Reportaje:

Yacimientos para una multinacional

Repsol YPF persigue la instalación y la consolidación en los países productores de petróleo y gas

Cuando el grupo español Repsol adquirió el argentino YPF en 1999, se metió en el top ten del sector. Comenzó a tratar de tú a tú a las grandes petroleras, pero al mismo tiempo se obligó a competir con ellas. Fue una apuesta fuerte para una empresa que desde su creación, en los ochenta, quería ser multinacional. El objetivo principal de Repsol YPF (denominación que adquirió tras la adquisición de la sociedad argentina) fue crecer y diversificarse. Crecer allí donde está la producción y diversificarse a campos anexos como es el gas.

El acuerdo para explotar y comercializar gas en I...

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Cuando el grupo español Repsol adquirió el argentino YPF en 1999, se metió en el top ten del sector. Comenzó a tratar de tú a tú a las grandes petroleras, pero al mismo tiempo se obligó a competir con ellas. Fue una apuesta fuerte para una empresa que desde su creación, en los ochenta, quería ser multinacional. El objetivo principal de Repsol YPF (denominación que adquirió tras la adquisición de la sociedad argentina) fue crecer y diversificarse. Crecer allí donde está la producción y diversificarse a campos anexos como es el gas.

El acuerdo para explotar y comercializar gas en Irán -aunque haya ido en compañía de Shell- ha sido una auténtica campanada mundial. Primero, porque Irán no es precisamente un país en los que es fácil entrar, como lo demuestran los más de tres años de negociaciones. Segundo, porque se produce en plena ebullición del sector y con el precio del crudo por las nubes por las tensiones políticas que se suceden sobre la zona del golfo Pérsico. Y, tercero, porque le abre las puertas a futuras operaciones tanto en el campo petrolero como en el de gas, además de poder ser un motor para que, a su sombra. otras empresas españolas trabajen en la zona.

Este acuerdo de Irán se suma al que firmó en marzo de este mismo año para explorar gas en Arabia, principal productor mundial, y al que, previamente, en diciembre del año pasado, rubricó para exploración y producción en Libia, otro de los países de la OPEP. El avance en ese sector del mapa es evidente. Al tiempo, la empresa parece consolidada en Latinoamérica, donde está presente en Venezuela, en menor medida en México y, por supuesto, en Argentina, donde ha confirmado su vocación inversora. Ayer mismo, el presidente, Alfonso Cortina, subrayó "el firme compromiso" con el país al considerar nuevas inversiones como la de 100 millones de dólares para ampliar el gasoducto del norte.

Ese ansia compradora se puede convertir en un arma de doble filo. Por un lado, el aumento de valor da más atractivo en el mercado en un momento en que los competidores quieren crecer. Pero, por otro, el aumento de posesiones le hace mucho menos vulnerable ante cualquier oferta no deseada.

En la operación de Irán, por suerte para Repsol, se han combinado sus intereses estratégicos con los del país centroasiático. El grupo español cumple los objetivos de diversificación productiva y geográfica (aumenta su presencia en gas y en el área del golfo Pérsico), mientras el país asiático da un paso firme en su intento de desbancar a Qatar como principal exportador de gas natural, utilizando unas reservas enormes (las mayores después de Rusia).

En cuanto a Shell, la firma se ha producido justo cuando estaba a punto de presentar un nuevo plan estratégico (lo hizo el miércoles) tras descubrirse que había inflado las reservas de crudo. La firma en fechas anteriores a las elecciones de EE UU le confiere un valor añadido, ya que, dado el interés estratégico que tiene el área del golfo Pérsico para el país norteamericano, podrían cambiar las cosas dependiendo de quién gane.

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