se quejan de que puede haber desabastecimiento.

R. Lo que están diciendo es un auténtico ejercicio de demagogia. Esa cifra de 70 millones de prendas esperando en los puertos es todo menos alarmante. No se puede decir que el mercado esté o vaya a estar desabastecido. Se ha intentado magnificar la situación y se ha levantado una enorme polvareda con el asunto, un culebrón de verano, ni más ni menos.

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