Editorial:

Madres treintañeras

A comienzos de los años noventa, el número de nacimientos de madres con más de 30 años suponía poco más de un tercio del total; ahora suponen más del 60%. Y más de la mitad de esos nacimientos corresponden a hijos primogénitos. La conclusión es que las mujeres atrasan cada vez más la edad de ser madres y que ello influye en la decisión de no tener más de un hijo. Son datos correspondientes a 2003, pero difundidos ahora en un estudio del Instituto Nacional de Estadística.

Por sexto año consecutivo, el pasado hubo un crecimiento del número de nacimientos, igualando las cifras de hace 20 a...

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A comienzos de los años noventa, el número de nacimientos de madres con más de 30 años suponía poco más de un tercio del total; ahora suponen más del 60%. Y más de la mitad de esos nacimientos corresponden a hijos primogénitos. La conclusión es que las mujeres atrasan cada vez más la edad de ser madres y que ello influye en la decisión de no tener más de un hijo. Son datos correspondientes a 2003, pero difundidos ahora en un estudio del Instituto Nacional de Estadística.

Por sexto año consecutivo, el pasado hubo un crecimiento del número de nacimientos, igualando las cifras de hace 20 años. Es efecto de la mayor maternidad entre las residentes extranjeras, que ha permitido que la tasa general de reproducción, que llegó a ser de 1,1 hijos por mujer, se haya elevado a 1,3: bastante por debajo todavía de la media de la UE. Para mantener constante la población sería necesaria una media de 2,1 hijos por mujer. Este desfase tiene efectos sociales de todo tipo, empezando por el envejecimiento de la población y la consecuente desproporción entre trabajadores cotizantes y pensionistas. Los mayores de 65 años, que ya son hoy el 17% de la población, supondrán dentro de 20 años el 21%, según los demógrafos.

A no ser que aumente la natalidad. En otros países europeos, y singularmente en los nórdicos, se han desarrollado políticas tendentes a hacer compatible el trabajo femenino y la maternidad. Aquí, el retraso en la edad elegida para la maternidad tiene que ver sobre todo con la carestía de la vivienda, que difiere la emancipación (casi el 40% de los jóvenes de entre 25 y 40 años viven en el hogar paterno), y con las condiciones del mercado laboral: la precariedad y la discriminación, que obliga a las mujeres a más años de estudio y de trabajo para alcanzar los mismos niveles profesionales de los hombres. A lo que habría que añadir el retraso del Estado de bienestar español en materia de ayudas a la familia, especialmente en guarderías públicas.

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