Un vigilante, hallado muerto de un tiro tras un fuego provocado en la Hacienda guipuzcoana

Decretada la busca y captura de un compañero del guardia fallecido, con quien solía discutir

El cadáver de un vigilante jurado -Florencio Parra, de 41 años- fue encontrado en la madrugada de ayer carbonizado y con un tiro en la cabeza en el interior de la sede central de la Hacienda Foral de Guipúzcoa, que fue pasto de un incendio intencionado. El fuego se inició anteanoche a las 22.51 en varios lugares del edificio, distantes entre sí. El juzgado de San Sebastián que se ha hecho cargo de la causa ha ordenado la búsqueda y captura de un compañero y subordinado del fallecido, Manuel Ignacio Apaolaza, que cubría el turno siguiente al de Parra y con quien éste mantenía discusiones por la...

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El cadáver de un vigilante jurado -Florencio Parra, de 41 años- fue encontrado en la madrugada de ayer carbonizado y con un tiro en la cabeza en el interior de la sede central de la Hacienda Foral de Guipúzcoa, que fue pasto de un incendio intencionado. El fuego se inició anteanoche a las 22.51 en varios lugares del edificio, distantes entre sí. El juzgado de San Sebastián que se ha hecho cargo de la causa ha ordenado la búsqueda y captura de un compañero y subordinado del fallecido, Manuel Ignacio Apaolaza, que cubría el turno siguiente al de Parra y con quien éste mantenía discusiones por la práctica de aquél de acumular turnos de trabajo, según ha reconocido la empresa de seguridad Sabico, a la que pertenecían ambos.

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El cadáver de Parra fue hallado a las cuatro de la madrugada de ayer, desfigurado por el fuego y medio vestido, dentro del búnker de seguridad desde el que se siguen todas las incidencias que se registran en el edificio. El cuerpo presentaba un orificio de bala en la cabeza, según informaron a Efe fuentes de la Ertzaintza.

Parra había terminado su turno de trabajo a las tres de la tarde del domingo, pero, en lugar de sustituirle un tercer compañero, al que correspondía cubrir las siguientes siete horas, se presentó Manuel Ignacio Apaolaza. Éste debía incorporarse al turno desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana. Apaolaza, nacido en Zizurkil (Guipúzcoa), aunque residente en San Sebastián, cubría el servicio en el momento de iniciarse el incendio y se halla en paradero desconocido. La Ertzaintza no ha encontrado en el lugar la pistola que los vigilantes se entregan en cada cambio de turno ni la motocicleta de gran cilindrada con la que el fallecido había acudido a trabajar.

La Diputación de Guipúzcoa se negó a avanzar ninguna hipótesis sobre la autoría de los hechos, pero desde primera hora, el diputado general, Joxe Joan González de Txabarri, adelantó que la Ertzaintza descartaba la autoría de ETA o una acción "organizada" por los métodos "rudimentarios" empleados.

Más de siete horas después, el diputado general facilitaba en otra comparecencia más datos que enmarcan lo sucedido. La empresa Sabico, que cubre los servicios de seguridad de la Diputación, comunicó a la institución que Parra, quien era superior de Apaolaza, le había recriminado a éste en numerosas ocasiones el que acumulase turnos, lo que era motivo de discusión entre ambos. El domingo, al terminar el turno de Parra, se personó Apaolaza y no el guardia al que le correspondía entrar de servicio. Este dato lo corroboró ayer a los investigadores este último trabajador, quien declaró que, pasadas las tres de la tarde del domingo, llamó a Apaolaza para cerciorarse de que le estaba cubriendo su turno, y éste le confirmó que se encontraba allí.

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Alarmas desactivadas

El resultado de la autopsia de Parra, quien fue hallado por los bomberos a las cuatro de la mañana muy desfigurado, no se conocía ayer, pero la Ertzaintza pudo identificarle al hallar su DNI en una mochila entre los restos del siniestro.

El incendio comenzó en varios focos distantes entre sí: en el garaje, en los tres sótanos y en la planta cuarta. El primer aviso fue la llamada de una vecina, a las 22.51 del domingo, alertando de la salida de humo de los garajes del inmueble. Cuatro minutos tardó en llegar la Ertzaintza y siete los Bomberos, que tuvieron que acceder al edificio por la fuerza, ya que se hallaban activados los sistemas de seguridad.

Una vez en la torre, sita en el número 2 del Paseo de Errotaburu, comprobaron los numerosos destrozos causados antes de comenzar el incendio. Los coches de los inspectores de Hacienda estacionados en el garaje tenían las lunas rotas y, en los pisos superiores -el edificio cuenta con 11 plantas exteriores y cuatro subterráneas-, encontraron rotas las pantallas de cerca de 300 ordenadores personales, además de un caos de papeles revueltos o rotos. En los 8.000 metros cuadrados de oficinas del edificio trabajaban 314 funcionarios.

La torre quedó totalmente destruida. Los investigadores comprobaron que las alarmas de fuego, humo y agua habían sido desactivadas desde el interior y que las cámaras de seguridad del exterior del edificio habían sido manipuladas para que no recogieran imágenes de los movimientos alrededor del inmueble.

Los focos de fuego en las distintas plantas fueron provocados prendiendo montones de papeles acumulados, un procedimiento muy "rudimentario", según los investigadores.

La aparición de un último foco de fuego a las diez y media de la mañana de ayer en la sexta y en la séptima plantas -donde se hallan ubicados los despachos del diputado foral para la Fiscalidad y las Finanzas, Juan José Mujika, y sus colaboradores-, además de destrozar definitivamente el edificio, provocó desconcierto y gran desazón entre los responsables de la institución. Posteriormente, se atribuyó este último foco al efecto del calor por la entrada de oxígeno en las cámaras blindadas.

González de Txabarri habilitó ayer un equipo de crisis para hacer frente al problema de reubicación del departamento, pero garantizó que ningún dato de la Hacienda de Guipúzcoa se ha perdido, ya que existen copias de seguridad de todos ellos.

Imagen del incendio que devoró ayer la sede central de la Hacienda Foral de Guipúzcoa.JAVIER HERNÁNDEZ

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