GUIÑOS

Por la costa Lusa

El colectivo Ongarri, guardando todavía el recuerdo de su ultima exposición en la casa de cultura de Elgoibar, nos regala a la mirada durante la primera quincena de este mes de octubre un gran reportaje del fotógrafo madrileño Luis Vioque. A pesar de que las costas lusas estén bañadas exclusivamente por Océano Atlántico su trabajo se titula Mares de Portugal. No cabe duda que con ello se trata de sugerir los distintos aspectos icónicos que ofrece la costa portuguesa y lo hace con tal delicadeza que el espectador queda cautivo ente el espectáculo.

El autor, apasionado viaje...

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El colectivo Ongarri, guardando todavía el recuerdo de su ultima exposición en la casa de cultura de Elgoibar, nos regala a la mirada durante la primera quincena de este mes de octubre un gran reportaje del fotógrafo madrileño Luis Vioque. A pesar de que las costas lusas estén bañadas exclusivamente por Océano Atlántico su trabajo se titula Mares de Portugal. No cabe duda que con ello se trata de sugerir los distintos aspectos icónicos que ofrece la costa portuguesa y lo hace con tal delicadeza que el espectador queda cautivo ente el espectáculo.

El autor, apasionado viajero, parece haberse especializado en paisajes. Al menos esta es la conclusión que se extrae cuando se recuerdan algunos otros de sus recorridos por el Mediterráneo, Castilla o la islas Baleares. Lejos de hacer un inventario de lugares trata el paisajismo desde criterios documentales. Lejos de lo pintoresco exalta su belleza y añade desde su elección compositiva sugerencias románticas. Sin prodigar la presencia humana tampoco la evita. La mayor parte de los espacios naturales que ha seleccionado para la ocasión están marcados por una intensa sensación de soledad.

Las fotografías, de formato apaisado, han sido realizadas en blanco y negro. Por la conjugación de los distintos elementos compositivos parecen ser fruto de puntillosa selección. La luz, los puntos de equilibrio, las líneas o en definitiva la globalidad de las formas, incluso la sensación de texturas, alcanzan una considerable armonía. Así ocurre en la fotografía donde se aprecian dos sillas y una mesa de color blanco vacías, solas en una inmensa playa de arena, que encuentran un intencionado emparejamiento con unos oscuros islotes que sobresalen del agua. Una situación similar puede encontrarse en la foto tomada en Cabo Espichel, cuando el primer plano de un caserón sin tejado, lo que deja suponer su abandono, guía la mirada hacia el fondo donde se encuentra la torre de un faro para dejar imaginar una supuesta correlación entre ambos edificios.

La tónica general de las imágenes sigue, de una u otra manera, en los distintos casos observados, las coordenadas estilísticas señaladas. En el caso de Vila praia el efecto de similitudes, o si se permite un divertido juego de apariencias gemelas, se establece entre la arena de la playa y un cielo raso. Dos espacios separados y la vez fundidos por una línea de los escasos hierbajos que aparecen sobre unas lomas de arena y unas nubes poco amenazadoras que parecen surgir de ellos. Lugares marinos exprimidos en su belleza y poesía. Imágenes fotográficas donde se palpan las experiencias, tal vez mágicas o quizás misticas, vividas por su realizador.

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