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Cosas que valen la pena

Estimado Fernando Fernán-Gómez. Enhorabuena por haber publicado en La Razón ese bello artículo elogiando la modesta película argentina El polaquito. Imagino que usted ha visto la copia que le han enviado para los votos de los próximos Goya, ya que también es usted académico del cine. El polaquito, una de esas películas a las que casi nadie presta atención, duró bien poco en cartelera. Eso mismo está ocurriendo con María, llena eres de gracia, colombiana dirigida por el californiano Joshua Marston, premiada en Sundance por el público, y dos veces por el jurado del úl...

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Estimado Fernando Fernán-Gómez. Enhorabuena por haber publicado en La Razón ese bello artículo elogiando la modesta película argentina El polaquito. Imagino que usted ha visto la copia que le han enviado para los votos de los próximos Goya, ya que también es usted académico del cine. El polaquito, una de esas películas a las que casi nadie presta atención, duró bien poco en cartelera. Eso mismo está ocurriendo con María, llena eres de gracia, colombiana dirigida por el californiano Joshua Marston, premiada en Sundance por el público, y dos veces por el jurado del último Festival de Berlín. Por alguna razón que se me escapa, el público español le está dando la espalda. Como más o menos hizo con Machuca, la chilena de Andrés Wood, que también obtuvo diversos premios festivaleros.

Dado que los académicos (del cine) están recibiendo ahora las películas que no vieron en su momento, junto a otras aún no estrenadas, no deje usted de ver Whisky, la película uruguaya dirigida al alimón por Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, que desde el último Cannes está recibiendo premios en cuantos festivales se exhibe. No es para menos. Se trata de una película arriesgada, inteligente y original sobre la soledad, contada con dureza pero rezumando sentimientos. Se la aconsejo, al igual que Leo y Olvido, la española de Xavier Bermúdez, que también viene cargada de premios. Y ésta se la sugeriría muy especialmente, ya que parece que nuestra TVE no tiene el menor interés en emitirla. Debe parecer a sus ejecutivos tan poco apta como la maravilla de Ricardo Franco La buena estrella, que como usted sabrá, ha sido recientemente retirada de la programación por mor de esta nueva censura que se escuda en la sensibilidad del público infantil o juvenil.

Ah, pero puede que usted no reciba estas películas. No se envían las mismas a todos los académicos del cine, quizá porque los productores no tienen suficiente dinero para emitir las mil y pico copias que serían necesarias para cubrir el censo de la Academia. Así que mientras unos reciben unas películas, otros ven otras. Miserias de una industria pobre, que usted conoce tan bien. Pídaselas a algún colega, hágame caso. Porque si espera a que se exhiban en las salas, antes podrían salirles pelos a las ranas. Fíjese en que la deliciosa comedia agridulce de Manuel Gómez Pereira Cosas que hacen que la vida valga la pena se estrena hoy, casi siete meses después de haber obtenido el premio del público en el festival de Málaga. ¿Para qué valen, pues, los premios en los festivales si no se aprovecha su tirón o si el público no los considera prestigiosos?

Es bueno que haya escrito usted ese artículo. Hay un cine espléndido que se suele estrenar con beata discreción y, lo que es peor, al mismo tiempo que esas apabullantes producciones sobrecargadas de publicidad que todo lo tapan. Puede que otros académicos se hayan sentido estimulados a curiosear entre los deuvedés que les van llegando. Con ese mismo afán, me permito añadir nuevos títulos a su recomendación. A ver qué pasa.

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