Crítica:

Disfrazada de rebelde

Como ha nacido en París, el escritor Sergi Pàmies (que además lo es primero en su idioma natal, el catalán, antes de ser publicado, también con éxito, en castellano) es un buen aficionado a verter entre nosotros a la escritora belga (nacida en Japón) Amélie Nothomb, de la que ya ha traducido varios libros. Por eso sabe muy bien que el prefijo "ante" en francés quiere decir en castellano "anti", por lo que ha vertido en nuestro idioma correctamente como "antichrista" lo que podría haber sido "antechrista" de manera equivocada, quitándole así el sentido de lo irreligioso que aquí ha recuperado p...

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Como ha nacido en París, el escritor Sergi Pàmies (que además lo es primero en su idioma natal, el catalán, antes de ser publicado, también con éxito, en castellano) es un buen aficionado a verter entre nosotros a la escritora belga (nacida en Japón) Amélie Nothomb, de la que ya ha traducido varios libros. Por eso sabe muy bien que el prefijo "ante" en francés quiere decir en castellano "anti", por lo que ha vertido en nuestro idioma correctamente como "antichrista" lo que podría haber sido "antechrista" de manera equivocada, quitándole así el sentido de lo irreligioso que aquí ha recuperado por completo. Y además, la afición de Sergi Pàmies a traducir los textos de Amélie Nothomb, ya es un indicio para los abundantes lectores de ambos escritores, en catalán, castellano y francés, que puede multiplicarlos evidentemente, aunque no lo necesitan demasiado según cuentan las listas de ventas en los dos -o tres- países en los que cuentan con sus lectores naturales (España -en catalán y castellano-, Francia y Bélgica sobre todo). Algo se parecen ambos escritores, aunque no sea más que en su edad (nacieron en los sesenta), sus excéntricos lugares de venida al mundo con relación a su origen (Francia y Japón), su escritura amable y crítica a la vez, y su rebeldía ante el mundo, más profunda de lo que parece, lo que se concreta en una serie de libros no muy largos y no tan ligeros como aparentan, que suelen ser bien recibidos entre sus públicos respectivos, donde han recibido además algunos premios de importancia, y la aceptación del público y en buena medida de la crítica que ya va abandonando sus reticencias al respecto.

ANTICHRISTA

Amélie Nothomb

Traducción de Sergi Pàmies

Anagrama. Barcelona, 2005

132 páginas. 12 euros

Quizá lo que más les diferencia sea su metodología en la publicación, pues Amélie Nothomb, que empezó a escribir muy joven, tras el impacto de su primera formación japonesa (donde su padre era diplomático) y haber pasado por China y Estados Unidos, haber sido anoréxica, y cultivado extrañas aficiones, deportes y gastronomías diversas (era vegetariana y solía comer frutas y verduras demasiado maduras, a punto de la podredumbre) se hizo un plan de publicar veinte novelas en otros tantos años, siempre de dimensiones parecidas y en las mismas fechas, para luego retirarse y vivir de las rentas si la siembra daba los resultados apetecidos. La cosecha empezó en 1992, con la publicación de Higiene del asesino en la editorial Albin-Michel (que es la misma siempre, dados los buenos resultados) que entre nosotros publicó Circe por iniciativa de Ana María Moix. El libro tuvo más éxito en Francia que en España, lo que le aseguró un público en su país -sobre todo juvenil- mientras que Circe sólo insistió tres veces más, antes de que Anagrama, que ya había olfateado el posible éxito, se encomendara en manos de Sergi Pàmies para continuar la tarea, que culminó con su octava novela de 1999, el gran éxito que fue Estupor y temblores, que le valió el Gran Premio de novela de la Academia Francesa de la que vendió más de 600.000 ejemplares. Sus libros se suceden matemáticamente al empezar todos los otoños, venden un par de centenas de miles, pues gozan del favor especial de un público, sobre todo juvenil, siempre según sus fórmulas de escritura, ligera, casi siempre dialogada -a veces son los personajes quienes dialogan en su interior- y con cierto tufillo a rebeldía, hasta rozar, como en este caso, los límites de la blasfemia. Sus fábulas no son reales, ni intentan serlo, sino morales, pues a veces me recuerdan a un Voltaire puesto al día, a un Candide un Ingenuo o un Zadig que nos sigan revolviendo las conciencias a la altura de los nuevos tiempos, aunque siempre haya en sus fábulas un aire teórico o artificial que viene a dar al traste con todas las buenas conciencias de nuestra época. Estamos pues bastante lejos de todo pensamiento único, pese a los artificios desplegados.

Antichrista es la historia de

la relación de dos adolescentes, estudiantes en la Universidad de Bruselas, que se presentan como dos polos contradictorios. Una es Blanche, una burguesita tímida, conservadora, aislada y aficionada a la lectura. La otra, cuya presencia la fascina, es Christa, que es todo su contrario, abierta, disponible, trabajadora, con experiencia, que al entrar en el pequeño mundo burgués de la primera se apodera de todo, de su cuerpo, de sus libros, de sus padres (uno tras otro) y presenta una imagen de liberación y apertura especialmente fascinante, que todo lo arrolla y avasalla. El resultado será de un enfrentamiento del que Blanche se liberará a duras penas cuando descubra que Christa es en verdad una perfecta "antichrista". Lo que sucede es que la novela, graciosa y ligera como siempre -y cargada de sentido- falla al final, cuando por una extraña e indebida investigación se descubre que todo en Christa es un montaje, es mentira, que su familia es muy rica, su novio un mediocre regordete y toda ella una auténtica mentira universal. Así, cualquiera. De todas formas, he podido leer la novela siguiente, Biografía del hambre (su lema es magnífico, "el hambre soy yo", pues juega en torno a su anorexia juvenil), que al tener más raíces autobiográficas resulta ser -creo- mucho mejor. Lo único que me inquieta son sus opciones ideológicas, pues Amélie Nothomb está fascinada por la cultura japonesa y aborrece la cultura china, que en verdad es la cuna de la que nace la anterior: históricamente Japón es un clon sutil, refinado y perverso de la China universal y legendaria. ¿No será la propia escritora su propio clon, de qué o de quién? Habrá que seguir investigando, esto es leyendo -o leyéndola-, lo que por otra parte es un placer.

La escritora belga Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967).DANIEL MORDZINSKI

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