Análisis:

Rumor de cambio

La rentabilidad media acumulada por los fondos globales de renta fija emergente durante los últimos tres años asciende al 4% si se mide en euros, y al 57% si el cálculo se hace en dólares. La diferencia es tan grande porque justamente ha sido durante estos años cuando ha tenido lugar la depreciación del dólar frente al euro en un 52%. Si se toman los cinco años últimos como referencia, la situación es aún mejor, con rentabilidades medias respectivas (en euros y en dólares) de 34% y 83%.

El buen comportamiento de este tipo de fondos arranca desde mucho más atrás; es decir, desde la últim...

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La rentabilidad media acumulada por los fondos globales de renta fija emergente durante los últimos tres años asciende al 4% si se mide en euros, y al 57% si el cálculo se hace en dólares. La diferencia es tan grande porque justamente ha sido durante estos años cuando ha tenido lugar la depreciación del dólar frente al euro en un 52%. Si se toman los cinco años últimos como referencia, la situación es aún mejor, con rentabilidades medias respectivas (en euros y en dólares) de 34% y 83%.

El buen comportamiento de este tipo de fondos arranca desde mucho más atrás; es decir, desde la última crisis de la deuda de los países emergentes, recordada por sus dos momentos álgidos: Navidad de 1997, cuando Corea del Sur estuvo a punto de suspender el pago de su deuda exterior, y el verano de 1998, con la crisis de la deuda rusa.

Desde entonces se ha producido una mejora sustancial de las economías de todos esos países, especialmente en los tres últimos años, en los que, gracias al fuerte crecimiento de las economías norteamericana y china, el precio de las materias primas ha llegado a niveles que, en términos nominales, no se veían desde hacía 25 años.

La mejor situación de economías y empresas de los países emergentes ha favorecido la cotización de sus emisiones de renta fija hasta un punto tal que el rendimiento que proporcionan por encima del que tienen los bonos del Tesoro norteamericano se ha reducido a niveles nunca antes vistos. Y eso es lo que ha llevado a los fondos de renta fija emergente a tan buenas rentabilidades durante estos últimos años.

Ni siquiera la expectativa surgida en 2003, y acentuada y materializada en 2004, de que la Reserva Federal comenzaría a subir los tipos de interés del dólar, logró afectar de forma negativa la evolución de los precios de la deuda emergente. Si los bonos del Gobierno de EE UU caían de precio, los de los emergentes, o no caían o lo hacían en menor proporción.

Esta situación idílica parece, sin embargo, que podría estar llegando a su fin. Los tipos de interés de largo plazo han estado subiendo en EEUU y Europa desde comienzos de febrero y, aunque con retraso, parece que ya ha empezado a sentirse su efecto sobre la deuda de los países emergentes. Y no sólo sobre la propia deuda, sino sobre las monedas de algunos de ellos.

Así, en la semana previa a la Semana Santa el Tesoro de Brasil tuvo que suspender la subasta semanal de deuda, mientras, en paralelo, las monedas de Turquía, Suráfrica, México, Polonia y Hungría sufrían depreciaciones de cierta entidad. Sobre la mesa está la cuestión de si no se está haciendo una infravaloración del riesgo que tiene invertir en renta fija emergente, lo que se ha traducido en no exigir la prima de riesgo que correspondería a esas emisiones.

La presión vendedora de la última semana se ha notado en que los fondos de renta fija emergente global han dado pérdidas (en dólares, que es la moneda en la que invierten mayoritariamente) de casi el 2%. Está por ver si se trata de un movimiento más del mercado o si es el inicio de una nueva tendencia.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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