Reportaje:

La química canina

Ocho perras integran la primera unidad de la Consejería de Medio Ambiente que se adiestra para detectar cebos envenenados

En abril la vida de Asia de Jelova cambió. Especializada hasta entonces en la búsqueda de personas sepultadas, una tarea que la llevó incluso a Chile, en abril ocurrió algo y Jesús López Valladolid, su dueño y adiestrador, comenzó a jugar con ella por los alrededores de Huelma (Jaén) con rodillos de toalla impregnados en olores penetrantes. Asia de Jelova, una perra de agua española de tres años y medio, sociable y trabajadora, se adaptó sin mayores traumas a su nuevo cometido: localizar venenos en el campo.

Jesús López la distingue como la más capaz de las ocho perras que...

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En abril la vida de Asia de Jelova cambió. Especializada hasta entonces en la búsqueda de personas sepultadas, una tarea que la llevó incluso a Chile, en abril ocurrió algo y Jesús López Valladolid, su dueño y adiestrador, comenzó a jugar con ella por los alrededores de Huelma (Jaén) con rodillos de toalla impregnados en olores penetrantes. Asia de Jelova, una perra de agua española de tres años y medio, sociable y trabajadora, se adaptó sin mayores traumas a su nuevo cometido: localizar venenos en el campo.

Jesús López la distingue como la más capaz de las ocho perras que integran la primera unidad canina que ha puesto en marcha la Consejería de Medio Ambiente para detectar cebos envenenados: "Te mira a los ojos como preguntando qué hace, es capaz de trabajar durante dos horas sin cansarse". Una joven pastor alemán, de 11 meses, Calanda, también promete gran entrega a la causa, según su entrenador, que seleccionó a los animales atendiendo a su sociabilidad, su pasión por el juego y su "fluidez" de ladrido. Donde hay un veneno, es necesario un perro que ladre.

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El biológo Jesús López Valladolid lleva 15 años preparando perros para que puedan localizar drogas, explosivos o cuerpos enterrados, pero nunca había adiestrado canes para localizar venenos. Así que se ha inventado un método para lograr que los animales (cuatro perros de agua español, tres pastores alemanes y un labrador) identifiquen cuatro compuestos distintos, que están presentes en el 95% de los cebos envenenados que se encuentran en Andalucía.

Los ocho canes son hembras,que tienen un celo regular cada seis meses, motivo de baja laboral durante quince días. Los machos son incontrolables: "Si huelen las feromonas de una perra en celo, se bloquean y puede durarle un mes". Y eso ocurre cada vez que olfatean unas feromonas nuevas.

La idea de emplear perros en la lucha contra el uso ilegal de cebos envenenados en Andalucía, una estrategia de la Consejería de Medio Ambiente que contempla 61 acciones distintas, se le ocurrió a Miguel Ángel Simón. "Viendo que los perros detectan drogas, pensé que podrían servir porque los venenos huelen mucho al incorporárseles repelente", señala.

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Simón, responsable del proyecto andaluz para erradicar los cebos envenenados, explica que el objetivo final es montar una unidad en cada provincia, si bien a corto plazo se pondrán en marcha dos equipos, uno para las provincias orientales y otro para las occidentales. Entre tanto, los ocho canes que entrena a diario Jesús López tendrán que viajar cuando sean requeridos.

Su primera actuación, aún reciente, se ha producido en un coto de Jaén donde la alarma saltó tras la muerte de un perro que había babeado de forma abundante. "Fuimos y no se encontró nada, pero los análisis del perro muerto confirmaron que no había veneno", indica el biólogo. "Confío mucho en ellas porque aciertan el 100% de las veces".

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