Reportaje:

El día del ataque bioterrorista

Un ejercicio de política ficción demuestra que un atentado con armas biológicas asestaría un golpe demoledor al mundo

"Se han registrado brotes de viruela en varios países europeos". La cadena GNN -General Network News- interrumpe su programación con esa noticia urgente. En Washington se celebra una cumbre euroatlántica; cuando los líderes se enteran de que es un ataque terrorista, permanecen reunidos. Así arrancó el viernes, en un hotel de Washington, el ejercicio Tormenta Atlántica, organizado por el Centro de Bioseguridad de la universidad de Pittsburgh y el Centro de Relaciones Transatlánticas de la universidad John Hopkins.

En torno a una gran mesa en forma de U, políticos de carne y hueso ...

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"Se han registrado brotes de viruela en varios países europeos". La cadena GNN -General Network News- interrumpe su programación con esa noticia urgente. En Washington se celebra una cumbre euroatlántica; cuando los líderes se enteran de que es un ataque terrorista, permanecen reunidos. Así arrancó el viernes, en un hotel de Washington, el ejercicio Tormenta Atlántica, organizado por el Centro de Bioseguridad de la universidad de Pittsburgh y el Centro de Relaciones Transatlánticas de la universidad John Hopkins.

En torno a una gran mesa en forma de U, políticos de carne y hueso representan el papel que les hubiera gustado jugar -la ex secretaria de Estado Madeleine Albright hace de presidenta de EE UU; el ex ministro de Salud Bernard Kouchner se hace pasar por jefe del Estado francés- o el que alguna vez jugaron: Jerzy Buzek vuelve a ser por unas horas primer ministro de Polonia y Gro Harlem Brundtland recupera la dirección de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ex ministros, europarlamentarios y diplomáticos completan el reparto: presidenta de la UE, primera ministra de Canadá, canciller alemán y primeros ministros de Italia, Holanda, Reino Unido y Suecia.

"El escenario expuesto es muy conservador. Podría ser mucho peor", dice la organizadora

A las nueve de la mañana, la cumbre contempla en dos grandes pantallas fotos de afectados, primeros planos de rostros con ampollas de viruela, erradicada hace 25 años y de la que se guardan cepas sólo en EE UU y Rusia. A las nueve y cinco, otra información urgente: Al Yihad al Jadid (la Nueva Yihad), un grupo cercano a Al Qaeda, reivindica la acción.

Situación de crisis. Los primeros ministros reciben información de sus países y discuten. El director del Centro Antiterrorista revela que el líder es Ahmed Alnami, experto en microbiología. El grupo contrató a un científico de la antigua URSS, en donde robaron cepas de viruela. Con informacion de Internet, cultivaron esas cepas; terroristas vacunados se pasearon por centros urbanos con diseminadores en sus mochilas. Luego se descubrirá su laboratorio, camuflado como una fábrica de cerveza en Austria. Hay varios detenidos. "La única buena noticia" -dice el supuesto director- "es que nunca en mi vida he visto una mayor cooperación entre países como la que estamos teniendo ahora".

Son las 9.14. Hay ya 25 casos de viruela en Alemania, 15 en Turquía, 8 en Holanda y 3 en Suecia; podría haber 2.500 en diez días y 10.000 al cabo de un mes. Esas proyecciones se multiplicarán en las próximas horas. Los líderes empiezan a coordinarse: se intenta aislar los casos y vacunar a los que están en contacto con los infectados y al personal sanitario. El británico pide respuestas coordinadas y evitar la radicalización de tensiones étnicas y religiosas. El presidente francés exige que se aceleren los debates "porque tenemos que volver a nuestros países y adoptar medidas urgentes". Hay tensión sobre las vacunas: en la ficción, 40 países tienen dosis, pero ninguno suficientes para toda su población. España podría vacunar al 15%. Turquía, casi sin vacunas, invoca el artículo 5 del tratado de la OTAN: ayuda militar para defenderse de una agresión exterior. Los líderes discuten: ¿vacunación masiva o selectiva? ¿OTAN o Naciones Unidas? El Consejo de Seguridad está a punto de reunirse, dice Madeleine Albright.

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El primer ministro sueco impone racionalidad, como se espera de un escandinavo. La UE lo pasa fatal para coordinar a los 25. Albright recuerda cómo es la vida real: "Aunque soy una presidenta distinta al anterior, debo decir que el Congreso y la opinión pública quizá se resistan a ayudar a otros países que no han ayudado a EE UU en Irak". La OMS trata de ordenar el creciente caos, pero las noticias no ayudan.

Albright recibe una llamada: surgen los primeros casos de viruela en Los Ángeles. La presidenta dice que ha recibido otra "del presidente Zapatero, de España; que aún no hay casos de viruela, pero que teme que los habrá y que le hacen falta otros cuatro millones de vacunas. Esto se extiende", dice, sombría.Y así es: a las 11.10, la GNN habla de decenas de casos en EE UU y miles en Europa. El puerto de Rotterdam se cierra; dos mezquitas son atacadas en la ciudad. Wall Street se desploma. Se cancelan vuelos en todo el mundo. Miles de polacos quieren ir a Alemania, porque hay vacunas y en Polonia no. "Se están creando terribles presiones entre los países y dentro de cada país", dice el sueco.

Los líderes hacen lo que pueden y concluyen la cumbre con una conferencia de prensa y un llamamiento a la calma; aseguran que están unidos y que han tomado medidas políticas y sanitarias para frenar la crisis, pero no queda claro qué criterios se aplican y qué decisiones se adoptan sobre las vacunas o los cierres de fronteras, y cada país toma sus decisiones. El 28 de febrero de 2005, mes y medio después, las noticias de ficción pintan este panorama: 400.000 infectados en todo el mundo, 100.000 muertos, con proyecciones de millones que posiblemente morirán. La economía global, desbaratada, sobre todo los transportes y el comercio; el petróleo se ha disparado. Rotterdam y Los Ángeles siguen cerrados y no se han podido celebrar los referendos sobre la Constitución europea. Han estallado conflictos en varias zonas del mundo. "Los líderes fueron cogidos por sorpresa en esta crisis. Y los detenidos en Austria confiesan que la Nueva Yihad tiene una y quizá dos instalaciones más de producción de armas biológicas", dice el locutor.

¿Exageración, alarmismo? Todo lo contrario, según Tara O'Toole, una de las organizadoras del ejercicio, "el escenario expuesto es muy conservador. Podría ser mucho peor. La era de las armas biológicas no es ciencia ficción; está aquí. No es una invención; es una realidad de nuestro tiempo".

Soldados de EE UU realizan un simulacro de ataque bioterrorista en Washington, en una imagen de archivo.AP

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