VISTO / OÍDO

Corrupción y patria

La corrupción tiene más fuerza que la patria. Tira más que la religión, que la ideología. Casi tanto como el sexo, o su hermano pobre, el amor. La palabra "patria" está casi desaparecida, da vergüenza usarla; la ideología está borrada y el amor no dice casi nunca que es amor. Hablo de Lula, en Brasil. O más bien por los lulos, sus compañeros de partido y Gobierno: se lo llevan todo. Quizá no tanto como dicen los noticieros, muchos de ellos más amantes de la corrupción que de la verdad, pero bastante activos en servir a su señor; la corrupción no es tanta como la de los antecesores en el...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La corrupción tiene más fuerza que la patria. Tira más que la religión, que la ideología. Casi tanto como el sexo, o su hermano pobre, el amor. La palabra "patria" está casi desaparecida, da vergüenza usarla; la ideología está borrada y el amor no dice casi nunca que es amor. Hablo de Lula, en Brasil. O más bien por los lulos, sus compañeros de partido y Gobierno: se lo llevan todo. Quizá no tanto como dicen los noticieros, muchos de ellos más amantes de la corrupción que de la verdad, pero bastante activos en servir a su señor; la corrupción no es tanta como la de los antecesores en el Gobierno del país de las favelas, pero la suficiente para que se monte la gran verbena de la ansiedad de poder.

No puedo en este caso aligerarme de peso, cambiar la ilusión por el desencanto (que es una forma espuria de tener razón) porque no creía en un dirigente obrero que inició su mandato visitando a Bush. Ah, no me inquieté entonces por su sumisión, sino por su ingenuidad. La izquierda, en general, es ingenua, y por eso tarda en salir a flote, o tiene que seguir entre dos aguas haciendo su trabajo. A Chávez se lo comen vivo en Venezuela, a Castro se lo comerán muerto. A Lula se lo están comiendo antes de tiempo. Pero no veo aquí el tema de Lula, sino el de la corrupción. La democracia es hermana gemela de la corrupción. Ya sé que los gobiernos absolutos son peores: son hijos de la corrupción, y defienden la corrupción única, la de sus hijos, al tiempo que la entronizan con cargos, uniformes y sotanas. Lula no ha sido dictador, ni de lejos: era el ingenuo que creía que salvaría a los pobres con el permiso de Bush y sin enfurecer a los ricos. Y no era tonto.

(Favelas: los "ranchitos" de Venezuela, las "chabolas" de España, las ciudades de lata y maderos. Desde allí descienden a dar trabajo barato, y todo lo demás. Las favelas están aumentando de población al ritmo de 7,5% al año, mientras la población de Río, sobre la que penden, aumenta al 2,7%. En Caracas, los habitantes de los ranchitos son los que están sosteniendo a Chávez en las elecciones. Ah, qué error demócrata. Los padres de la democracia que sustituyeron la Revolución en Francia exigían unos ciertos ingresos y una cierta educación para poder votar).

(Insisto mucho en el vocablo "izquierdas" antes de que se pierda o de que se envenene. Ya lo están profanando. Dicen que ya no hay izquierdas ni derechas: se puede identificar al que lo dice como uno de derechas)

Archivado En