Tribuna:La igualdad en la política

La paridad de las élites

La paridad es un concepto intrínsecamente positivo. Nadie con convicciones democráticas se manifiesta en contra de la igualdad entre hombres y mujeres, logro teóricamente alcanzado con mucho tiempo y esfuerzo. En la España de hoy las actitudes que pretenden marginar el papel de la mujer en la sociedad del siglo XXI son ya minoritarias y siempre resultado de tradiciones culturales. Es más, son ilegales e inconstitucionales.

Todas las administraciones, independientemente de qué partido las gobierne, ponen en marcha desde hace años medidas encaminadas a lograr este objetivo. Los resultados...

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La paridad es un concepto intrínsecamente positivo. Nadie con convicciones democráticas se manifiesta en contra de la igualdad entre hombres y mujeres, logro teóricamente alcanzado con mucho tiempo y esfuerzo. En la España de hoy las actitudes que pretenden marginar el papel de la mujer en la sociedad del siglo XXI son ya minoritarias y siempre resultado de tradiciones culturales. Es más, son ilegales e inconstitucionales.

Todas las administraciones, independientemente de qué partido las gobierne, ponen en marcha desde hace años medidas encaminadas a lograr este objetivo. Los resultados han sido diferentes y, como en otras tantas cuestiones, los socialistas han hecho de la igualdad una bandera más ideológica que real. La gestión centrista del Partido Popular, con menos ruido y más eficacia, han demostrado una preocupación veraz traducida en importantes avances para la equiparación de hombres y mujeres.

Los socialistas han hecho de la igualdad una bandera más ideológica que real
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Por eso, ahora que en Andalucía se plantea la posibilidad por ley de la paridad en las listas electorales, es oportuno establecer una serie de cuestiones previas que relativizan en gran medida su trascendencia para el bien general de la sociedad andaluza, a la que pretende beneficiar.

La primera de estas cuestiones es que alcanzar una paridad sólo para las élites políticas pueda resultar inútil al resto de las mujeres andaluzas. Alguien debe explicar qué ganan las mujeres trabajadoras, las desempleadas y las madres de familia por tener un Gobierno paritario.

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La paridad falla en la base porque la desigualdad entre hombres y mujeres tiene raíces en la educación, en la cultura y en el ámbito doméstico que no van a cambiar por un reparto en las consejerías. Hay que tener en cuenta, por otro lado, que el Gobierno andaluz sigue siendo enormemente machista en la distribución de los altos cargos, nombrados a dedo por el señor Chaves. Aquí se demuestra que no están convencidos de lo que dicen defender.

La idea de la paridad en las cúpulas dirigentes y, más aún, en el escaparate de las instituciones, es elitista y obedece más a una campaña de imagen que de objetivos. Si lo que se pretende es lavar la conciencia de algunos políticos es lógico conformarse con la paridad de las élites. Ésta no es la posición del Partido Popular, que considera mucho más trascendente resolver las auténticas desigualdades de nuestra sociedad.

Las medidas políticas de un gobierno responsable y comprometido con la equidad deben ir encaminadas a alcanzar una educación sin distinciones para los niños y las niñas, una valoración moralmente idéntica de los dos sexos, un reparto equitativo de las obligaciones familiares, y sobre todo, un acceso en las mismas condiciones al mercado laboral.

Cuando persisten en nuestra sociedad actitudes que critican en una mujer lo que valoran en un hombre, el objetivo de la igualdad está muy lejos, aun existiendo la paridad en las listas electorales. Mientras un hombre con hijos sea un modelo de estabilidad familiar y una mujer con hijos una carga para cualquier empresa, la paridad elitista es injusta con la gran mayoría de las mujeres.

Las mujeres hemos llevado a cabo una revolución social que, sin negarle su enorme valor, ha supuesto una doble tarea: en el ámbito doméstico y en el laboral. Los hombres, y no todos, han acompañado a las mujeres en esta revolución desde una posición muy cómoda, sin asumir su parte correspondiente en el hogar.

De la misma forma es inútil para las mujeres hablar de paridad política mientras no exista similitud en los niveles de paro. En Andalucía el desempleo tiene un sexo marcadamente femenino, con una tasa del 26,5%. Más del doble que el masculino. Sin la independencia personal y económica que proporciona el trabajo, todo es una farsa.

Podríamos poner muchos más ejemplos. Desde el tratamiento discriminatorio a las mujeres que ofrece Canal Sur, hasta el hecho de que cobren menos por hacer igual trabajo en empresas públicas de la Junta de Andalucía. Ello pone de manifiesto que los que más hablan de paridad tienen a menudo una actitud conformista y frívola.

Esperanza Oña es diputada autonómica y vicesecretaria general del PP andaluz.

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