La Generalitat autorizará este verano los 'corre-bous' en las comarcas del Ebro

Los defensores de los animales argumentan que estas fiestas son incompatibles con la ley

La patata caliente de los corre-bous en las comarcas del Ebro se eterniza. La Administración catalana, que no mantiene un criterio único sobre la cuestión, autorizará este verano estos espectáculos taurinos, duramente criticados por los defensores de los animales por crueles, pese a que la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA) cuenta con un rosario de documentos que aseguran que los bous capllaçats y los bous embolats, las modalidades más polémicas, son incompatibles con la Ley de Protección de los Animales.

Pese a esta incomp...

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La patata caliente de los corre-bous en las comarcas del Ebro se eterniza. La Administración catalana, que no mantiene un criterio único sobre la cuestión, autorizará este verano estos espectáculos taurinos, duramente criticados por los defensores de los animales por crueles, pese a que la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA) cuenta con un rosario de documentos que aseguran que los bous capllaçats y los bous embolats, las modalidades más polémicas, son incompatibles con la Ley de Protección de los Animales.

Pese a esta incompatibilidad, la Generalitat se aferra a esta misma ley para autorizarlos, ya que en un párrafo de la norma se señala que las fiestas de raíz tradicional que no comporten la muerte del animal y en las que éste no sufra no tienen por qué ser prohibidas.

El delegado de la Generalitat en las comarcas del Ebro, Lluís Salvadó (ERC), está haciendo juegos malabares desde que accedió al cargo para no prohibir los corre-bous e intentar aplicar un reglamento que minimice el sufrimiento de los animales. El cumplimiento de este manual de buenas maneras para con los toros -que la ANPBA rechaza y que no está en vigor- es el objetivo de Salvadó para este verano y a este efecto ya se ha reunido con las personas relacionadas con la organización de corre-bous. Estos pasos no son suficientes para la ANPBA, que abandonará su estrategia de los últimos dos años de denunciar a todos los municipios que celebran este tipo de fiestas para pasar a la vía judicial si no surte efecto un recurso de alzada que presentarán ante el consejero de Medio Ambiente.

La contradicción en el seno de la Generalitat es manifiesta. Hace unos días, el consejero de Medio Ambiente, Salvador Milà, envió una carta al presidente de la ANPBA en la que le informaba de un estudio etológico encargado por su departamento que certifica que los animales sufren dolor, estrés y angustia en estos espectáculos, ya que el bou capllaçat no es otra cosa que un toro atado con cuerdas en sus astas, y el bou embolat, un animal con herrajes en los cuernos para sujetar antorchas encendidas.

En la misma carta, Salvador Milà dice que en el marco de la comisión de trabajo sobre espectáculos taurinos, integrada por su departamento y el de Gobernación, darán cuenta de este informe y se propondrá "la modificación o desarrollo legislativo". Y en una resolución, el Síndic de Greuges expone que el director general de Medio Natural, Ramón Luque, le asegura que el Departamento de Medio Ambiente "adoptará las medidas oportunas con el fin de que no se celebren espectáculos que no cumplan la ley". Este mismo documento del Síndic de Greuges se refiere a un informe de Luque en el que dice, además, que "los bous embolats y capllaçats ya están prohibidos por la ley".

Pese a esta actitud combativa contra los corre-bous desde Barcelona, en Tortosa la cosa cambia. Lluís Salvadó (ERC) aseguró ayer que este verano habrán corre-bous con normalidad porque la línea que separa lo que es daño a los animales y lo que no "es muy fina". A su juicio, el informe etológico de la Generalitat es "una opinión" que "no añade nada nuevo" al estado de cosas. Salvadó reunirá la próxima semana a todas las formaciones políticas de las comarcas del Ebro para analizar este problema.

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En todos los partidos políticos se tiene la convicción de que permitir o no los corre-bous no es más que una cuestión de valor político, puesto que la prohibición comportaría automáticamente el rechazo de una amplia mayoría de los 38 municipios del Baix Ebre y el Montsià donde celebran.

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