Reportaje:

"¿Abono turístico? No sé qué es eso"

La nueva tarjeta de transporte empezó a venderse ayer, pero era difícil encontrarla y apenas hubo demanda

Madrid estrenó ayer una nueva tarjeta de transportes. Pero casi nadie se había enterado. El nuevo abono turístico, que permite viajar por toda la capital (o la Comunidad, además de Toledo y Guadalajara, según la tarifa elegida) durante un mínimo de un día completo y un máximo de una semana, se vende en sitios muy específicos -"en las oficinas del Consorcio Regional de Transportes, en determinados estancos y quioscos de prensa de Madrid, así como en lugares de interés turístico", dice el folleto explicativo- y, como era día festivo, muchos estaban cerrados. Así ocurría en los estancos y ...

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Madrid estrenó ayer una nueva tarjeta de transportes. Pero casi nadie se había enterado. El nuevo abono turístico, que permite viajar por toda la capital (o la Comunidad, además de Toledo y Guadalajara, según la tarifa elegida) durante un mínimo de un día completo y un máximo de una semana, se vende en sitios muy específicos -"en las oficinas del Consorcio Regional de Transportes, en determinados estancos y quioscos de prensa de Madrid, así como en lugares de interés turístico", dice el folleto explicativo- y, como era día festivo, muchos estaban cerrados. Así ocurría en los estancos y gran parte de los quioscos, pero incluso en algunos de los lugares donde debía poder encontrarse los encargados desconocían su existencia o su funcionamiento o, simplemente, no la tenían. Hacerse con un abono turístico en el centro de Madrid era ayer toda una prueba de constancia.

Puerta del Sol por la mañana. Hay siete quioscos, pero sólo uno de ellos puede venderlo, según Neoturismo, la empresa que gestiona el nuevo abono. En el primero, el que está más cerca de la sede del Gobierno regional, no saben nada. Los dos siguientes están cerrados. En el cuarto también están in albis. En el quinto aprovechan para quejarse de que nadie les haya informado de cómo vender el nuevo abono y dicen que conocen su existencia sólo porque lo han leído en el periódico. En el sexto preguntan si eso es lo mismo que el abono de transportes tradicional. El séptimo quiosco también está cerrado. En fin, es fiesta.

La siguiente opción es subir la calle de Preciados arriba. El quiosco de Callao, otro de los establecimientos elegidos por el Consorcio de Transportes, tiene la persiana echada. Pero en la Gran Vía debe haber nueve oportunidades, a tenor de la información sobre puntos de venta. Después de la caminata, el balance es de cuatro en contra, también por cierre. Y en los otros cinco la situación es variada. En el quiosco situado a la altura del número 71, el vendedor dice muy seguro: "Hasta mañana no se puede vender". ¿Al menos le ha preguntado alguien por él? "No", responde.

En la acera de enfrente, a la altura del número 54, la dueña del quiosco duda un momento si podía venderlo y, cuando se da cuenta de que es el primer día, afirma que se llevó el paquete con las tarjetas a su casa... y allí están. "Estas cosas no dejan apenas margen, ¿sabe? Aunque tenemos todos los abonos, porque el que pide uno, pues siempre se lleva otra cosa", asegura. Pero esa mañana nadie se ha interesado por la novedad.

Un poco más arriba, en el número 50, está el quiosco de Emilio Albillos. Y sí, saca una bolsa y allí están las buscadas tarjetas más los folletos explicativos. "Nos llamaron de la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa para preguntarnos si lo queríamos. Pero me tengo que leer el folleto para ver cómo funciona". A él tampoco le había preguntado nadie en todo el día.

Lo mismo dice el dueño del establecimiento del número 78, que en teoría debería poder venderlo. "Sí, se vende desde hoy. Pero no me ha llegado el reparto. Mañana me lo dejan", afirma.

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El último punto está a la altura del número 27, al otro lado de la Gran Vía. Allí, Juan Carlos Lafort, el dueño, saca la tarjeta (tarifa A para un día) y dice el precio con exactitud (3,50 euros). Mientras apunta el número de DNI, afirma: "Con éste, me estreno". ¿Pero no le ha preguntado nadie antes? "Sí, han venido de Telemadrid", afirma.

Ahora sólo falta comprobar cómo va la venta en las estaciones de tren y metro. La primera parada es el intercambiador de avenida de América. En el puesto de información de la zona de autobuses, la mujer que atiende al público pone cara de póquer y, finalmente, se encoge de hombros. Pero la esperanza regresa en la Oficina de Atención al Cliente de la planta del metro. Allí explica una señora que sólo hay tres estaciones de metro donde se venda el abono: en Chamartín, en Atocha y en Méndez Álvaro. "La idea es que se vayan añadiendo estaciones, pero de momento son las únicas que tienen la tarjeta". Eso sí, ofrece muy amable el folleto informativo.

La siguiente parada es la estación de Atocha. Los carteles de información avisan de que hay una huelga en los trenes de cercanías en la línea C-9 (la que va de Cercedilla hasta Cotos), pero ni rastro de qué es esto del abono turístico. Preguntando se llega a Roma y hay que abordar a un trabajador de Renfe que va convenientemente identificado: "Abono, ¿qué? No tengo ni idea, pero pregunte en la oficina de atención al cliente". Allí confirman que la tarjeta existe, pero que no se comercializa en las taquillas, sino en la Oficina de Información Turística, que está en el edificio de al lado.

Y allí está. Una máquina expendedora con las tarjetas y, a su lado, David Márquez, director de logística de Neoturismo, y que va a resultar ser la única persona que conoce a fondo en qué consiste la nueva tarjeta. "Hay cinco tipos de abono, según su duración: de uno, de dos... y hasta siete días. Y también hay dos zonas: A, para el centro de la ciudad [que abarca el mismo espacio que el abono de transportes tradicional], y T, para toda la Comunidad, además de Toledo y Guadalajara", dice. Ayer su labor era la de de ir habilitando las máquinas expendedoras, que están instaladas desde hace muchos días, pero a las que había que poner en marcha, pues hasta ahora no era posible comprar el nuevo abono. ¿Sabe si se ha vendido alguna tarjeta? "Sí, claro. Hace poco un italiano compró una", asegura. Al menos, el abono se ha estrenado.

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