OPINIÓN DEL LECTOR

¡Qué ilusión!

Desde hace algún tiempo, para ser más específicos dos cursos escolares, la Junta de Andalucía se embarcó en un proyecto multimillonario para "mejorar" las instalaciones escolares. Fui contratado por una empresa, no sé si directa o subcontratada por la Junta, para acarrear bártulos y subir escaleras cargado de mesas, sillas y equipos informáticos.

Qué bonito era ver esos institutos y colegios llenos de ordenadores en las mesas nuevas, y esas sillas recién sacadas de la caja. Aún más placer producía a los directores, jefes de estudios y profesores cuando te hablaban de sus proyectos, de l...

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Desde hace algún tiempo, para ser más específicos dos cursos escolares, la Junta de Andalucía se embarcó en un proyecto multimillonario para "mejorar" las instalaciones escolares. Fui contratado por una empresa, no sé si directa o subcontratada por la Junta, para acarrear bártulos y subir escaleras cargado de mesas, sillas y equipos informáticos.

Qué bonito era ver esos institutos y colegios llenos de ordenadores en las mesas nuevas, y esas sillas recién sacadas de la caja. Aún más placer producía a los directores, jefes de estudios y profesores cuando te hablaban de sus proyectos, de la manera que iban a ser utilizados dichos equipos, de los cursos de reciclaje de los profesores, y un sinfín de etcéteras que hacían más o menos ilusión hasta en nosotros, sudorosos chavales, muchos de ellos, con sus carreras, y otros aún estudiando, hartos de trabajar.

Nada de esto se puede comparar, tras un verano de oír ilusiones y ver muchos centros totalmente adaptados para su nuevo metodo didactico, cuando a finales de verano me destinan al instituto en el que me acababa de matricular pocas semanas antes, sin saber siquiera que iba a convertirse en un centro TIC (Tecnologias de la Informacion y la Comunicación).

Me llenaba de orgullo, pensando en cuál de los miles de sueños de los directivos de tantos centros me embarcaría yo. ¡Ay!, idiota de mí por creer como siempre en una educación que abre más heridas de las que cierra. Dos cursos en los que mi indignación crece por momentos, cada vez que entro en un aula y veo monitores pintarraqueados, llenos de polvo, y que sólo he visto encendidos en verano, mientras enchufaba cables. Será que al ser un instituto con clase para adultos por la tarde, a la que yo asisto, y sólo se utiliza por la mañana, pienso a veces. Pero, entonces, ¿para qué tengo un aula con 15 ordenadores, preparada para 30 alumnos? ¿Para eso he de aguantar un infernal ruido producido por una mala instalacion eléctrica (renovada únicamente para el fin de utilizar los equipos informáticos), sumado al de un hub que rechina más que un molino viejo? ¿Para esto tengo que ver paredes con restos de cemento sin pintar?

Aún es más mi indignación al pensar en todo el dinero gastado, y en que, los baños, cada dos semanas, están sin agua, otras veces cerrados, pensar en que tenemos un patio prácticamente abandonado, un teatro que sólo se usa dos veces al año, y que, para el turno de adultos no existe ningún tipo de atracción extraescolar, ni siquiera tenemos derecho al consejo escolar. Un abandono total, en todos los sentidos, incluso en un grupejo de profesores, casi el 70% que han sido rehusados de todos los destinos y han acabado ahí, que no tienen ningún sentido de la decencia ni de la docencia, aparte de una biblioteca sin bibliotecario, y alguna cosa que me dejo en el tintero.

En conclusión, ¡que bonito es estudiar en un centro multimillonario en equipamiento informático, que ni siquiera he visto encendido, y en el que me tengo que ir a estudiar en un aula abandonada, ya que la biblioteca está cerrada, porque ni hay un bibliotecario! Gracias Junta de Andalucía por ilusionarnos...

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