EL ECUADOR DE LA LEGISLATURA

El dictamen del valenciano, uno de los mayores escándalos

Francisco Camps llegó a la presidencia de la Generalitat con un discurso valencianista que fue tejiendo con gestos simbólicos en la campaña electoral: subida a la Peñagolosa, reivindicación cultural de los Austria, uso de la lengua autóctona. Ya en el gobierno atemperó su ímpetu, sin dejar los guiños, que desde la oposición se consideraban para la galería. Pero lo cierto es que el 2 de octubre, con gran despliegue, se presentó el Decàleg d'Ares del Maestrat, que regulaba los criterios del uso del valenciano en la Administración autonómica. Fue anunciado como una apuesta personal de Camp...

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Francisco Camps llegó a la presidencia de la Generalitat con un discurso valencianista que fue tejiendo con gestos simbólicos en la campaña electoral: subida a la Peñagolosa, reivindicación cultural de los Austria, uso de la lengua autóctona. Ya en el gobierno atemperó su ímpetu, sin dejar los guiños, que desde la oposición se consideraban para la galería. Pero lo cierto es que el 2 de octubre, con gran despliegue, se presentó el Decàleg d'Ares del Maestrat, que regulaba los criterios del uso del valenciano en la Administración autonómica. Fue anunciado como una apuesta personal de Camps por el fomento del valenciano. Unos días después, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, le vino a decir a Camps que menos valenciano y más castellano.

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El presidente del Consell rebajó un valencianismo que en todo caso se preocupaba mucho de alejar de posiciones unitaristas. En ningún momento se dio apoyo al mayor movimiento cívico en defensa del uso del valenciano en la escuela y en la sociedad, como son las Trobades, ni se aumentó significativamente las ayudas a la promoción del mismo. Camps no abandonó el camino marcado y empezó a hacer un mayor uso del castellano.

Mientras tanto, la Acadèmia Valenciana de la Llengua seguía trabajando y a fines del 2003 aprobó un documento que venía a reconocer la unidad lingüística del catalán y el valenciano, si bien se incidía en las peculiaridades autóctonas. También se avanzaba que se elaboraría un dictamen sobre el nombre y la entidad del valenciano. El dictamen, finalmente, se aprobó el pasado 9 de marzo, pero antes constituyó uno de los mayores escándalos del mandato de Camps. El presidente envió al consejero de Cultura, Alejandro Font de Mora, para que abortara la aprobación del texto en el primer pleno de diciembre. Lo hizo con amenazas de represalias legales y legislativas. La polémica estalló, pero la mayoría de los académicos continuó.

Previamente, la Generalitat había sacado el espantajo del catalanismo a propósito del memorándum sobre el uso de las lenguas minoritarias en la UE que incluía el doblete valenciano/ catalán. Declaraciones desafortunadas de Josep Lluís Carod-Rovira caldearon un ambiente que en el seno del PP ya estaba ardiendo por la división entre campistas y zaplanistas.

Hubo presiones, acusaciones, amenazas, injerencias y al final un dictamen que reconocía la postura filológica de la unidad lingüística, pero sin el famoso doblete. En este virulento contexto, el académico, Pere María Orts, que acaba de donar su valiosísima colección de arte a la Generalitat, lamentó que los políticos que interferían lo hacían siempre en castellano.

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