El Banco de Italia, contra la OPA del BBVA

La autoridad monetaria plantea "obstáculos" a la compra del BNL, aunque su opinión no es vinculante

El Banco de Italia pondrá todas las dificultades posibles a la anunciada oferta pública de adquisición de acciones (OPA) del BBVA sobre la Banca Nazionale del Lavoro. El gobernador, Antonio Fazio, envió el viernes una carta a la entidad española en la que se declaraba contrario a la iniciativa del banco, reclamaba grandes cantidades de información adicional y planteaba "problemas de procedimiento" y "obstáculos" por el hecho de que la valoración de las acciones del BNL (2,52 euros por título) se hubiera efectuado antes de formalizar la OPA. De forma simultánea, el Banco de Italia filtró...

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El Banco de Italia pondrá todas las dificultades posibles a la anunciada oferta pública de adquisición de acciones (OPA) del BBVA sobre la Banca Nazionale del Lavoro. El gobernador, Antonio Fazio, envió el viernes una carta a la entidad española en la que se declaraba contrario a la iniciativa del banco, reclamaba grandes cantidades de información adicional y planteaba "problemas de procedimiento" y "obstáculos" por el hecho de que la valoración de las acciones del BNL (2,52 euros por título) se hubiera efectuado antes de formalizar la OPA. De forma simultánea, el Banco de Italia filtró a la prensa italiana que el problema central consistía en la supuesta mala gestión desarrollada por el BBVA como principal accionista (casi el 15%) del BNL.

El organismo ha filtrado a la prensa italiana que el problema es la "mala gestión" del BBVA
La CE ya ha advertido a Italia de que no aceptará vulneraciones del libre mercado

El empeño del BBVA por hacerse con el control del BNL había de desembocar, vista la actitud del banco central italiano y su tradicional política proteccionista, en una batalla financiera larga y de resultado incierto. La carta de Viernes Santo, firmada por Fazio, demostró que el Banco de Italia pensaba plantear todas las objeciones administrativas posibles, aunque sin llegar a oponerse frontalmente al BBVA, dado que la Comisión Europea había advertido ya de que no aceptaría nuevas vulneraciones del libre mercado por parte italiana. Además, la opinión de la entidad -que contaba con jugar la carta de la intoxicación informativa- no es vinculante para el éxito de la operación.

Fuentes del Banco de Italia explicaron el viernes a la prensa italiana el contenido de la carta: un cúmulo de obstáculos, objeciones y dificultades sin apenas peso real, salvo por su objetivo, sentimentalmente considerable para el mercado interno, de salvaguardar la italianidad del sector financiero nacional. Pero también indicaron a la prensa que la carta remitida a la presidencia del banco español estaba relacionada con una comunicación remitida en enero al BNL por la autoridad financiera de Roma, en la que se criticaba la gestión de la entidad. Atando cabos, se podía concluir que esa gestión deficiente estaba vinculada con la presencia del BBVA en el accionariado y su apoyo al presidente de BNL, Luigi Abete. Y se acababa titulando como lo hacía ayer el diario turinés La Stampa: "Bankitalia, al BBVA: habéis gestionado mal BNL".

El BBVA, que ya anteriormente quiso hacerse con el control del BNL y fue limitado al 15% de las acciones por Fazio -que es presidente vitalicio del Banco de Italia- se integró en un pacto de sindicación de acciones del que formaban parte la aseguradora Generali y el holding del empresario del sector de la moda Diego della Valle. Entre todos sumaban casi el 28% y decidieron apoyar la gestión del presidente, Luigi Abete, asumiendo unas pérdidas de 34 millones de euros en 2004 y aprobando una ampliación de capital de 1.200 millones con el fin de sanear el banco.

En contra del pacto de sindicación se formó un contrapacto, liderado por un grupo de constructores romanos, que, con una participación cercana al 26%, tenía más interés en la rentabilidad inmediata y en el incremento del valor bursátil que en el saneamiento del BNL. Los intereses de los constructores estaban claros: habían depositado sus acciones como garantía de créditos y su principal objetivo consistía en revalorizarlas de forma inmediata, sin que les preocupara el medio o largo plazo.

En cuanto el BBVA anunció el lanzamiento de una OPA por el 100% del capital del BNL (con la obvia excepción del 15% que tenía ya en mano), el pasado 18 de marzo, el Banco de Italia se colocó, en nombre de la italianidad del banco, del lado del contrapacto de los constructores, aunque éste se rigiera por principios especulativos y estuviera más atento al sector inmobiliario que al bancario.

Antonio Fazio se puso a trabajar de inmediato en la tarea de reforzar del contrapacto, tratando de añadirle otros bancos y de convencer a Generali para que cambiara de bando. El objetivo final consistía en ganar tiempo para conseguir, entretanto, que entidades y empresarios italianos se hicieran con el 51% del capital antes que el BBVA. Dentro de ese objetivo se enmarcaba la carta dilatoria de Viernes Santo. A la vez, Fazio intentaba agitar los instintos nacionalistas del público italiano y sugería que la gestión del BBVA había resultado negativa para el BNL.

Ese argumento resultaba insostenible frente a los hechos, ya que el BBVA ocupa sólo 4 de las 13 butacas del Consejo de Administración del BNL, y hasta plantear la OPA no había hecho mucho más que poner dinero para sanear una entidad en dificultades.

En enero, cuando el Banco de Italia criticó los malos resultados del BNL, los miembros del pacto (BBVA, Generali y Diego della Valle) hicieron notar que, tras la ampliación de capital, se había recuperado la rentabilidad y que para 2005 se esperaban unos beneficios cercanos a los 400 millones de euros.

Pero la proclamada lucha por salvaguardar la italianidad del BNL podía tocar cierta fibra sentimental del público. Los colaboradores de Fazio se presentan en la prensa local como el último dique frente a la "invasión de las multinacionales" y la "desaparición de la industria italiana por falta de un sector financiero propio".

Antonio Fazio, gobernandor del Banco de Italia, en una imagen de octubre de 2004.EFE

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