OPINIÓN DEL LECTOR

Justicia, ¿justa?

Estamos acostumbrándonos, demasiado incluso, a los errores judiciales, tanto es así que pocas decisiones nos extrañan.

Después de unos meses de penosa enfermedad, falleció mi buenísimo tío José el pasado 29 de abril, a las 17.15 horas aproximadamente, acompañado en todo momento por su familia. Pues bien, se le trasladó al Tanatorio de San Lázaro con la creencia de que sería enterrado con las preceptivas 24 horas. Muchos le acompañamos durante ese tiempo, unos más jóvenes y otros menos, unos con más salud y otros más débiles, pero todos con el mismo cariño y la misma pena por su marcha....

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Estamos acostumbrándonos, demasiado incluso, a los errores judiciales, tanto es así que pocas decisiones nos extrañan.

Después de unos meses de penosa enfermedad, falleció mi buenísimo tío José el pasado 29 de abril, a las 17.15 horas aproximadamente, acompañado en todo momento por su familia. Pues bien, se le trasladó al Tanatorio de San Lázaro con la creencia de que sería enterrado con las preceptivas 24 horas. Muchos le acompañamos durante ese tiempo, unos más jóvenes y otros menos, unos con más salud y otros más débiles, pero todos con el mismo cariño y la misma pena por su marcha.

A las 13.00 horas del sábado 30 nos llegó una noticia que aún hoy nos extraña: la señora jueza de guardia no firmó la autorización a las 11.00 horas porque aún no llevaba 24 horas fallecido y tiene la "costumbre" de no firmar nada más hasta que la releven al día siguiente a las 9.00 horas. Así que, finalmente, fue enterrado casi a las 50 horas de su fallecimiento, sobre las 18.00 horas del domingo.

Se basaba en la ley, supongo, pero desde luego no creo que sea en el sentido común, ni en la solidaridad, ni en la más mínima empatía.

Por tanto, no le deseo nada malo a la señora jueza, sólo que cuando tenga que pasar por un trance tan doloroso como éste, que tenga la misma suerte que nosotros y que le toque un juez que tenga la misma "costumbre". Y claro, que al igual que nosotros, no pueda hacer nada por evitarlo. No se preocupe, señora jueza, siempre he sabido que soy un ingenuo.

De todos cuanto te queremos, donde quieras que estés, un beso, tito.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En