Columna

La enfermedad

Mi país está enfermo. Eso es lo que pienso mirándolo desde tan lejos. Leo sobre la posibilidad, ya parece que frustrada, de excarcelamiento del etarra De Juana Chaos y eso me hace recordar la película La mejor juventud. Uno de los personajes más trágicos de esta espléndida película es una terrorista de las Brigadas Rojas, una mujer que, incapaz de llevar una vida decente, de criar a su hija y de luchar por una sociedad más justa por medios no criminales, lo abandona todo por la "lucha armada". Su organización tiene como objetivos, en sus primeros tiempos, a políticos y policías, pero lu...

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Mi país está enfermo. Eso es lo que pienso mirándolo desde tan lejos. Leo sobre la posibilidad, ya parece que frustrada, de excarcelamiento del etarra De Juana Chaos y eso me hace recordar la película La mejor juventud. Uno de los personajes más trágicos de esta espléndida película es una terrorista de las Brigadas Rojas, una mujer que, incapaz de llevar una vida decente, de criar a su hija y de luchar por una sociedad más justa por medios no criminales, lo abandona todo por la "lucha armada". Su organización tiene como objetivos, en sus primeros tiempos, a políticos y policías, pero luego el terror apunta a la gente de la universidad: "Mata a uno para que aprendan cien", dicen. Paradójicamente, gracias al amor de su marido, que da un chivatazo a la policía sobre el paradero de la terrorista, esta mujer acaba en la cárcel antes de mancharse las manos de sangre. Aun así, pasará muchos años entre rejas. Su mejor juventud la vivirá encerrada. Cuando finalmente sale a la calle no encuentra, desde luego, un entorno social que la reciba como a una heroína. Ella deberá borrar su pasado, vivir en otra ciudad y expiar sus culpas discretamente, en silencio, sabiendo que arruinó la infancia de una hija que nunca se va a sentir orgullosa de la deriva ideológica de su madre. Se trata de una película, pero es un retrato acertado de cómo Italia reaccionó ante la inmoralidad del terror. ¿Qué pasa aquí, entonces? ¿Qué pasa para que a un asesino le queden ganas de reírse, mientras está en la cárcel, de los crímenes que cometen sus camaradas, y pida champán para celebrarlos? ¿Qué pasa para que un individuo de esta calaña pueda publicar sus pensamientos en un periódico? ¿Qué pasa para que la justicia, a instancias de las víctimas que se sienten lógicamente humilladas, tenga que buscarse los mecanismos legales para que el terrorista, claramente no reinsertado, siga en la cárcel? ¿Qué pasa para que después de tantos crímenes haya aún gente que proteste en la calle porque se ha truncado la libertad de un individuo no arrepentido, para que le jaleen su no arrepentimiento? ¿Qué es lo que pasa para que aún podamos seguir teniendo miedo de un tipo que está en la cárcel? El país está enfermo, desde lejos lo veo claro, pero no sé cuál es el nombre de esta enfermedad.

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