Columna

En busca de un interlocutor

El primer interesado que fuera cierto eso de la supuesta inactividad del Gobierno andaluz en los seis primeros meses de legislatura que acabamos de dejar atrás habría sido el presidente de Cajasur, Miguel Castillejo. De ser así las cosas, ahora, estaría tan tranquilo preparando su retirada de la entidad de acuerdo con la normativa que articuló el anterior Ejecutivo del PP, que la situó bajo el amparo de la Administración central escapando, de esta forma, del control de la Junta de Andalucía. Sin embargo, lamentablemente para sus intereses, eso no ha ocurrido, y, al menos en lo que se refiere a...

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El primer interesado que fuera cierto eso de la supuesta inactividad del Gobierno andaluz en los seis primeros meses de legislatura que acabamos de dejar atrás habría sido el presidente de Cajasur, Miguel Castillejo. De ser así las cosas, ahora, estaría tan tranquilo preparando su retirada de la entidad de acuerdo con la normativa que articuló el anterior Ejecutivo del PP, que la situó bajo el amparo de la Administración central escapando, de esta forma, del control de la Junta de Andalucía. Sin embargo, lamentablemente para sus intereses, eso no ha ocurrido, y, al menos en lo que se refiere a su parcela, los socialistas andaluces han trabajado intensamente, y en silencio, para que ya, a estas alturas del mandato, se dé por cierto el desmontaje total del tinglado legal que se había fabricado a su medida. El último paso lo vivió el pasado viernes con el acuerdo del Consejo de Ministros por el que se decidía la retirada del recurso que se presentó ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de Cajas de Ahorros de Andalucía por lo que afectaba a dicha caja, dependiente de la Iglesia.

De esta forma, se despeja el camino para que, por fin, Cajasur vuelva a la órbita de su respectiva comunidad autónoma, como ocurre con el resto de cajas del país. Ahora, de lo que se trata es de facilitar las cosas para el cambio que se avecina y que afectará a sus órganos de gobierno y a sus estatutos, y para que todo se haga de la manera más pacifica y organizada posible. Los contactos ya han comenzado, pero para lograr una mayor eficacia hay que elegir un interlocutor válido por parte de la Iglesia. Descartado para tal misión el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, quien mantiene unas excelentes relaciones con la Junta, en el Obispado cordobés han venido a decir, poco menos, que esto es cosa del Vaticano. Mientras tanto, convendría que la Administración andaluza fuera aclarando sus planes con respecto a esta entidad para que no suceda lo de siempre, esto es, que, al final, ponga a quien pongan al frente de las cajas, éstas acaben escapando de su control efectivo. A lo mejor es que debe ser así y todavía no nos hemos acostumbrado.

Quién sabe si, igualmente, empresarios y el PP no van a tener más remedio que buscar a un interlocutor que llegue a normalizar las relaciones entre ambas partes. Los mandobles que ha propinado el presidente regional de los populares andaluces, Javier Arenas, en su lucha contra el fantasma ese que persigue del "régimen" que al parecer se ha encontrado en su regreso, de golpe, a Andalucía, han alcanzado al propio presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, (CEA) Santiago Herrero. Le han llovido palos por resistirse a los llamamientos que desde la derecha mas reaccionaria y casposa le lanzaban para que abriera beligerancias plenas contra la Junta en busca así de una supuesta independencia del empresario andaluz. No deja de ser ésta una curiosa forma de entender la autonomía de los agentes sociales que, hasta el momento, ha tenido escaso éxito. Con todo, la sangre no llegará al río. Herrero no se ha movido ni un milímetro en sus posiciones y no tiene tiempo que perder en esas disquisiciones si no, más bien, a dedicarse a disfrutar de la celebración, esta semana, nada menos que del XXV aniversario de la CEA que se conmemorará con un acto central en Sevilla. Una efemérides que se presenta como una excelente ocasión para subrayar el avance logrado en el movimiento empresarial andaluz, que arrancó con un entorno nada favorable y hasta cierto punto hostil, debido, precisamente, a sus fallidas incursiones en el mundo de la política, recuérdese la fatal campaña del gusano y la manzana, y que ha desembocado en una entidad que, con el paso de los años, se ha convertido en uno de los referentes más importantes y consolidados del ámbito socioeconómico andaluz.

Y luego, está el congreso del PA en Torremolinos. Antonio Ortega ha dado un golpe de mano final al incorporar su candidatura al alcalde de San Fernando, Antonio Moreno, en un afán así de recabar apoyos complementarios de última hora. A su contrincante, Julián Álvarez no le coge de sorpresa este movimiento ya que conoce de sobra a Moreno, y se muestra confiando en la fuerza que ha adquirido su movimiento Andalucía Siglo XXI durante esta larga campaña electoral interna que ha vivido el PA, pero quien sabe si, finalmente, la disputa acaba en los tribunales de Justicia.

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