Crítica:

Un alma enfurecida

"Esta primera novela de Heinrich Böll", dice el editor, "no llegó a sus contemporáneos. Después de que en el año 1947 fuera expulsado de un concurso literario organizado por la revista cristiana Das Abendland, Böll prescindió de una publicación posterior. Así, Cruz sin amor aparecía únicamente en el segundo tomo de obras completas de H. Böll, publicadas en Colonia en 2002". El soldado Böll acaba esta novela a los 30 años, tras salir de una guerra en la que fue herido en cuatro ocasiones. Alemania está en ruinas dos años después del final de la contienda. Hoy conocemos mucho sobre...

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"Esta primera novela de Heinrich Böll", dice el editor, "no llegó a sus contemporáneos. Después de que en el año 1947 fuera expulsado de un concurso literario organizado por la revista cristiana Das Abendland, Böll prescindió de una publicación posterior. Así, Cruz sin amor aparecía únicamente en el segundo tomo de obras completas de H. Böll, publicadas en Colonia en 2002". El soldado Böll acaba esta novela a los 30 años, tras salir de una guerra en la que fue herido en cuatro ocasiones. Alemania está en ruinas dos años después del final de la contienda. Hoy conocemos mucho sobre lo que quedó de Alemania tras la derrota del nazismo, pero en aquellos momentos lo único importante era sobrevivir; no resulta difícil imaginar al joven Böll escribiendo en el escenario de Germania, anno zero, el formidable filme de Roberto Rossellini. Había que sobrevivir y una de las claves era guardar silencio. Se tardó mucho en empezar a hablar sobre lo sucedido, a hablar bajo el peso de la culpa, pero también bajo el de la destrucción y la ruina.

CRUZ SIN AMOR

Heinrich Böll

Traducción de J. J. Humbert González

Littera. Barcelona, 2004

416 páginas. 22 euros

Y, sin embargo, ahí estaba, retirada, esta novela del joven católico airado Heinrich Böll. Posiblemente, de haberse publicado entonces, hubiese originado un gran escándalo. Leída ahora, medio siglo después de haber sido escrita, impresiona tanto por su valentía como por el estado de angustia crítica de su autor. Es, sin duda, una obra primeriza en la que la pasión por convertir el horror recién vivido -el horror y el sentido de ese horror- en materia crítica desborda a la literatura misma.

El escenario es sencillo: un matrimonio con tres hijos de los cuales, los dos hombres se repartirán los papeles; el uno, Hans, ingresará en las SS; el otro, Christoph, reivindica su moral cristiana en su compasión y su reacción al sufrimiento propio y ajeno. Hans odia la mediocridad en aras de una Alemania ideal; Christoph, alistado obligatoriamente, odia la guerra y el autoritarismo. En el resto de la familia, la madre es el eslabón con la tradición en su aspecto más sentimental, pero su visión pesimista, su intuición de la tragedia que se avecina, es fatal. El padre es un burgués superficial y anecdótico y la hermana y su cuñado un par de figuras funcionales y convencionales que se tapan los ojos. Aparece además una figura importante: Cornelia, quizá el más sugerente y emotivo de todos los personajes, una actriz mediocre que amará a, y será amada por, Christoph y que quizá sea el que verdaderamente simboliza la tragedia alemana en términos de sentimiento y realidad confluyentes. La primera parte de la novela sucede antes de la Segunda Guerra Mundial y termina con la declaración de guerra. La segunda narra la retirada del frente ruso donde se encontrarán de nuevo los dos hermanos, en una de las mejores escenas del libro.

La novela presenta, sobre to

do, defectos de estructura -pensemos en el equilibrio admirable de una de las obras maestras del autor, Billar a las nueve y media- y una escritura tan apasionada como desigual. Las imágenes que construye Böll son precisas y sugerentes en muchos casos y pomposas y un tanto kitsch en otros. De hecho, la novela tiene a menudo, llevada por su propio espíritu apasionado, un excesivo abarrocamiento -producto, sin duda, de la tensión con que su autor estaba buscando la expresión que necesitaba para descargar lo que llevaba dentro-; un abarrocamiento que pronto, en novelas posteriores, perderá su autor en aras de una concisión, un estilo directo y una eficiencia expresiva que han sido sus mejores armas. Esta novela es convulsa, tensa, excesiva y, desde luego, fascinante para quien se interese no sólo por Böll sino por lo que es la escritura de un alma comprometida y enfurecida en tiempos difíciles. El texto es a menudo demasiado explicativo -no digamos ya la proclama final, todo un corolario-, pero tiene fuerza, una fuerza que hace palidecer a la escritura blanda, conformista y pequeña de buena parte de las novelas que se escriben y publican en la actualidad.

Una primera impresión dice que esta novela no parece aportar mucho al conjunto de la obra de Heinrich Böll. En términos literarios estrictos de obra acabada es posible que así sea. Pero el libro contiene dos aportaciones fundamentales: la primera, que es el nacimiento del escritor y, desde este punto de vista, el tono y el ímpetu y lo que podríamos llamar la declaración de intenciones artísticas ya están ahí; la segunda: que la novela es, en todo caso, un testimonio de lucidez a pie de escenario y conflicto, en una Alemania que aún humea, por un joven católico cuyo sentido humanitario se ha visto atrozmente agredido por aquella tragedia. Una visión desde un ángulo inesperado que es, también, un documento inapreciable para entender el antes y el después de un sueño asesino como pocas veces ha conocido la Humanidad.

Hans Mayer resume de este modo el campo de acción literario de Böll: "La postura pequeño-burguesa que conscientemente adopta Böll, tanto en la selección de temas como en el programa que se impone (...) le confiere la posibilidad de llegar al alma de mucha gente, pero al mismo tiempo le obliga a adoptar también toda la impotencia y amargura de los que se creen siempre explotados y que con frecuencia lo están". Pues bien, genio y figura. Eso está ya aquí, en esta primera novela.

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