Columna

Nación y libro

Creo que la nación española nunca ha existido tanto como en este periodo, ya largo, que arranca de la Constitución de 1978. Y es que desde entonces las cosas han cambiado mucho: ya somos 43 millones; nos hemos convertido en destino y no en origen de la emigración; nuestras cifras nos sitúan como la novena economía mundial; tenemos una democracia avanzada, compleja y generosa, que respeta la pluralidad estatal, y por si fuera poco le ganamos a USA la Copa Davis. Somos un país moderno y solidario que tiene la suerte de compartir la Península Ibérica con una república amable y fecunda, y también ...

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Creo que la nación española nunca ha existido tanto como en este periodo, ya largo, que arranca de la Constitución de 1978. Y es que desde entonces las cosas han cambiado mucho: ya somos 43 millones; nos hemos convertido en destino y no en origen de la emigración; nuestras cifras nos sitúan como la novena economía mundial; tenemos una democracia avanzada, compleja y generosa, que respeta la pluralidad estatal, y por si fuera poco le ganamos a USA la Copa Davis. Somos un país moderno y solidario que tiene la suerte de compartir la Península Ibérica con una república amable y fecunda, y también somos un país totalmente europeo, ese sueño que tanto costó cumplir, y que ya es un camino hacia una nueva sociedad continental.

El día de la Constitución es la fiesta primera del calendario. Fiesta laica de todos, tanto de quienes comparten otras identidades intermedias como de quienes, tal que uno, sólo se reconoce como ciudadano español y le basta (aparte de hijo de su burgo natal). Fiesta también de quienes aborrecen la idea de España, que cada vez son menos. Porque en España se puede ser lo que cada uno quiera: vasco, catalán, gallego, castellano, valenciano, ceutí... Fiesta de una nación cada vez más consciente de ser la cuna de un tesoro de valor incalculable, que a todos nos concierne: un idioma que hablan 450 millones de personas. ¡Lo que darían Francia, Italia o Alemania por algo así...! Y a ese idioma, y a ese país plural, lo simboliza y universaliza con la mayor plenitud El Quijote, la novela más honda y extraña que se escribió jamás, novela que cumple cuatro siglos el año que viene, libro de valor y melancolía, de humor y nobleza, de ironía y emoción. Raro prodigio de un país que ama mucho la igualdad pero al que le falta amar un poco más la libertad, como la amó Cervantes, aquel descendiente de gallegos que fue soldado y cautivo, funcionario y preso, lector feliz de Tirant lo Blanc. Amar la libertad como la amó Don Quijote, aquel hidalgo que inició sus aventuras en Castilla, que cantó la nobleza de los vascos y que fue visitante admirado de Barcelona.

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