Editorial:

Bush suelta un 'halcón'

La elección por Bush de dos halcones neoconservadores, Paul Wolfowitz para presidir el Banco Mundial y John Bolton como embajador de EE UU en las Naciones Unidas, encaja mal en el discurso más multilateralista que parece exhibir este presidente en los inicios de su segundo mandato. El caso de Wolfowitz, el diseñador desde el Pentágono de la guerra contra el terrorismo y la mal planteada e ilegal invasión de Irak, resulta especialmente hiriente. Que al frente del Banco Mundial haya habido siempre un norteamericano (y del Fondo Monetario Internacional, un europeo) es algo que ya discuten ...

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La elección por Bush de dos halcones neoconservadores, Paul Wolfowitz para presidir el Banco Mundial y John Bolton como embajador de EE UU en las Naciones Unidas, encaja mal en el discurso más multilateralista que parece exhibir este presidente en los inicios de su segundo mandato. El caso de Wolfowitz, el diseñador desde el Pentágono de la guerra contra el terrorismo y la mal planteada e ilegal invasión de Irak, resulta especialmente hiriente. Que al frente del Banco Mundial haya habido siempre un norteamericano (y del Fondo Monetario Internacional, un europeo) es algo que ya discuten muchos países, pero en ningún caso puede esto conducir a que cualquiera valga para el puesto. El ex secretario de Estado Colin Powell hubiera resultado más aceptable.

Algunos hacen otra lectura del gesto de Bush: que se trate de una patada hacia arriba de Wolfowitz, al que aleja así de su entorno más inmediato. La elección no sería estrictamente una promoción -mandaba más donde estaba-, sino una forma de sacarlo decentemente del Gobierno, sobre todo si acaba saliendo también Donald Rumsfeld del Pentágono, aunque quede Cheney en la vicepresidencia. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y su nuevo realismo salen reforzados con estos pasos.

Por desgracia, el nombramiento de Bolton resulta claramente sospechoso. Es una persona conocida por su hostilidad a la ONU, y como martillo de los europeos se ha encargado durante estos años de poner toda suerte de trabas a la Corte Penal Internacional (CPI) y a otros avances del derecho internacional. Europeos y americanos están hoy a la greña en Naciones Unidas sobre la instancia que debería entender de las matanzas de Darfur; los primeros, incluido Blair, quieren que vaya a la CPI, mientras Washington se niega. La llegada de Bolton al nuevo cargo cuando la ONU tiene que afrontar una ambiciosa reforma interna no es precisamente una indicación de que Bush quiera acometerla con espíritu constructivo.

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Un objetivo del presidente de EE UU es reformar las instituciones internacionales existentes, desde la ONU al Banco Mundial. Aunque las ayudas que otorga no pueden estar políticamente condicionadas, como se ha visto en el caso de Irán, Wolfowitz podría verse tentado de convertir la institución en el banco para financiar la cruzada de Bush en el mundo.

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