Editorial:

Vista al Este

Telefónica de España ha demostrado sensibilidad estratégica y disposición a tomar decisiones fuertes para ampliar el negocio al adquirir el 51,1% de la compañía checa Cesky Telecom por 2.745 millones de euros (más de 5.000 millones si se tiene en cuenta la obligación posterior de lanzar una OPA por el 48% restante). En términos estratégicos, la operación, aprobada ayer por el Gobierno checo, tiene sentido: sitúa a Telefónica en una zona económica relevante (en los países de la ampliación europea del Este); adquiere una compañía importante, con siete millones de clientes y con beneficios, lo cu...

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Telefónica de España ha demostrado sensibilidad estratégica y disposición a tomar decisiones fuertes para ampliar el negocio al adquirir el 51,1% de la compañía checa Cesky Telecom por 2.745 millones de euros (más de 5.000 millones si se tiene en cuenta la obligación posterior de lanzar una OPA por el 48% restante). En términos estratégicos, la operación, aprobada ayer por el Gobierno checo, tiene sentido: sitúa a Telefónica en una zona económica relevante (en los países de la ampliación europea del Este); adquiere una compañía importante, con siete millones de clientes y con beneficios, lo cual proporcionará oxígeno al flujo de caja de la compañía, y coloca a la compradora en una posición envidiable en el mercado de telecomunicaciones europeo, puesto que confirma su capacidad para aumentar su tamaño y volumen de mercado después de las traumáticas experiencias con las licencias europeas de UMTS, cuyo fiasco le costó más de 8.000 millones de euros.

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Sería absurdo suponer que las consecuencias de la operación se agotan en la retahíla de beneficios esperados. Si llegan a conseguirse será después de que Telefónica despliegue una capacidad de gestión que se le supone, pero que debe confirmar. De hecho, cabe establecer diferencias entre su participación en el mercado latinoamericano, que bien puede calificarse de exitosa, y su balbuceante experiencia europea -las mencionadas licencias de UMTS, aunque, como precisa la compañía, se tratara de compras de proyectos más que de adquisición de empresas-. Está por ver, o mejor por medir, qué impacto tendrá la compra sobre el volumen de deuda de Telefónica y si dificultará su fluida política de dividendo actual. Como suele suceder en estos casos, estos riesgos sólo podrán descartarse o confirmarse pasado un plazo prudencial. Por el momento, los mercados parecen confiar en la capacidad de Telefónica para manejar correctamente esta ampliación de horizontes.

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