Crítica:

Como un gato se desliza por un tejado

Darío Jaramillo es un escritor elegante y fino, colombiano, que si no fuera porque al andar, que no al escribir, se le nota, levemente, que la violencia de su país le atrapó un día, en la calle, como a un ciudadano cualquiera, bien podría semejar, su deslizarse, el de los gatos, esos animales, sigilosos como si fuesen su sombra, de voluptuosa contorsión, que no son nunca lo que parecen. Ya no los recuerda Jaramillo, que es un excelente poeta, en su delicioso librito -hermoso como un gato-, Gatos (Pre-Textos, 2005): "las gatariencias engañan / todos somos gatos: las apariencias engatan"....

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Darío Jaramillo es un escritor elegante y fino, colombiano, que si no fuera porque al andar, que no al escribir, se le nota, levemente, que la violencia de su país le atrapó un día, en la calle, como a un ciudadano cualquiera, bien podría semejar, su deslizarse, el de los gatos, esos animales, sigilosos como si fuesen su sombra, de voluptuosa contorsión, que no son nunca lo que parecen. Ya no los recuerda Jaramillo, que es un excelente poeta, en su delicioso librito -hermoso como un gato-, Gatos (Pre-Textos, 2005): "las gatariencias engañan / todos somos gatos: las apariencias engatan". Pues bien, este colombiano comedido y nada estridente, que encuentra las palabras acertadas y las utiliza sin molestos chasquidos, como un gato se desliza por un tejado, no como un beodo pisa un mar de cáscaras de cacahuetes, o manís, acaso, es también novelista, que aplica a sus relatos la misma elegancia y el mismo cuidado y se nos da ahora una deliciosa novela, llena de humor e ironía, una inteligente variación del clásico tema del viejo enamorado de una joven, que ya había publicado en su país en 1996. Una historia, deliciosa, insisto, de título esclarecedor, para que no haya dudas: Novela con fantasma que, homenajeando a Mankiewicz, bien podría titularse El fantasma y la señorita Ruth (por El fantasma y la señora Muir, claro, esa película favorita de Javier Marías). A los fantasmas, los considera en un poema recogido en Cantar por cantar (Pre-Textos, 2001) destellos, huecos de tiempo llenos de luz..., y -agrego- de humor y de malicia. Que la más ingeniosa venganza, tengo entendido, es la que perpetra un fantasma, como este anciano, golpeado y burlado en las cosas del amor, don Lázaro Jaramillo (Jaramillo debe ser apellido muy colombiano). Como se nos dice desde el título, es realmente ésta una novela con fantasma, una novela que tiene dos partes claramente definidas: la primera, con las andanzas de don Lázaro, vivo y coleando, y la segunda con un don Lázaro intubado y en coma, mientras se convierte su alma en un fantasma, que busca la colaboración de un tal Carmona -otro ser excepcional e insólito- para llevar a cabo, con éxito (esta reseña no es una crítica de la oscarizada película de don Clint y bien puede, por tanto, desvelarse con las dos palabras, "con éxito", el final del relato de Jaramillo), su venganza. Bien pensado, es una vuelta de tuerca al clásico tema del viejo y la joven lo que consigue Jaramillo, que el burlado amante don Lázaro mudado en fantasma que ronronea con risa sonora como un gato (otra vez el poeta Jaramillo), obtenga la reparación buscada y consiga desde esa tierra de nadie, que es donde habitan en silencio (o hablan, o escuchan música o se aburren con las contorsiones eróticas de una pareja mortal en cópula permanente) los fantasmas, dejar las cosas arregladas y que los villanos, esa falsa pareja de hermanos, huyan como gatos escaldados. En fin, una deliciosa novela, la de Jaramillo. Con fantasma, claro.

NOVELA CON FANTASMA

Darío Jaramillo Agudelo

Pre-Textos. Valencia, 2004

201 páginas. 13 euros

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