Cartas al director

A un amigo invisible

Hace seis meses, en plena vorágine navideña, cuando el consumismo y lo material nos supera, y solemos confundir los valores de la vida, tuve la suerte de recibir un regalo, un regalo de un desconocido, de un amigo invisible; no me pidió nada, me regaló su hígado. Desgraciadamente ya no lo necesitaba y a mí me devolvió la salud, y por consiguiente, la esperanza de seguir con vida.

Quiero desde estas líneas agradecer su gesto, el de su familia, y hacer un llamamiento a toda la gente de buena voluntad para que durante estos momentos tan difíciles, cuando pierden a un ser querido, sean gene...

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Hace seis meses, en plena vorágine navideña, cuando el consumismo y lo material nos supera, y solemos confundir los valores de la vida, tuve la suerte de recibir un regalo, un regalo de un desconocido, de un amigo invisible; no me pidió nada, me regaló su hígado. Desgraciadamente ya no lo necesitaba y a mí me devolvió la salud, y por consiguiente, la esperanza de seguir con vida.

Quiero desde estas líneas agradecer su gesto, el de su familia, y hacer un llamamiento a toda la gente de buena voluntad para que durante estos momentos tan difíciles, cuando pierden a un ser querido, sean generosos. Ahora lucho para que seamos compatibles, para que no haya rechazo, para que el esfuerzo de todo un gran equipo médico vea su recompensa. Gracias a todos y especialmente a ti... allá donde estés.

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