Estúpida pérdida de tiempo
El que, en una oficina pública con una actividad de control impuesta autoritariamente a todos los ciudadanos y con un contenido de servicio público rutinario, suceda lo acaecido en este día en que les escribo, pone de manifiesto su mal funcionamiento y el ingrediente más sutil de total desprecio hacia la masa de anónimos y sufridos contribuyentes.
Día 11 de enero de 2005, muy exactamente a las 13.43, acabo de pagar la tasa de 17,20 euros y se me entrega el número D-390: "Suba a la segunda planta y espere que llamen a su número".
En la segunda planta, más de 300 personas en pacien...
El que, en una oficina pública con una actividad de control impuesta autoritariamente a todos los ciudadanos y con un contenido de servicio público rutinario, suceda lo acaecido en este día en que les escribo, pone de manifiesto su mal funcionamiento y el ingrediente más sutil de total desprecio hacia la masa de anónimos y sufridos contribuyentes.
Día 11 de enero de 2005, muy exactamente a las 13.43, acabo de pagar la tasa de 17,20 euros y se me entrega el número D-390: "Suba a la segunda planta y espere que llamen a su número".
En la segunda planta, más de 300 personas en paciente y sufrida espera en una sala atestada. Veo anunciado que llaman al D-27. ¡Horror me habré equivocado!
Desgraciadamente, no.
Más de dos horas de paciente espera perdidas para entregar, a las 15.55, los documentos sobre la rutinaria renovación de mi permiso de conducir (menos de un minuto de tratamiento).
Esta situación se me asegura que es la habitual y hasta, incluso, que hoy ¡he tenido algo de suerte!
Esta estúpida pérdida de nuestro tiempo, sin provecho ni justificación merece los más vivos reproches del sufrido ciudadano de a pie. Tenemos derecho a que quien tan mal nos gobierna, haga las cosas un poco mejor en algo que no es tan complicado.