Asesinado en Beirut otro destacado político libanés opuesto a Siria

Una bomba adosada a su automóvil mata al veterano dirigente comunista Georges Hawi

El ex secretario general del Partido Comunista Libanés (PCL) Georges Hawi y Karim Mroue, estrecho colaborador y amigo durante medio siglo, se preguntaban a la 1.30 de ayer: ¿quién será el próximo? Menos de ocho horas después, Hawi perecía tras la explosión de una bomba colocada en su coche en el oeste de Beirut. Aunque el PCL no ha logrado escaño alguno en las elecciones concluidas el domingo, el antiguo dirigente, de 67 años, abogaba abiertamente por poner punto final a los manejos de Siria en los asuntos internos libaneses.

La espiral de violencia en Líbano no se detiene. Después del ...

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El ex secretario general del Partido Comunista Libanés (PCL) Georges Hawi y Karim Mroue, estrecho colaborador y amigo durante medio siglo, se preguntaban a la 1.30 de ayer: ¿quién será el próximo? Menos de ocho horas después, Hawi perecía tras la explosión de una bomba colocada en su coche en el oeste de Beirut. Aunque el PCL no ha logrado escaño alguno en las elecciones concluidas el domingo, el antiguo dirigente, de 67 años, abogaba abiertamente por poner punto final a los manejos de Siria en los asuntos internos libaneses.

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La espiral de violencia en Líbano no se detiene. Después del magnicidio del ex primer ministro Rafik Hariri, el 14 de febrero, de varios atentados con explosivos en los que fallecieron tres personas y 31 resultaron heridas entre marzo y mayo, y del asesinato del periodista Samir Kassir, el 2 de junio, con idéntico método al empleado ayer, Hawi fue asesinado en una fecha clave: sólo pocas horas después del triunfo de la oposición antisiria en los comicios legislativos.

A las diez de la mañana, Hawi abandonó su domicilio, en el barrio de Wata-Mosaitbe, a bordo de un Mercedes azul oscuro. A 300 metros de distancia estalló la bomba de 400 gramos colocada debajo de su asiento delantero, accionada por control remoto, según fuentes policiales. El chófer resultó herido. La sangre del ex dirigente comunista, que murió minutos después, impregnó la parte derecha del parabrisas. Sobre el vehículo, atravesando la calle, aparecían en un gran cartel electoral Saad Hariri y Walid Yumblatt con sus padres, también asesinados, a sus espaldas. El cuerpo de Hawi fue trasladado al hospital Americano de Beirut, lugar en el que Maruan Hamadé, ex ministro de Economía, prominente diputado antisirio y víctima de un atentado del que salió ileso el pasado 1 de octubre, insistía en despedir el cadáver de Hawi. "Hagan lo que hagan, no nos van a detener. No van a lograr infundirnos miedo", afirmó consternado.

Hawi casi siempre fue un fiero opositor a la presencia siria. Como todo dirigente en Líbano en alguna fase de su trayectoria política, este cristiano greco-ortodoxo respaldó la presencia de los soldados de Damasco en suelo libanés. Pero eran los tiempos de la invasión israelí, a principios de la década de los ochenta, y la animadversión y el odio hacia Israel tienen ilimitada capacidad para aglutinar en los países árabes a rivales encarnizados.

Fue un pequeño paréntesis, porque antes de esa colusión con Siria, Hawi se había opuesto a la entrada de los militares sirios al comienzo de la guerra civil, en 1975. Y fue pionero a la hora de proponer, a mediados de la década de los setenta, una reforma política para acabar con el dominio del confesionalismo en la vida política. Justo lo que hoy promete la coalición que ha cosechado 72 de los 128 escaños del Parlamento.

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Casado con una oftalmóloga cristiana armenia, Hawi intentó impulsar hace dos años otra iniciativa para la reconciliación nacional, pero fracasó. Y desde el pasado mes de septiembre, cuando el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas promulgó la resolución 1559, que ordenaba el repliegue definitivo de las tropas sirias y el desarme de todas las milicias, en clara referencia a Hezbolá, este tipo de iniciativas, con las elecciones a meses vista, ya no fueron posibles.

Como en el caso de Rafik Hariri y del periodista Samir Kassir, la mayoría apunta al régimen de Bachar el Asad como responsable, directo o indirecto, del crimen. Precisamente ayer, la comisión de Naciones Unidas encargada de investigar el asesinato de Hariri interrogó al coronel Mustafá Hamdan, jefe de la Guardia Presidencial. No se ha presentado todavía prueba alguna de la implicación de Damasco, que ayer condenó el atentado, al igual que el presidente libanés, Emile Lahoud, que resiste en el ojo del huracán pese a las continuas demandas para que abandone el cargo. Lahoud solicitó ayuda para investigar el asesinato cometido ayer, y un funcionario de la Embajada de EE UU en Beirut aseguró que un equipo del FBI se desplazará a Líbano, según Reuters.

"Hay otros en la lista"

Acerca de los autores corren todas las especulaciones posibles. El hijastro de Hawi, Rafi Madoyán, que se presentó sin éxito a las elecciones en las filas de un movimiento cristiano aliado a Hariri, dijo a los periodistas: "Los cuerpos de seguridad siguen matando a los demócratas e intentando asesinar la democracia y el alzamiento por la independencia. Hay muchos otros en la lista".

Es llamativo, sin embargo, que relevantes políticos, como el hoy tenaz antisirio Walid Yumblatt, señalaran a Israel como claro beneficiario de este crimen. La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, no imputó la responsabilidad a Damasco, pero acusó a Siria de crear el "clima de inestabilidad" propicio para esta escalada de violencia. "Sus fuerzas militares se han retirado, pero siguen actuando en Líbano", concluyó.

Un bombero levanta el cadáver de Georges Hawi ayer en Beirut.REUTERS

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