DOS HOMICIDIOS EN 13 HORAS

Un joyero de Móstoles de 54 años muere al ser tiroteado por la espalda en un atraco

Los tres asaltantes se llevaron parte de las alhajas y la cinta de la cámara de seguridad

Un joyero de Móstoles, Antonio Sancho Arevalillo, de 54 años, murió ayer por la tarde en su negocio tras recibir un disparo a quemarropa durante un atraco. Tres hombres con acento suramericano irrumpieron en su tienda y obligaron a los empleados a que se fueran a la trastienda, mientras se quedaron con Antonio Sancho. Éste les advirtió que estaban siendo grabados por una cámara de seguridad. En ese momento fue tiroteado por la espalda. Los asaltantes se llevaron parte de las alhajas y la cinta de la cámara. Esta nueva muerte eleva a 26 los homicidios registrados en la región en 2005.

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Un joyero de Móstoles, Antonio Sancho Arevalillo, de 54 años, murió ayer por la tarde en su negocio tras recibir un disparo a quemarropa durante un atraco. Tres hombres con acento suramericano irrumpieron en su tienda y obligaron a los empleados a que se fueran a la trastienda, mientras se quedaron con Antonio Sancho. Éste les advirtió que estaban siendo grabados por una cámara de seguridad. En ese momento fue tiroteado por la espalda. Los asaltantes se llevaron parte de las alhajas y la cinta de la cámara. Esta nueva muerte eleva a 26 los homicidios registrados en la región en 2005.

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Los hechos ocurrieron sobre las 19.35 en la joyería Felipe II, que está en el número 18 de esta calle de Móstoles, en el barrio de Villafontana II. En ese momento, además de Antonio Sancho, estaban en la tienda su hijo, una dependienta y una clienta que había ido a recoger una alhaja. Su marido la estaba esperando en un coche en doble fila.

Tres hombres, supuestamente de origen suramericano, entraron en la joyería. Según algunos allegados de la víctima, Antonio, que nunca abría la puerta a clientes desconocidos, les permitió el paso al reconocer a uno de ellos que había estado por la mañana interesándose por unas alhajas. Nada más entrar en el local, sacaron escopetas de cañones recortados e intentaron hacerse con todos los objetos de valor de la tienda. Ordenaron a todos los presentes que apagaran los teléfonos móviles y desconectaron la luz para anular las alarmas.

Primero obligaron al hijo del dueño, a la clienta y a la dependienta, Asunción, de unos 35 años, a ir a la trastienda, mientras los atracadores se quedaron con el dueño de la joyería. Éste les advirtió de que tuvieran mucho cuidado con lo que estaban haciendo, ya que una cámara de seguridad estaba grabando todos sus movimientos.

Según fuentes policiales, fue en ese momento cuando uno de los atracadores empuñó su arma y se la colocó junto a la espalda. Abrió fuego a quemarropa causándole una enorme herida. Después arrebataron parte de las joyas que había en los expositores de la tienda. Su precipitación y nerviosismo hicieron que parte de las alhajas quedaran tiradas por el suelo del local. Eso sí, tuvieron tiempo de coger la cinta de vídeo de la cámara.

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Momentos después salieron de la trastienda las personas que estaban allí retenidas. Encontraron a Antonio Sancho tirado boca abajo en un lateral del local, junto a un enorme charco de sangre. La clienta sufrió una crisis nerviosa y comenzó a golpear el escaparate, mientras gritaba, al igual que el hijo de la víctima. Esto alertó al resto de los comerciantes. Dos dependientes de una tienda de todo a cien y de una inmobiliaria próximos fueron los primeros en entrar en la joyería.

Desangrado

Uno de los vecinos cogió una toalla y taponó la herida hasta la llegada de los servicios sanitarios. Los allegados de la víctima llamaron desde sus móviles al teléfono de emergencias 112, que recibió cinco comunicaciones por este suceso. Cuando llegaron los facultativos de una UVI móvil del Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid (Summa), la víctima ya había fallecido. Sufrió una hermorragia masiva, ya que la herida del arma de fuego le afectó al hígado y a un pulmón, según el médico de la UVI, Víctor Cea.

Algunos testigos del atraco vieron cómo los tres atracadores salieron tranquilamente de la tienda. Siguieron por la calle de Felipe II hasta girar la esquina, en la que hay una cafetería. Allí se les perdió la pista. Agentes de la Policía Científica tomaron huellas en un contenedor de papel ante la posibilidad de que los asaltantes hubieran arrojado en su interior algún objeto o parte del botín. La policía acordonó toda la zona e intentó detener, sin éxito, a los atracadores. Hizo controles y batidas por todo el municipio para ver si reconocían a tres individuos sospechosos en algún vehículo. Todo resultó infructuoso.

El alcalde de Móstoles, Esteban Parro (PP), acudió al lugar de los hechos nada más conocer el crimen. Se ausentó del pleno municipal que se estaba desarrollando en ese momento. No quiso hacer declaraciones hasta tener datos precisos de lo ocurrido. Agentes del Grupo VI de Homicidios y de la Policía Científica se encargan desde anoche de las investigaciones junto con los policías de la comisaría de Móstoles.

El homicidio causó un gran revuelo en el barrio de Villafontana, que se caracteriza por su tranquilidad. "Es muy duro ver a una persona tan buena cómo se la llevan en un saco de muertos", decía llorando el hermano de la dependienta, que conocía desde hacía muchos años a Antonio Sancho. Éste sufrió un robo hace tres años.

Este homicidio, junto con el ocurrido ayer en Torrejón de Ardoz, eleva a 26 las muertes violentas registradas en la región desde enero. El último asesinato de un joyero en la Comunidad de Madrid ocurrió el 12 de abril de 1995, cuando fue descuartizado el joyero Andrés Crespo Arias, de 45 años.

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