Tribuna:LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO | AULAS

Una asignatura siempre pendiente

De nuevo, tiempos de reforma educativa. Como corresponde, las organizaciones afectadas, los "medios" y la ciudadanía participan, aunque débilmente, en un debate que nos afecta a todos. Algunos asuntos, con razón, reciben una atención destacada: religión y escuela; el informe PISA sobre el alumnado; el gasto en educación; etc. Otros, apenas despiertan interés. Es el caso de la formación del profesorado, cuya mejora es demandada por todas las instancias implicadas, pero que, paradójicamente, las reformas anteriores dejaron sin abordar.

Muchos ciudadanos no conocen algunas cuestiones que a...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

De nuevo, tiempos de reforma educativa. Como corresponde, las organizaciones afectadas, los "medios" y la ciudadanía participan, aunque débilmente, en un debate que nos afecta a todos. Algunos asuntos, con razón, reciben una atención destacada: religión y escuela; el informe PISA sobre el alumnado; el gasto en educación; etc. Otros, apenas despiertan interés. Es el caso de la formación del profesorado, cuya mejora es demandada por todas las instancias implicadas, pero que, paradójicamente, las reformas anteriores dejaron sin abordar.

Muchos ciudadanos no conocen algunas cuestiones que afectan a la formación del profesorado y que en otras profesiones resultarían escandalosas. Por ejemplo: ¿Sabe el lector que los maestros no pueden formar a los estudiantes de Magisterio porque son diplomados y no licenciados?, ¿sería aceptado esto en la formación de médicos y abogados? ¿Sabe el lector que muchos de los formadores de futuros maestros nunca han trabajado en la profesión en la que tratan de formar a sus estudiantes: es decir nunca han sido maestros? ¿Sabe que para ser profesor de secundaria se necesita una formación de 5 años en una licenciatura -Historia, Matemáticas, etc.- y sólo 2 meses de formación específica como docente? ¿Sabe que hay universidades que convalidan esos dos meses por un trabajo a distancia? ¿Sabe que los maestros comienzan a dar clases con tan sólo 50 días de prácticas a lo largo de su carrera, mientras que en muchos países dedican a ello un curso completo? ¿Sabe que el caso del profesorado de secundaria es más grave, ya que puede ejercer con sólo una semana de prácticas en clases reales? Por último, ¿sabe el lector que los profesores universitarios nunca han recibido formación específica como docentes? Según esto, ¿no es sensato pensar que el actual sistema de formación del profesorado tiene una influencia significativa, aunque no única, en los problemas que tiene planteada la educación en este país?

Es impensable que los médicos tengan poco que ver con la formación de los estudiantes de Medicina. ¿Por qué no ocurre así en el caso de los docentes? Muchas personas creen que para enseñar basta con saber el contenido y transmitirlo. Desde este punto de vista, los formadores de profesores deben ser personas expertas en dicho contenido, aunque sean inexpertos en su enseñanza. No es raro encontrar en los medios de comunicación opiniones sobre la educación de personas con prestigio, por ejemplo escritores consagrados, que dejan entrever esta visión empobrecida del trabajo docente. Por supuesto que un componente esencial del saber docente es el dominio de los contenidos. Es más, es necesario un dominio profundo, elaborado y comprometido de los mismos y no sólo superficial, repetitivo y neutral, como ocurre con frecuencia. Pero esto no es suficiente. Se enseñan contenidos a alumnos con experiencias, ideas, sentimientos e intereses diversos, en zonas con problemáticas particulares, en un momento social determinado y en una institución con unos fines explícitos -educar- y otros ocultos -seleccionar-. Todo esto requiere de un tratamiento profesional específico porque es parte ineludible del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por tanto, si se quiere mejorar la calidad del sistema educativo, es imprescindible iniciar una transformación profunda de la formación del profesorado en el sentido de: incorporar docentes de infantil, primaria y secundaria con experiencia y prestigio a las Facultades de Educación; experimentar planes de estudio para la formación del profesorado que relacionen un conocimiento más didáctico de los contenidos con el conocimiento psicopedagógico de los alumnos y del contexto; e incrementar significativamente la vinculación de los que estudian para ser profesores con los centros de enseñanza -tal como los estudiantes de medicina con los hospitales-, de manera que su formación esté orientada a identificar y resolver con rigor los problemas reales de la práctica.

Al mismo tiempo, la sociedad debe cambiar su imagen estereotipada de la profesión docente. Enseñar es una actividad compleja que requiere el manejo experto de competencias, habilidades y conocimientos de naturaleza muy diversa (racional, emocional, ética, etc.). El reconocimiento de esta complejidad y de que el "oficio" de enseñar (no sólo el dominio de los contenidos) no se aprende por mera intuición, sino que debe ser el resultado de una adecuada formación profesional, son cambios sociales imprescindibles para el éxito de cualquier reforma de la educación.

Rafael Porlán es miembro del Foro por Otra Escuela y profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En