Reportaje:

Un sábado más, al completo

Galdakao limita el aforo a su discoteca 'light', de entrada gratuita, ante el éxito entre sus adolescentes y los de localidades cercanas

Sábado por la tarde y de nuevo lleno total. A la puerta esperan decenas de adolescentes a que la salida de otro les permita pasar. Ellos, con el pelo o muy corto o semi largo, con vestimenta deportiva cuidadosamente descuidada; ellas, con aspecto impecable y estudiado, el ombligo al aire, colores vivos en la ropa, el pelo muy largo y algo más que un toque de rimmel. La discoteca light de Galdakao, dirigida a adolescentes de entre 12 a 16 años, se desborda cada sábado. El éxito de la propuesta ha sido tal que el Ayuntamiento de la localidad anunció la semana pasada que limitaba el...

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Sábado por la tarde y de nuevo lleno total. A la puerta esperan decenas de adolescentes a que la salida de otro les permita pasar. Ellos, con el pelo o muy corto o semi largo, con vestimenta deportiva cuidadosamente descuidada; ellas, con aspecto impecable y estudiado, el ombligo al aire, colores vivos en la ropa, el pelo muy largo y algo más que un toque de rimmel. La discoteca light de Galdakao, dirigida a adolescentes de entre 12 a 16 años, se desborda cada sábado. El éxito de la propuesta ha sido tal que el Ayuntamiento de la localidad anunció la semana pasada que limitaba el aforo al recinto, a 642 personas, y que daba prioridad a los chicos y chicas de la localidad (en Galdakao hay unos 1.300 jóvenes de esas edades).

El que tiene sed o se pasa por los cuartos de baño o sale a beber de la fuente del parque
El grupo que anima la fiesta se encarga de la seguridad. Hay monitores en los baños y por la sala

La fiesta se celebra en el frontón municipal de la Cruz de Galdakao, de 19.15 a 22.00, y sólo hay baile. Marcha en exclusiva, porque en esta discoteca no se puede fumar ni beber alcohol. Tampoco otras bebidas, y el que tiene sed o se pasa por los cuartos de baño o sale a la calle a beber de la fuente del parque. Eso sí, si sale tiene que volver a guardar cola para entrar.

"Se han sobrepasado las espectativas", confiesa Laura Pinto, técnico de prevención de drogodependencias del Ayuntamiento de Galdakao y una de las personas que supervisa la experiencia. Este es el tercer año que se lleva a cabo y su éxito atrae a decenas de adolescentes de localidades cercanas. La entrada al recinto es gratuita. Un grupo de animación se encarga de la música, con vídeo gigante y efectos especiales con luces y humos incluidos. "Venimos de Amorebieta", dice Izaskun, de 15 años, que con otras siete amigas de la misma edad, duda enfrente del frontón si pasar o no. "En Amorebieta también hacen una discoteca como ésta, pero sólo una vez al mes. Ójala la montaran todas las semanas", pide. Es la primera vez que todas acuden a Galdakao. "Nos han dicho que está muy bien, pero nos da un poco de vergüenza entrar", confiesa Izaskun, aunque sabe que lo primero que han de hacer es colocarse en la cola.

El ayuntamiento pone a disposición de los adolescentes de Galdakao las entradas para la discoteca durante toda la semana. Las que sobran, se entregan en taquilla el mismo sábado.

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De la seguridad se encarga el mismo grupo que anima la fiesta. Hay monitores en los baños y por la sala. A cualquiera que estropee la diversión, maltrate las instalaciones o que realice cualquier actividad prohibida e incluso el gamberro en demasía, se le echa de la sala. Puede volver a entrar, pero tiene que guardar la larga cola de nuevo. "Siempre hay cosas puntuales, pero no ha habido enfrentamientos serios", comenta Pinto. Este sábado una chica lloraba desconsolada porque la habían sacado de la sala. Su falta: hacerse la borracha y bambolearse sobre unos y otros. Su castigo: a reflexionar a la cola.

En el exterior del frontón, grupos de jóvenes se toman un respiro o se piensan si tomar parte en la actividad formando corrillos, apoyados a alguna pared o junto a los bancos de la plaza detrás del edificio del ayuntamiento. Una patrulla de la Policía municipal controla lo que sucede fuera. "No hay grandes problemas. Si acaso, hemos pillado a algún menor con alcohol o con una chinita [marihuana] pequeña", explica uno de los agentes.

"La actividad ha sido muy bien valorada por los usuarios y los padres", dice Laura Pinto. A los padres les da seguridad saber que sus hijos están divirtiéndose de manera sana y controlados. Alrededor del frontón, algunos adultos miran con curiosidad; son padres que han acercado a sus hijos hasta la localidad. "Mi hijo viene desde el principio. Tiene 15 años. Él ya está dentro, pero nosotros hemos acompañado a su primo que quería verle", dice Mariví, una madre de Galdakao que la primera vez sí acudió con su hijo hasta la entrada "para ver cómo era esto". "La iniciativa nos pareció muy bien al principio, pero creo que últimamente se ha desmadrado un poco. Hay muchos chavales que, después de las diez de la noche [hora de cierre de la discoteca] se quedan bebiendo alcohol en la calle", comenta, aunque reconoce que lo que sucede después y de puertas afuera no es culpa de la discoteca.

Como en todas partes, una cierta picaresca siempre se cuela. "Yo tengo 19 años, pero digo que tengo 16 y cuela", apunta José Manuel, que ha acudido desde Bilbao con tres amigos de 15 años. "No me parece bien que no dejen beber ni fumar, porque nosotros somos fumadores y tenemos que salir fuera", comenta uno de los amigos, Arkaitz, con un cigarrillo entre los labios. ¿Y los fumadores pasivos? "Ah, bueno, por eso sí que me parece bien que no se pueda fumar dentro", se contradice. Los cuatro amigos contestan al unísono que han acudido a la discoteca "a ligar", aunque luego, más realistas, afirman: "Queremos divertirnos".

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