CONSEJO EUROPEO EN BRUSELAS

El medio ambiente, el gran olvidado

Los ambiciosos objetivos económicos y sociales que se plantea la Unión Europea casan mal con los esfuerzos por mejorar el medio ambiente. La primera víctima ha sido el proyecto de reglamento REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas, en sus siglas inglesas), una norma impulsada hace dos años por la Comisión Europea para aumentar la seguridad de las personas y el medio ambiente, pero que impone nuevas cargas a la industria química, obligada a acometer esas evaluaciones.

La Comisión ya ha anunciado su intención de revisar el proyecto. El borrador de conclusiones de...

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Los ambiciosos objetivos económicos y sociales que se plantea la Unión Europea casan mal con los esfuerzos por mejorar el medio ambiente. La primera víctima ha sido el proyecto de reglamento REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas, en sus siglas inglesas), una norma impulsada hace dos años por la Comisión Europea para aumentar la seguridad de las personas y el medio ambiente, pero que impone nuevas cargas a la industria química, obligada a acometer esas evaluaciones.

La Comisión ya ha anunciado su intención de revisar el proyecto. El borrador de conclusiones del Consejo Europeo que previsiblemente se apruebe hoy le da la puntilla. "Todo acuerdo sobre el REACH debe conciliar las preocupaciones de protección del medio ambiente y la salud con la necesidad de promover la competitividad de la industria europea, prestando al mismo tiempo una atención especial a las pyme y a su capacidad de innovación", dice el texto, que sigue negociándose con varios países, entre ellos España, para reducir las exigencias a la industria, obligando, por ejemplo, a un número menor de ensayos. Se calcula que este reglamento obligaría a evaluar y registrar unas 30.000 sustancias químicas en Europa.

La segunda víctima de la carrera por la competitividad es el ambicioso proyecto de los ministros de Medio Ambiente hace sólo 12 días para la estrategia mundial posterior al Protocolo de Kioto. Tal estrategia consistiría, desde el lado europeo, en iniciar una negociación para reducir en un 30% respecto a 1990 la emisión de gases de efecto invernadero para 2020, y hasta un 80% para 2050.

Los ministros de Medio Ambiente esperaban que los líderes recogieran el testigo e hicieran suyas tan altas pretensiones. No ha sido así. El borrador de conclusiones se limita a reconocer que el cambio climático "puede tener repercusiones negativas importantes en los planos medioambiental, económico y social en todo el mundo".

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