"Un frío del carajo"

El termómetro roza los cero grados, pero cerca del mar el aire sopla de forma virulenta y el frío parece aún mayor. "Un frío del carajo", como decía anoche un hombre que iba a pasar la noche en el pabellón de la Mar Bella. Al entrar, estaba algo perdido. "¿Es éste el sitio donde vamos a dormir?", gritó. Le indicaron que fuera a recepción. Acudió renegando. "¡Aquí no hay ninguna señalización, señores!", se quejó.

La actividad en las instalaciones seguía con normalidad, ajena a la ola de frío que sufren sobre todo los que no tienen donde dormir. Al entrar en el edificio, el hombre pregun...

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El termómetro roza los cero grados, pero cerca del mar el aire sopla de forma virulenta y el frío parece aún mayor. "Un frío del carajo", como decía anoche un hombre que iba a pasar la noche en el pabellón de la Mar Bella. Al entrar, estaba algo perdido. "¿Es éste el sitio donde vamos a dormir?", gritó. Le indicaron que fuera a recepción. Acudió renegando. "¡Aquí no hay ninguna señalización, señores!", se quejó.

La actividad en las instalaciones seguía con normalidad, ajena a la ola de frío que sufren sobre todo los que no tienen donde dormir. Al entrar en el edificio, el hombre preguntó a la recepcionista dónde le iban a "meter". Dos guardias municipales le llevaron a un edificio adjunto, donde un grupo de chavales hacían gimnasia. Se puso otra vez el gorro, el único equipaje que llevaba, mientras volvía a a renegar. "No llevo más cosas porque no tengo nada", aclaraba. Le parece bien pasar la noche en la Mar Bella. "Mucho mejor que en la plaza del Bonsuccés, donde duermo cada día. Por lo menos hoy no tendré que pelearme para un rincón para mí en un banco o en un portal", remachó.

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