Reportaje:ESCAPADAS | Pedraza

Asedio a la más bella

La villa amurallada de la sierra segoviana conserva su aire medieval a pesar del excesivo turismo

Al alborear el siglo XX, Pedraza estaba moribunda. La que fue señora de 15.000 almas, en tiempos de los Velasco, era, apolillado el vellocino de oro de la Mesta, servidora de 35 fantasmas harapientos. En 1929, Florián Rey rodaba aquí La aldea maldita, que era muda, pero cuyo título lo decía todo.

Por las mismas calendas, Unamuno dedicaba un ensayo "a la soledad silenciosa y al silencio solitario de este pedernoso aguilar vacío que agoniza sin estertores". Y Zuloaga, que en esta desolación veía pintada la cruda realidad de Castilla, compraba la fortaleza. Le pidieron sólo 13.000 p...

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Al alborear el siglo XX, Pedraza estaba moribunda. La que fue señora de 15.000 almas, en tiempos de los Velasco, era, apolillado el vellocino de oro de la Mesta, servidora de 35 fantasmas harapientos. En 1929, Florián Rey rodaba aquí La aldea maldita, que era muda, pero cuyo título lo decía todo.

Por las mismas calendas, Unamuno dedicaba un ensayo "a la soledad silenciosa y al silencio solitario de este pedernoso aguilar vacío que agoniza sin estertores". Y Zuloaga, que en esta desolación veía pintada la cruda realidad de Castilla, compraba la fortaleza. Le pidieron sólo 13.000 pesetas, pero como era supersticioso, prefirió pagar 14.000.

Una villa medieval intacta, con las casas a ese precio, no podía permanecer eternamente ignorada, máxime estando a una hora de Madrid.

El pueblo, de 450 habitantes, tiene 11 asadores, 14 tiendas de decoración y 4 hoteles

No es extraño, pues, que en 1960 Pedraza comenzara a convertirse en el emporio turístico que es hoy: 11 asadores, 14 tiendas de decoración y cuatro hoteles de estilo rústico-chic, todo un récord para una villa de 450 habitantes.

No es extraño, tampoco, que los fines de semana se produzcan aglomeraciones que desafían la ley de la impenetrabilidad de los cuerpos, haciendo que casi se añoren los días en que no había más forastero que Zuloaga, ni más posada que La Única, a cinco pesetas la pensión completa.

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Para ver Pedraza en su heroica soledad, en su antiguo silencio de piedra abandonada, hay que acercarse antes de las once de la mañana: antes de esa hora, no hay turistas; de hecho, no hay ni donde tomarse un café.

Viniendo por la carretera que baja en pos del río Cega desde La Salceda, descubriremos la ermita de las Vegas, con su pórtico poblado de centauros y otras criaturas imposibles, antaño lugar de reunión de los procuradores de la Tierra de Pedraza.

Y, ya en La Velilla, cogeremos la carretera que remonta el arroyo del Vadillo, sobre cuyas choperas descuella el cerro donde, como un animal enroscado dentro de su concha, duerme la villa amurallada. Acentúa esa apariencia de pétrea caracola, de fósil amonites, el hecho de que, a pesar de los siglos transcurridos, Pedraza siga teniendo una sola entrada: el arco de la Villa.

Desde aquí subiremos, dejando a la izquierda la vieja cárcel, por la calle Real, una vía cuestuda bordada de casonas de los siglos XVI y XVII, la edad dorada de Pedraza, en que fue residencia de los Velasco -condestables de Castilla- y de los más ricos ganaderos de la Mesta. Sobre todas ellas, señorea la de Pilatos, con coqueto balcón esquinero.

Así llegaremos a la plaza Mayor, que es la anarquía con soportales, cada columna de su padre y de su madre, probablemente fruto de un expolio en el viejo castillo.

Sobre este foro encantador, proyecta su sombra la torre románica de la iglesia de San Juan, templo en cuyo atrio, según los viejos textos, se usaba "facer almonedas", mercadillos en los que algunos han querido ver el origen de los comercios que hoy saturan la villa, si bien no serían velas perfumadas ni muebles de diseño lo que se vendería en la Pedraza medieval.

Por la calle Mayor, nos arrimaremos al castillo, una de cuyas torres fue rehabilitada por el pintor Zuloaga como taller, y otra, por sus descendientes, como museo.

Aquí estuvieron un año presos los dos hijos de Francisco I, que el francés entregó a Carlos V a cambio de su propia libertad y como garantía de un tratado de paz que, no más cruzar el Bidasoa, se pasó por le derrière. Vaya padre.

La vuelta por la calle de la Calzada, la más comercial de la villa, nos deparará la sorpresa de una tahona donde, a mediodía, siguen despachando hogazas humeantes. Con una de éstas bajo el brazo, nos iremos a pasear por la senda de pescadores que bordea el Cega desde La Velilla hasta Pajares de Pedraza: cinco kilómetros de aguas rabiosas entre paredones verticales de gneis y selva mediterránea virgen (cuatro horas, ida y vuelta). Otra opción es quedarnos sentados en un asador de Pedraza. Eso va en gustos y en colesteroles.

Estaño, aperos y hogazas

- Cómo ir. Pedraza dista 125 kilómetros de Madrid yendo por la A-1 y desviándose pasado el puerto de Somosierra por la N-110 (dirección Segovia). Esta carretera ofrece varios desvíos hacia Pedraza: el primero, en Arcones; el último, y más bello, en La Salceda.

- Qué ver. Cárcel de la Villa (teléfono 921 509 960): fines de semana y festivos, de 11.30 a 14.00 y de 15.30 a 19.30; entrada, 2,5 euros. Castillo y Museo Zuloaga (teléfono 921 50 98 25): fines de semana, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00; entrada, cuatro euros. Además, arco de la Villa, calle Real, plaza Mayor e iglesia de San Juan.

- Alrededores. En La Velilla (a dos kilómetros): barranco del río Cega. En Requijada (a cinco kilómetros): ermita románica de Nuestra Señora de las Vegas. En Navafría (a 11 kilómetros): martinete de la familia Abán y cascada del Chorro. En Prádena (a 12 kilómetros): cueva de los Enebralejos.

- Comer. La Olma (teléfono 921 509 981): asados, caza y setas; precio medio, 25-30 euros. El Jardín (teléfono 921 509 862): cocina típica y excepcional ubicación; 25 euros. Bodegón Manrique (teléfono 921 509 810): ensalada y cordero, en mesas corridas; 20 euros.

- Dormir. Don Mariano (teléfono 921 509 886): el más viejo del lugar, decorado con elegantes telas y papeles pintados; doble, 75 euros. Hospedería de Santo Domingo (teléfono 921 509 971): casa noble dieciochesca, con jardín pegado a la muralla; 85 euros. Hotel de la Villa (teléfono 921 508 651): artesonados del XVII, muebles de diseño y doseles de puro capricho; 93 euros. Hostería del Arco (teléfono 921 508 647): recién inaugurada, con vistas a la sierra; 100 euros.

- Compras. Estaños de Pedraza (Calzada, 9): la auténtica artesanía local. De Natura (Calzada, 8): decoración. Cosas (Angosta, 2): aperos reciclados. La Tahona de Pedraza (Calzada, 4): soplillos, mantecados y hogazas.

- Más información. Oficina de Turismo de Pedraza (Real, 3; 921 508 666). www.pedraza.info.

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